Desde Doha

El entusiasmo que provoca el seleccionado argentino aquí en Qatar volvió a ser demostrado en otro acto en la vía pública, en el día previo al duelo por los cuartos de final ante Países Bajos.

La cantidad de argentinos que circulan por Doha disminuyó si se lo compara con los primeros días, pero recibió un refuerzo por un vuelo de Aerolíneas Argentinas que llegó el miércoles último. La efervescencia de los recién arribados los trasladó hasta la zona de Souq Waqif, el lugar donde se encuentra la escultura del pulgar dorado, un punto clave para estos acontecimientos durante el torneo.

El número de argentinos fue de alrededor de mil, con camisetas del equipo de Lionel Scaloni, banderas y mucho cotillón. Se estima que en el estadio habrá cerca de 20 mil argentinos. El barrio recibe una gran cantidad de gente de muchas nacionalidades, y el ruido de los argentinos fue observado con sorpresa por los turistas, que no dejaban de filmar o sacar fotografías del espectáculo que les tocaba presenciar.

Souq Waqif fue durante mucho tiempo un mercado al aire libre para los beduinos (nómadas que históricamente habitaron los desiertos de Arabia y Siria), para llevar lana y animales que comercializaban para las necesidades diarias.

El lugar comenzó a deteriorarse con el paso del tiempo y estuvo cerca de ser demolido. Sin embargo, en 2004 se decidió preservar este sitio histórico, por lo que toda la zona del mercado ha sido renovada y restaurada según las técnicas arquitectónicas tradicionales de Qatar.

Los simpatizantes que se acercaron se sintieron asombrados por el lugar, pero el único objetivo era transmitirle el apoyo incondicional a la Selección Argentina. El denominado Banderazo fue el quinto que se realizó en Doha, la misma cantidad de partidos que disputó el plantel.

La gente de Morón, Paternal, Del Viso, Córdoba, Vicente López y otras provincias se hicieron presentes en Souq Waqif, y no dejaron de cantar y alentar al equipo. El que apareció cerca del final fue Luis Pascual, más conocido como “El Tula”, acompañado por el bombo que le regaló Juan Domingo Perón.

El público se fue disipando, y mientras algunos eligieron perderse en los callejones que posee la tienda, otros decidieron trasladarse hacia Msheireb Downtown, el barrio más céntrico de Doha, que se encuentra a pocos minutos de allí.

La meta para los hinchas ya estaba cumplida. El deseo era hacerle llegar el cariño a los jugadores, que unos minutos antes habían terminado su práctica en la Universidad de Qatar, distante a varios kilómetros de Souq Waqif.

El deseo de todos era volver a comprometerse para estar nuevamente en ese sitio el lunes próximo, en lo que sería la antesala de la semifinal del día siguiente. Argentina, si eso ocurre, jugará ante el ganador del enfrentamiento entre Brasil y Croacia. Y la cita para esa oportunidad ya quedó planteada.