Los resultados de las pruebas APRENDER 2024 que expusieron que al menos uno de 10 alumnos de la escuela primaria, no comprende lo que lee, generaron preocupación en el ámbito educativo.
El desempeño en la provincia respecto de otras regiones “no es un dato novedoso, pero sí muestra un deterioro en las habilidades de lectura de todo el país”, por lo que es visible que hay “una sociedad que necesita recuperar la palabra escrita”, analizó Judith Rodríguez, doctora en Ciencias de la Educación, profesora de Introducción a la Educación en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), además de ex directora de escuela primaria.
Consultada por Salta/12, la especialista indicó que es preciso tomar en cuenta una primera política de ampliación de la educación primaria durante el gobierno kirchnerista. Política que fue acompañada por otras leyes educativas con el fin de fortalecer a los sectores más empobrecidos.
“El estado tiene una deuda con esos sectores porque los desempeños inequitativos no se distribuyen igualitariamente en el sistema”, afirmó la especialista. Pero entendió que el problema para la aplicación se enmarcó en la falta de capacidades institucionales en las provincias para intervenir adecuadamente en los aprendizajes del primer ciclo primario.
Una disposición fue quitar la repitencia en el primer grado entendiendo que primero, segundo y tercero son parte de una unidad pedagógica. “Entonces no importaba lo que no se comprendía, total se podía entender luego. Y allí se deterioró un enfoque sobre qué aspecto fortalecer en primer grado y cómo construir una lectura comprensiva”, dijo Rodríguez. A su entender, esto se presentó como un primer obstáculo para avanzar en la aplicación de las políticas públicas.
Pero asumió que también hay otro factor, como “un deterioro de la cultura general”, en tanto se nota que alumnos y alumnas que ingresan a cursar el nivel superior (terciarios o universidades) arrastran la falta de comprensión en lectura y escritura. Estas herramientas “socio culturales” están más allá de las enseñanzas que se imparten en la escuela. Y es que los medios actuales ofrecen otras formas de comunicación “muy diferentes a las que la escuela sostiene y exige a los estudiantes”.
Hay una comunicación general fuertemente “gráfica o sonora en donde la palabra escrita ha ido perdiendo importancia”.
Más del 80% accede a un celular
El informe sobre los resultados de las pruebas APRENDER indica que “más de la mitad de los estudiantes de tercer grado tiene un celular propio, y entre quienes no lo tienen, la mayoría utiliza el de sus padres. De esta forma 83% de estudiantes accede al celular en 3° grado”.
Esto indica que existe un “consumo universalizado de pantallas” por parte de los niños y las niñas. Y allí se desconocen los criterios de cómo llega ese consumo: “¿Hay un adulto que acompaña, una guía de procesos de consumos?”, se preguntó Rodríguez además de reflexionar respecto de los procedimientos del consumo de, por ejemplo, los juegos en línea.
Señaló “el deterioro socioeconómico de la población” como otro factor que condiciona a su vez el acceso a bienes culturales diversos, como libros o juegos de mesa, e incluso el acceso a obras de teatro.
Ante la consulta sobre si el sistema educativo no se debería adaptar a las condiciones que imponen los nuevos lenguajes sociales mediados por las tecnologías o medios de comunicación, Rodríguez respondió que no, porque el acceso a la tecnología e incluso a internet es desigual, si se compara lo que sucede en zonas urbanas, zonas urbanas periféricas y zonas rurales.
A ello agregó que en Salta existe un territorio “muy vasto” en donde se ven las mayores desventajas entre estas poblaciones. Incluso algunas ni siquiera acceden a electricidad de manera continua.
Pero atendió además a la necesidad de contribuir al análisis que hacen las personas respecto de las tecnologías en una reflexión de habilidades del pensamiento “que vayan más allá de lo evidente”, y que es posible a través de la palabra escrita.
Inequidad en el acceso a la lectura
El resumen ejecutivo de las pruebas APRENDER sostiene que “en las escuelas de gestión estatal, 76,2% de las aulas tienen biblioteca, por sobre el 65,7% de las escuelas de gestión privada. Los docentes de gestión estatal declaran mayor uso de los libros en el aula… los estudiantes de estas escuelas se llevan libros a sus hogares en mayor frecuencia que los de escuelas privadas. Esto podría estar vinculado con menor disponibilidad de libros en los hogares de estos estudiantes”.
Para la especialista, se deberían “explotar esos espacios de creatividad y de lectura. Esos espacios se deben motorizar y es una demanda que lleva desde hace muchos años”.
Rodríguez afirmó que si se compara el resultado de los datos de pobreza en la provincia se verá que "las desigualdades no se distribuyen democráticamente sino que son mucho más profundas en los sectores desfavorecidos de la sociedad respecto de quienes tienen mayores privilegios”. Y lo que sucede en la escuela está “fuertemente articulado con el problema socioeconómico que hay en la sociedad argentina”.
Pese a ello, una de las observaciones que surge del resumen ejecutivo de las pruebas es que “la lectura por parte de los padres, si bien no es una práctica generalizada (36,8%), se observa con más frecuencia entre los estudiantes de escuelas de gestión estatal”.
“Hay un autor francés que indica que dentro de la vida cotidiana a chicos de sectores empobrecidos les daban cierta importancia a lo que implicaba la escuela”, recordó Rodríguez. Entre las experiencias citadas en ese trabajo, señaló la actitud de los padres y madres de (a falta de un escritorio) limpiar la mesa destinada al comedor diario para que se destine a realizar las tareas educativas. Y esto, afirmó, permite dar una mayor chance también respecto de cómo se valora el estudio y “puede que marque una diferencia”, consideró.
Entendió que es necesario comprender esta multiplicidad de factores para no cargar los resultados a la escuela en general y la de gestión pública en particular. “No solo tiene que ver con fortalecer docentes, sino también en pensar escuelas como ambientes democráticos y poco hostiles. Porque la hostilidad social también surge. El riesgo que corremos es criminalizar a la escuela pública y decir que no sirve para nada. Y lo que tenemos que pensar es en abrazar la escuela pública, sostenerla y pensar en cómo mejorarla”.