“Restañando heridas bordamos hasta los límites. Será un arte de puntadas sin pausa con hilos que se unen para construir una bandera que nos abrigará y hará posible los sueños de construir un mundo mejor. Somos mujeres, hombres de todas las edades y colores. De todos los estilos, de todas las formas culturales de nuestro país. Será una bandera para todo el territorio. Bordamos para decir y construir una red donde hilvane todos nuestros sentires. La magia de los hilos entrelazados construirá redes a lo largo y ancho de nuestra Matria. Bordamos el sabor de las naranjas sin agrotóxicos, el aroma a peperina. Bordamos el color de nuestros ríos y mares, nuestras tierras y nuestra gente, en el fragor de una lucha desigual contra el gran capital.”  [Bordando Luchas]

El colectivo de bordadoras en lucha nació y creció en un ex centro clandestino de detención que hoy fue recuperado. Entre 1974 y 1976 en el interior de una casa de la Ciudad de Córdoba funcionó la imprenta subterránea clandestina “Roberto Matthews” perteneciente al PRT-ERP. En la construcción, que llevó un año y medio, participaron integrantes de la Organización Tupamaros de Uruguay, expertos en tatuceras (escondite bajo tierra) y obreros mineros del Ejército de Liberación Nacional boliviano (ELN). Una obra subterránea de forma abovedada a diez metros bajo tierra, de 20 metros de largo y 4 de ancho.

A mediados del 74, se convirtió en una de las imprentas clandestinas más grandes de todo el continente latinoamericano, se imprimieron miles de ejemplares de El Combatiente, periódico del PRT y Estrella Roja, del ERP, entre otros libros. El 12 de julio de 1976, un operativo militar y policial a cargo del Coronel Carlos Alfredo Carpani Costa, allanó la propiedad. Desde esa fecha hasta 1979, la casa quedó en manos de la Brigada Aerotransportada IV con asiento en La Calera, Brigada del Tercer Cuerpo del Ejército y se convirtió en un Centro Clandestino de Detención y Tortura. Lxs dueñxs de la casa, hoy son militantes desaparecidxs, luego de años de lucha judicial sus hijxs lograron recuperar la imprenta y hoy se transformó en la “Fundación Casa de la Memoria Imprenta del Pueblo Roberto Matthews”.

"Para mí es una casa emblemática, muy importante en mi vida. En la pandemia no podíamos concurrir a ese espacio de lucha recuperado y empezamos a pensar que en ese lugar donde hay mucha gente joven trabajando y que tomó como propia la lucha de ayer para continuarla, nosotras podíamos hacer algo parecido. Una estaba tejiendo, la otra mirando Netflix, la otra estaba aburrida y dijimos ¿Qué hacemos? Bordemos ¿Y qué abordamos? ¡Luchas! Así surgió la idea", recuerda María Claro, trabajadora textil y una de las integrantes de Bordando Luchas, su compañero, militante del PRT hoy continúa desaparecido, era el responsable de la distribución nacional del partido.


Una gran manifestación textil

Durante la etapa de aislamiento cada una bordó triángulos y cuando se reencontraron en la imprenta recuperada los unieron. "No éramos expertas en bordado pero queríamos bordar colectivamente y así como hay múltiples formas de comunicar las luchas desde abajo, como con las radios abiertas o comunitarias o escribir libros, nosotras creemos que con las agujas y el bordado también podemos comunicar y expresarnos. La idea es construir con agujas, hilos, colores y texturas una red que vaya hilvanando todo lo que nosotros sentimos, que no es partidario pero sí es político", cuenta María.

Así se fueron multiplicando las puntadas y lo que comenzó siendo un pequeño grupo se transformó en un tejido que fue uniendo a bordadoras de Buenos Aires, La Rioja, Neuquén, Paraná e incluso de países hermanos. Las convoca una idea enorme, ambiciosa y cuestionadora que María define de la siguiente manera: "La idea es hablar sobre todo lo que destruye el capitalismo, como la tierra y los mares. El saqueo de los bienes naturales y también de otras luchas que nos atraviesan, los feminismos, la defensa de la educación y la salud, los 30.000 desaparecidos. La idea es generar una gran manifestación textil. De esa manera surge la idea de bordar la lucha de ayer y de hoy."

Al principio fue un tejido virtual, se conectaban por zoom y por wasap uniendo pedacitos de lucha de cada provincia y cuando pudieron volver a la presencialidad se volvió itinerante, recorrieron con sus mantas las provincias de Santa Fe, Paraná, La Rioja, Neuquén, con bordados que llegaron a abrigar luchas de otros países como una compañera de El Salvador. María cuenta: "Ella trajo sus mantas que bordó sobre Farabundo Martí cuando estuvo en el campo de refugiados de Honduras, tenía 13 años.”

Bordadoras en acción


Los varones también bordan

Cuando se cumplió el 50° aniversario de la Masacre de Trelew una comitiva de Bordando Luchas provenientes de distintas provincias viajó a Chubut. Bordaron una manta de la que participaron más de 30 personas. "Para homenajear a los compañeros caídos en Trelew bordamos distintas situaciones de ese hecho y lo conectamos con las luchas de hoy. Bordamos el momento en el que los compañeros se rinden en el aeropuerto, la gran asamblea que hubo en el teatro de Trelew donde todo el pueblo se movilizó por la masacre, también la lucha contra el patriarcado porque hubo mujeres que fueron asesinadas, hasta llegar a la lucha de hoy en esa zona, que es la defensa del agua, se bordó el río y la lucha contra la megaminería", explica María.

En sus inicios eran apenas 20, hoy son más de 50 bordadores, un proyecto amplio, federal, intergeneracional y diverso que no tiene un número definido porque crece por día. En Paraná bordaron una gran manta en defensa de los humedales. "Cuando fuimos a Chaco hicimos una manta en homenaje a los compañeros que fueron masacrados en la localidad de Margarita Belén, tomamos su legado. Esto fue una iniciativa de Mariana Salas, hija de Mirta Salas y de Néstor "el Flaco" Salas, que fue asesinado en esa masacre. Mariana fue la gran hacedora de la manta negra con las margaritas.

Bordando luchas se propuso romper con la idea de que el bordado es un asunto de mujeres, en el grupo no solo hay varones que bordan sino que también personas de todas las edades. “Las más jóvenes nos enseñaron a hablar en lenguaje inclusivo, a mí con 72 años me está costando bastante incorporarlo”, dice María riendo y agrega “Hemos tomado de referencia las palabras de Rosa Luxemburgo cuando dice, ‘seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres’ y queremos fortalecernos colectivamente.”

¿Qué experiencia que hayas vivido gracias a Bordando Luchas te gustaría destacar?

--Cuando presentamos en Paraná la manta una amiga nuestra, esposa de un compañero que estuvo preso durante la dictadura, nos trajo un bordado de su hija que había fallecido hacía poquito peleando contra un cáncer. Ella estaba bordando mientras transitaba su enfermedad y su madre también lo hacía, ambas estaban solas, resguardadas en esas casas donde no puede entrar nadie porque no podía tener infección de ningún tipo. Esta amiga nos trajo el bordado de su hija que quedó con la aguja y el bastidor puestos y nos dijo ‘cuando me enteré que ustedes bordaban colectivamente pensé, esto se tiene que ir con ellas’. Le costó mucho desprenderse de eso, pero nos trajo el bordado para que camine con nosotras, eso fue muy emotivo para nuestro grupo. También tuvimos otra experiencia muy interesante cuando fuimos invitadas en Chile a dar una ponencia en una reunión internacional de bordadoras. Hubo gente de Colombia, México, Brasil. En Chile el bordado se usó mucho como testimonio de lo que se vivió en los años de dictadura, para que no las descubrieran con la excusa de bordar, las mujeres se juntaban y hacían reuniones. Además aprendimos sobre los bordados de Violeta Parra. Es una técnica y una expresión muy propia de Chile y ahora hay un resurgimiento a partir de lo que pasó hace tres años, de nuevo hay grupos que se han juntado a bordar, hay mucha mucha solidaridad. Es una forma de expresión de las mujeres chilenas que ha trascendido fronteras y es un gran testimonio de lo que pasó en Chile.

¿Sentís que bordar es una forma de terapia?

--El bordado para mi es un trabajo creativo, es relajante porque te conecta con texturas, colores, formas, te sensibiliza y eso salva, libera, da un recreo. La silenciosa pasión por los hilos que se entrecruzan tiene su propio sentido porque aporta distintas sensaciones al tocarlos, los colores sugieren, no hacen falta materiales complejos para crear y componer, solo susceptibles a mezclar juntando colores que sugieren. El bordado también te cura, es un poco sanador, es un trabajo que puede curar heridas, por ejemplo, Mariana, la hija del Flaco Salas que bordó tanto, todo el tiempo hablaba de eso y para ella fue muy sanador, fue un poder sanar colectivamente. Desde el bordado pudo expresar cosas que en otro lugar no podía expresar, pudo empezar a decir algo sobre su papá, contaba cosas de él y de ella cuando era chiquita. Empezó a contar su propia historia, que antes había dejado de costado. Se animó a recordar, a decir y a poder leer cartas de su mamá, poder con todo eso fue muy poderoso para ella y su historia fue muy importante para todo el grupo de Buenos Aires.

¿Qué significa para ustedes poder plasmar las luchas en los bordados?

--Para nosotras es una forma de comunicar luchas desde un lugar nuevo, es una forma de decir algo desde un lugar donde no usas la escritura ni la palabra, eso no quiere decir que no haya algo escrito, pero que vos puedas hablar con el bordado, los hilos, los colores y las distintas texturas. Las chicas de La Rioja que bordaron la Masacre de Napalpí estudiaron colectivamente lo que fue ese hecho, cómo sucedió, qué pasó con los niños, cómo los mataron, los aviones que tiraban caramelos para que los niños salgan de sus casas y matarlos. Nosotros bordamos memoria y todos los hilos que se usan en soledad adquieren poder en la colectividad.