Es otra fecha, un aniversario. Para Mauricio Macri se trata del “curro” de los derechos humanos. El “curro” de Luis Aredez, el médico que contra viento y marea perdió todo, incluyendo la vida por ponerse del lado de los trabajadores golondrina esclavizados por Ledesma en los años ‘70. Es el “curro” de Rita Garnica, secuestrada durante la Noche de los Apagones, en julio del ‘76 cuando estaba preso su marido, el cañero Agustín Donato Garnica, fundador del sindicato de zafreros de Ledesma. Rita murió el 13 de junio pasado y se le hizo un homenaje ayer en la marcha por el aniversario de la Noche de los Apagones. Era la última Madre que quedaba viva en Jujuy. El gran “curro” de Rita (diría Mauricio Macri) fue que también se llevaron a sus dos hijos, Miguel Angel y Domingo Horacio, que todavía permanecen desaparecidos. Rita estuvo seis meses desaparecida y su marido siete años preso y perdieron hasta la casa por disposición del ingenio, cuyo dueño, Carlos Blaquier, puso los camiones de la empresa a disposición de los que secuestraron esas noches a casi 400 vecinos de Ledesma y Calilegua, de los cuales, 40 permanecen desaparecidos.

Según el gobierno, el “curro” de los derechos humanos incluye quedarse en el pasado. Pero en los derechos humanos el tiempo es uno solo, pasado, presente y futuro. Rita y su ejemplo de vida se apagaron hace unos días, Carlos Blaquier, el dueño del ingenio y figura de la provincia, hizo que el gobernador Gerardo Morales lanzara una furiosa persecución contra Milagro Sala que siempre ha sido una de las principales animadoras de la marcha por la Noche de los Apagones. Ayer a la mañana, la primera parada de los manifestantes que salían de San Salvador hacia Ledesma o Libertador General San Martin, fue en la cárcel de Alto Comedero, para homenajear y reclamar la libertad de la prisionera Milagro Sala. La presión del importante frente de organizaciones sociales que ella  dirigía fue deteminante para que la justicia juzgara a Blaquier por su responsabilidad en la represión a sus trabajadores. Cambió el gobierno y Blaquier fue sobreseído de su responsabilidad en una masacre por una sospechosamente oportuna Cámara de Casación, y Milagro Sala pasó a ser perseguida, detenida, maltratada, difamada y demonizada. Es el famoso curro del que habló Macri. El tiempo hace que la libertad de Blaquier y la persecución contra Milagro Sala sean parte del mismo paquete. El que apoya a Morales, apoya a Blaquier, es cómplice de la represión y asume el lugar histórico que está planteado también en la Noche de los Apagones. Morales, uno de los gobernadores cercanos a la Rosada, gobierna Jujuy en alianza con el partido de Sergio Massa. 

Hace 41 años, Blaquier, exponente del poder económico, quedó involucrado en una masacre. Milagro Sala, dirigente de los excluidos de la provincia, lo denunció y luchó por llevarlo a la justicia. El gobierno cambió, entró el radical Morales y Blaquier fue sobreseído y Milagro Sala encarcelada. No hay tiempo, el pasado se estira hasta el presente y proyecta sombras hacia el futuro. Ayer, la marcha que recordó aquella noche fue por Milagro a la cárcel. El tiempo juega  como el viento en las Yungas. 

Entre las víctimas de esa masacre estaba el ex intendente, el médico tucumano radical Luis Aredez que había elegido el pueblo de Ledesma para radicarse porque el lugar ostentaba el récord nacional de mortandad infantil a raíz de las condiciones de vida en los ingenios. El intendente defendió los derechos humanos de los zafreros, –un curro o una mafia diría Macri– y le costó la vida. Ahora, otro radical,  el gobernador Gerardo Morales, hace yunta con el mismo Blaquier, que fue enemigo del radical Aredez.

Está Olga Aredez, viuda del intendente, la madre de Plaza de Mayo que durante años dio vueltas en soledad alrededor de la plaza del pueblo con un cartelito con el nombre de su marido, hasta que la marcha se hizo masiva. Olga murió de una afección pulmonar en una zona donde la bagazosis hacía estragos por la ceniza del bagazo de caña del ingenio Ledesma, cuyo dueño es Carlos Blaquier, el mismo que hace 41 años, cuando fue la Noche del Apagón. Jujuy echa una la luz brillante sobre escenas  de oportunismo político, hegemonía del poder económico, avasallamientos judiciales y discursos mentirosos  que se repiten en forma menos visible en el resto del país.