(En honor a Luis Alberto Spinetta, autor de Plegaria para un niño dormido )

Plegaria para una ciudad dormida, quizás tenga miedo en su ombligo y además: en sus dedos ya no hay pan ni palabras para soñar. Plegaria para una ciudad dormida, donde los viejos se les aparta porque molestan. Plegaria para una ciudad dormida, con sus parques y sus macetas y sus bicisendas y sus rejas y sus piletas dibujadas en el asfalto, símbolo de la mentira que nos venden para tapar el desamparo y la soledad. Plegaria para una ciudad dormida donde el mundo ya no es un chocolatín sino un Chocobar, y mil niñes dormides que no están en la escuela y mil cuerpos dormidos en la vereda. Plegaria para una ciudad con pibes masacrados por la policía. Pibes que vuelven de jugar al fútbol. Plegaria para una ciudad con padres que reciben notas de intimidación por acompañar a sus hijos. Hijes que tienen frío en la escuela que no tiene gas. Hijes cuyas viandas son miserables. Hijes que concurren a escuelas donde los directivos son sancionados por denunciar el abandono de las escuelas. Plegaria para una ciudad con seguridad licenciada y funcionario Escondido en el Lago de la corrupción y la extorsión. Una ciudad que se queda con la plata de las provincias porque el conurba atrasa --dicen--, es África --dicen-- los funcionarios amigos de los jueces in-móviles que amparan los inmobiliarios.

Negocios. Plegaria para una ciudad dormida, con planes de urbanización que demuelen hogares (Villa 31); con parques lineales verdes que los vecinos rechazan (Honorio Pueyrredón) ; con renovación del casco histórico y sus bolardos que atentan contra la identidad colonial (San Telmo). Plegaria para el espacio público de una ciudad acechada por los negociados amparados por los jueces in-móviles. Plegaria para una ciudad que se hunde con el odio en las espaldas, cada día todos los días, todas las noches, para que te calles. Que te calles de que piden una moneda, calles de que la gente pide comida, ropa, calles de la plata, del producto bruto como Bélgica, calles para siempre, no lo pienses, no lo grites.

Plegaria para una ciudad con hospitales sin recursos, con gente haciendo colas. Se desmayan porque quieren vivir, se descompensan porque quieren sonreír. Plegaria. Para esta ciudad que se olvidó del amor. Mientras gritan. Y gritan y gritan en la televisión, para que vos, calles. Sonríe el indigente dormido, quizás se sienta gorrión esta vez. Canta la canción pero aquí se quieren llevar los jardines para soñar, los que iban a construir con la plata del fútbol para todos. En cambio hay plazas con rejas. Aquí ya no hay jardines. Hay prioridades, modernización y cemento. Cemento. Duro. Lo que cuenta es el cemento. Déjenlo que siga soñando felicidad, decía la canción. Pero para soñar hay que tener el abrigo de las palabras, las palabras del amor, de los mimos, del cuidado.

Aquí sólo hay leche de cemento. La mala leche de la mala fe, ésa que se sorbe si se sabe que el Otro no tiene, no bebe, no baby, aquí no quieren sueños. Aquí hay dueños. Plegaria para esta ciudad dormida en el cemento de los corazones de cemento. Una ciudad con frío en el corazón. Pasaron cosas y las palabras no dicen nada, pero aunque no nos dejen, soñamos para darnos abrigo. Nos quisieron hacer creer que las palabras no dicen nada. Déjenlo que siga soñando, canta la canción. Soñamos para darnos amor en el abrazo. Quieren que te calles, pero yo te escucho. Plegaria para esta ciudad ¿Cuándo nos enfermamos? ¿Cuándo nos volvimos tan locos? ¿Cuándo no vimos que no vimos que no vimos? Plegaria para que este ciudad despierta de la pesadilla del negacionismo, del odio, de la mentira, de la exclusión, del sin salida. Plegaria que sea acción, de manos juntas, de la pasión de muchos y muchas. Para que nunca más este rencor gobierne nuestro jardín. Plegaria para que los mayores, niños y niñas de esta ciudad vuelvan a tener esos dedos que se vuelven pan, palabras con que soñar y una canción de amor que nos aleje de todo mal. Plegaria para que en esta ciudad se enciendan los corazones, los abrazos y la buena fe.

 

Sergio Zabalza es psicoanalista. Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires.