El local de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de La Matanza amaneció con lo que sus dirigentes interpretan como una “amenaza” que “afecta las garantías de un Estado en democracia”: al menos 70 balas de FAL y de calibre 22 largo fueron dejadas en su vereda. Hay otra hipótesis igual de siniestra: que alguien las haya "plantado" para que luego hubiera una denuncia judicial que siembre sospechas sobre la actividad de ese local. “Es una intimidación, pero estamos desconcertados”, definió el titular de ese organismo, Pablo Pimentel.

El hallazgo ocurrió esta mañana mientras varios militantes de ese organismo de derechos humanos limpiaban el local emplazado en una zona cercana un basural de la localidad de San Justo. “En eso vi una bolsa en la vereda y me acerqué para levantarla, pensando que era basura. Hasta que la abrí y me encontré con las balas”, relató Pimentel a Página/12. Eran poco más de 60 municiones de FAL, el fusil utilizado por las fuerzas armadas, y una decena de balas calibre 22 largo.

La sorpresa fue mayor cuando Pimentel notó que la bolsa en que estaban era de un comercio de la zona llamado “Tacuara”, tal como se autodenominó el movimiento nacionalista de ultraderecha que asoló en la Argentina entre 1950 y 1960. “La casualidad no existe y ‘las balas pican cerca’”, interpretó la APDH en un comunicado.

Inmediatamente se tomaron fotografías con un diario del día, para que quede constancia de la fecha, y se dio aviso a la comisaría del lugar y la Policía Científica, que tomó el registro de lo hallado. Luego sobrevinieron las hipótesis.

Pimentel consideró que el hecho “fue un mensaje” y relativizó la posibilidad de que las municiones se hayan caído allí por casualidad o que su propietario las hubiera tirado para escapar de algo. “Si las hubiera querido descartar no las hubiese dejado frente a la APDH, sino que las tiraba al basural que está a 80 metros y listo, nadie se entera”, explicó.

La posibilidad de que representen “una amenaza” es la que más le cierra. El organismo no solo patrocina varias causas federales por delitos contra los derechos humanos, sino que también apoya otras tantas, como el de los delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención El Vesubio, ubicado en La Matanza.

“Lo primero que se me vino a la cabeza fue que 'la cosa' podría venir por la causa de un policía que fue liberado después de haber asesinado a un chico en Villegas”, sostuvo Pimentel. Se refirió la muerte de Fernando Ezequiel Leguizamón a manos del agente Gustavo Silva, exonerado de la fuerza pero que en abril pasado fue absuelto en un juicio por jurado.

Otra de las posibilidades, adujo, es que “sea un mensaje por el caso de Gabriel Blanco”, el joven que en 2007 apareció ahorcado en una comisaría de Isidro Casanova y por el cual varios miembros de la APDH recibieron amenazas. “A mi hija le pusieron una 9 milímetros en la cabeza sin intentar robarla”, recordó Pimentel.

El mensaje “puede venir por ahí, no sé. Estamos desconcertados”, reconoció el dirigente, quien confirmó que el próximo lunes a las 13:30 habrá una conferencia de prensa en la sede de APDH La Matanza, luego de presentar ante la Justicia una denuncia por el hallazgo de las balas.

Otra de las posibilidades que nadie descarta es que el paquete con proyectiles haya sido “plantado” con la intención de echar un manto de sospechas sobre la actividad de ese organismo al que no solo acuden las víctimas de la violencia institucional sino también quienes no tienen vivienda. En el local hay un espacio en construcción al que varias personas en situación de calle entran para protegerse del frío y duermen allí.

“Estamos en medio de elecciones y en el marco de una campaña te pueden ensuciar en cualquier momento. Nosotros tenemos diferencias con el kirchnerismo, pero lo que se está haciendo ahora es terrible”, concluyó el dirigente.