En el escenario, un telón sobrio y un mástil con la bandera chilena. Todo empienza con los protocolos propios de un acto de colegio. Silencio e himno nacional. Enseguida, el bajo, el violín, la batería y la voz de la China Sudaka desajustan la escena. Y otras asociaciones comienzan a brotar: la escolaridad sí, pero también la marcha militar, los crucifijos dibujados con crayón, un lenguaje muy del empresariado a la chilena (como el que despliegan en el tema “Por la razón o por la oferta”). El espectáculo se llama Escuelita Odessa, Dolores de la Concepción College. La historia es muy simple y meritocrática: la señorita Montecinos es una ambiciosa adolescente que anhela el premio a la educación gratuita, “Dolores de la Gratuidad”, para poder ir a la universidad. Sin embargo, con la llegada de una compañera nueva verá amenazado lo que creía un triunfo seguro. La pelea por el premio la va a llevar a competir, cueste lo que cueste, desencadenando en el Dolores de la Concepción College terribles sucesos. De pronto entre polleras tableadas, patas peludas, uniforme de manga japonés, pelucas colorinches, ya no se sabe si es una entrega de diplomas o la hora del carnaval carioca. Plumas y purpurina desparramadas en el escenario y sobre los cuerpos de los músicos de Odessa. El show va virando de la parodia educativa, al videoarte y la fotonovela. Y finalmente resulta en recital de rock, intercalado con canciones de Rafael a los Beastie Boys y “ácidos comentarios sobre nuestra ácida patria”. 

Desde los más improvisados escenarios (un colegio tomado, un taller mecánico), hasta compartiendo las tablas con Hija de Perra y Las Reinas Chulas de México, Odessa monta su show de humor bizarro donde se presente la oportunidad. Este fin de semana van a cruzar la cordillera y harán una breve escala en Quilmes y después tocan en la semiclandestina fiesta Vicio. En las canciones que vienen escribiendo desde 2006 ironizan sobre los estragos del neoliberalismo en su país. “No tengo plata en la BIP (la SUBE de Santiago), Chile es una pesadilla y aunque creas que es mentira, yo he visto monstruos de verdad”, cantan en “Despierta”, en cuyo video los integrantes de la banda se vuelven zombis, se deslizan en patineta desde el cerro San Cristóbal, siguen a su propio ritmo el paso de los manifestantes de un primero de mayo frente al Palacio de la Moneda al tiempo que intentan comerse los cerebros de los pacos (policías). En off, se escucha una lista de nombres de desaparecidos en democracia, víctimas de violencia institucional, “cada año vamos agregando nombres. Uno de los más emblemáticos es José Huenante, de 17 años, que fue tomado por una patrulla de carabineros y no apareció más”. La conquista del cuerpo propio también es tema, incluido el aborto, “un asunto súper árido para la sociedad chilena si consideramos que todavía estamos debatiendo los casos de aborto no punible. La demanda por educación gratuita, laica y de calidad en nuestro país, la hegemonía del poder económico y la moral patriarcal, el legado de la dictadura, la violencia del amor romántico. Abordamos todo eso pero con brillo, color y humor”. El público lgbti colma sus shows, dice la China Sudaka, “lo que posiblemente se deba a que hemos tomado a Hija de Perra, inolvidable performer local, como referencia. Su partida fue una pérdida desoladora para el under de Chile. En nuestros últimos shows la venimos honrando con un cover de su tema ‘Me desnudo’. La consideramos una inspiración en cuanto al despliegue escénico, la estética de lo inmundo y el sentido del humor desfachatado.”l

Odessa se presenta en vivo el viernes 21, a las 21, en El Andamio Espacio Cultural, Hipólito Yrigoyen 58, Quilmes.