Eleonor Faur y Ana Minujin son madre e hija. De su vínculo polifacético, único, singular y tan cargado de complejidades que las une nació una obra que idearon y dirigen: La revolución y algo rico para el postre, que propone con sensibilidad y ternura, un viaje no lineal por su propia historia, así como la de otros dúos que dialogan con su propia experiencia. Y lo hacen recurriendo a dispositivos íntimos y académicos, a la vez que entrelazan el biodrama con el video documental.

La idea nació en el marco del Laboratorio de Periodismo Performático, un proyecto de Revista Anfibia y Casa Sofía que promueve el cruce entre investigación periodística y arte explorando nuevas formas de contar historias. El estreno de la obra estaba previsto para marzo del 2020, pero la pandemia puso en suspenso los planes hasta agosto del año pasado, cuando finalmente tuvo su primera presentación. Ahora, en Dumont 4040 (Santos Dumont 4040), podrá verse en dos fechas: el 19 y 20 de enero a las 20.

Faur es socióloga y Minujin, actriz y realizadora audiovisual. Cada una, desde lo suyo, aportó a la creación de la puesta en la que confluyen el arte y la sociología para desentrañar el vínculo entre ellas, el de cada una con su propia crianza, y el concepto de crianza en general. El Laboratorio les permitió hilvanar ambos enfoques. “La sociología aportó historia y contexto sobre la construcción social de la maternidad y la organización de los cuidados. Y la dimensión artística empujó hacia la profundización de lo propio de la experiencia”, cuenta Minujin. “Entendemos que tanto la sociología como el arte giran en torno a preguntas sobre la experiencia de estar vivos, lo que constituye un punto de encuentro entre biografías e historia”, agrega.

-¿Cómo surgió la idea de hacer la obra?

Ana Minujin: -Ambas seguimos el trabajo de Cristian Alarcón y Revista Anfibia desde hace muchos años. Yo me había presentado a la primera convocatoria de Periodismo Performático con un proyecto que no quedó y, al año siguiente, mi mamá me envió la convocatoria que tenía como tutora a Lorena Vega. Su obra Imprenteros me parecía extraordinaria y me motivaba mucho trabajar con ella. El problema era que yo no tenía un proyecto ni con quién presentarme hasta que recordé que tenía enfrente a una socióloga, mi mamá, y así surgió la idea de hacerlo juntas. Sin embargo, la propuesta con la que aplicamos no implicaba trabajar sobre nuestro vínculo: era una instalación audiovisual con videos de otras madres e hijas enseñándose cosas mutuamente.

-¿Cómo llegaron a elegir el tema de la maternidad para trabajar?

Eleonor Fleur: -El tema surgió solo. Somos madre e hija, no había forma de eludir esa condición ni tenía sentido buscar un tema diferente. Nada sería tan propio y compartido como la mirada sobre los vínculos.

-¿Qué les interesaba abordar de ese vínculo?

E.F: -Siempre decimos que la obra no es sobre maternidades sino sobre vínculos entre hijas y madres. La maternidad es un punto nodal pero no es el único punto de vista. Nos interesa igualmente la mirada de las hijas. De hecho, no todas somos madres, pero todas somos hijas, aunque en el lenguaje abundan las referencias a la maternidad y no hay conceptos precisos para hablar de la experiencia de ser hija.

-¿De dónde nace el nombre La revolución y algo rico para el postre?

E.F: -El nombre de la obra fue un aporte casual de la escritora Gabriela Larralde. En 2020, cuando estábamos por estrenar la obra en PROA21, subí una foto de Ana y mía mirando al río frente a la ventana de la Fundación PROA, con el epígrafe "¿qué están tramando madre e hija?". Gabriela respondió con esa frase y nos gustó para el título. Por supuesto, tiene un anclaje en la obra. Creemos que una vida feminista también se juega en las revoluciones íntimas.

A.M: -La idea de revolución está pensada como un cambio estructural a nivel colectivo y al mismo tiempo retroalimentado por las transformaciones en los detalles. Nos interesaba el ida y vuelta entre la experiencia subjetiva, su expresión teatral y el análisis macro aportado por la sociología. El vínculo entre ideología y experiencia es muy interesante, y fue un experimento de constante entramado entre ambos planos.