A pesar de que el idioma sigue siendo un estigma al momento de pensar en las apuestas y los arrebatos culturales, son cada vez más los grupos y solistas de la escena independiente brasileña que se atreven a probar suerte en Buenos Aires. Sin embargo, a manera de corolario de los atracos del vecino país en los escenarios porteños, este jueves a las 20 se presenta en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner la nueva gran figura de ese movimiento: Tim Bernardes. Su segundo álbum solista, el estimulante Mis coisas invisíveis, es considerado uno de los mejores discos publicados en 2022. No sólo lo dicen en Brasil sino también en Estados Unidos y Europa. Y es que, a diferencia de la mayoría de sus colegas, Bernardes le puso mucha atención a su trabajo de internacionalización, por lo que se hace cada vez más difícil que la música del cantautor paulista pase inadvertida. Por suerte.

“Lo que creo que pasó es que tanto los discos de mi grupo O Terno como mi primer álbum solista interesaron a mucha gente fuera de Brasil. Ahí empecé a sentir que orgánicamente tenía un público que no conocía”, reflexiona el músico de 31 años, que anteriormente estuvo en Buenos Aires, aunque nunca en plan artístico. “Como ese material no tuvo circulación internacional, cuando estaba preparando mi segundo disco hablé con un sello estadounidense para que se encargara de la distribución y difusión. Me busqué una disquera que entiendiera muy bien la música indie, porque es al público que le quiero apuntar inicialmente. Y también contecté con una agencia de representación que trabajara ese perfil de artistas”. La jugada le salió bien, porque empezó a ser parte de los festivales dedicados a esa escena, al tiempo que pudo girar con iconos de esa avanzada que hoy tienen un alcance global.

Uno de esos artistas con los que compartió algunos shows fuera de Brasil fue Fleet Foxes, grupo plenipotenciario del folk del siglo XXI con el que grabó el single “A Sky Like I’ve Never Seen”, lanzado en noviembre pasado e incluido por el momento en la banda de sonido del documental Wildcat. Los de Seattle se presentarán este viernes, en calidad de show de apertura del Festival Music Wins, en C Complejo Art Media. Así que aprovecharon la coicidencia para colar al músico brasileño en su performance. “Que Fleet Foxes y yo nos reencontráramos acá fue mucha casualidad”, revela el artista. “Desde que salió su primer disco, me hice muy fan de la banda. Le escribí a Robin (frontman del grupo) para presentarle mi música y me respondió con una propuesta para hacer algo juntos. Eso decantó en la gira y en el tema que hicimos. Fue una conjunción muy buena”.

-Tras ser parte del grupo Los Hermanos, Rodrigo Amarante pegó el saltó internacional al juntar fuerzas con Fabrizio Moretti, baterista de The Strokes, para armar el proyecto Little Joy. ¿Sentís que lo que hizo él allanó el camino para artistas como vos?

-Históricamente, la música brasileña siempre cautivó. Primero fue la bossa nova, luego el Tropicalismo y más tarde Rodrigo. En el caso suyo, el impacto se manifestó en el indie. Me llamó la atención que muchos artistas de esa escena siempre me hablen de la obra de Gal Costa, Os Mutantes o Caetano Veloso. Gusta mucho a norteamericanos y europeos. También los arreglos que hizo Arturo Verocai, al punto de que Tyler, The Creator lo sampleó. Hay mucho interés por lo que se hizo en los '60 y los '70 en mi país.

-Recién mencionaste a Os Mutantes, cuyo caso es interesante porque, tras la salida del compilado que apardinó David Byrne a fines de los '90, se produjo una historia brasileña y otro anglosajona sobre el grupo, y eran diferentes. ¿Estás atento a que no se distorsione tu relato?

-Además de componer la música y las letras, estoy involucrado en la comunicación de mi obra. Creo que el artista independiente tiene que estar encima de todas las partes artísticas y creativas. Si bien en Brasil siempre tuve ese pensamiento, ahora que fui lanzado por los estadounidenses quise explicarles cómo deseaba que me presentaran. Les hice énfasis en que mi propuesta está inspirada en la música brasileña de los '60 y '70, especialmente en el Tropicalismo, un movimiento contracultural que mezcló a la tradición brasileña con la cultura pop. Es curioso mi caso en Brasil porque para la escena indie yo soy considerado MPB, pero para la MPB yo soy indie.

-Al menos no te pusieron la etiqueta “world music”...

-También tuve cuidado con eso. Es lo que le suele pasar a los artistas brasileños fuera de Brasil. Siempre creí que la música de los '60 y '70 de mi país está relacionada con el indie. A pesar de todas esas influencias, tengo un estilo y sonoridad propias. Por eso intento controlar la visión de mi música.

-¿Conocés el rock argentinos de los '60 y '70?

-Me gustan mucho Almendra, Sui Generis y Seru Giran. Los fui descubriendo en mi adolescencia. No eran fáciles de conocer en Brasil. Pero a quien le gusta buscar, encuentra.

-Volviendo a Mis coisas invisíveis, su escucha es incompleta si no se le presta atención a sus letras. Es un repertorio atravesado por el existencialismo.

-Es un disco más metafísico, casi místico. Hay momentos en los que expreso mi espanto por la existencia de algunas cosas. Hago referencia a la esencia, a la música, a cosas muy profundas que se manifiestan en nuestras vidas. La idea era esa. Por eso pedí que la edición anglosajona tuviera la traducción de las letras. Me gustaría conocer la opinión del público argentinos sobre lo que canto.

-Cuando decís que es un disco metafísico, ¿en ese sentido sigue la línea de álbumes como Racional, de Tim Maia, por ejemplo?

-En Brasil, en los '60 y '70, muchos artistas tuvieron una especie de despertar. Y en algunos caso lo mezclaron con lo esotérico, como fue el caso de Jorge Ben con A tábua de esmeralda. Pero ellos tenían una creencia específica, no eran parte de una secta ni de nada malo. Si bien me gusta y me siento inspirado por esos discos, cuando compongo lo hago motivado por mis sentimientos. La influencia pasa mas por los arreglos o timbres. Trato de corresponder la época que me toca vivir.

-Tu nuevo disco apareció en una de las épocas más complejas de Brasil, política, social e ideológicamente hablando. ¿Cuánto influyó este momento en esas canciones?

-En los últimos años, en Brasil existe una polarización que se radicalizó con la pandemia. Bolsonaro es un sujeto muy malo, muy absurdo. Sin embargo, estas canciones las compuse pensando que eran un retiro de todo ese escenario, de las locuras políticas y sociales. Ese repertorio es un espacio interno, sagrado y propio del alma. Hice temas atemporales. Lo que estaba pasando en mi país influyó para que yo hiciera la opuesto. Ante tanto caos, yo quise hacer un disco sobre la paz.