El presidente Garfield era sin duda un hombre muy inteligente, pero había cometido dos errores que luego no serían tales pero que juntos en ese momento resultaron fatales: aumentar los impuestos a los productos que llegaban de Londres para proteger la industria nacional, y negarle al abogado Morrison el puesto que un amigo de este le había solicitado en la cancillería, suponiendo que Morrison tenía acuerdos con Inglaterra.

El resultado de estas dos últimas acciones sería el cuerpo del calvo y barbudo presidente de los Estados Unidos, tendido en el suelo de la estación de trenes de Washington con dos balazos que el propio Morrison le metió por la espalda la calurosa mañana del 2 de julio de 1881. Así que cuando los oficiales de marina, M. Herndon , Thomas Page, y H Pentland, enviaron los primeros informes que el propio Garfield había pedido, llevaban toda una vida de retraso.

Garfield tenía un par de cosas en claro producto de su propia experiencia de vida, que había decidido volcar al servicio de su país: había que tener dinero para comprar, pero era imprescindible saber que era lo que se compraba. El dinero venia de los impuestos. El conocimiento, de tener gente capaz de informar con exactitud científica qué cosas eran comprables. La “cuestión exterior” no se podía dejar en manos de cualquier amigo de un amigo. Sabía la historia de lo Quakeros de memoria y solo era cuestión de repetirla y ampliarla al resto del mundo, en beneficio de los Estados Unidos del Norte de América.

Las dos balas que le truncaron la vida, no sirvieron para abortar sus planes.

Cuando Arthur Chester asumió la presidencia tras la muerte de Garfield, recibió los informes de Herndon, Page y Pentland, y nadie tuvo que explicarle para que servían. La misma clarividencia que lo había puesto en la presidencia, le sirvió para entender los mapas preliminares y los datos meteorológicos al primer golpe de vista.

La carpeta de Pentland decía entre otros detalles, que la montaña más alta del lugar que le habían mandado a relevar se llamaba Yllampu y media 26.969 pies, seguida de la segunda más alta, nombrada Yllimani, de 26.254 pies.

El informe de Herndon describía el Amazonas como un lugar de un calor infame, de cuyas costas sacaban oro y maderas con la misma facilidad, y adjuntaba un mapa preliminar de un recorrido “que parece diseñado sin capricho ninguno”. Mientras en los apuntes de Page, se describía el Rio de la Plata como un “mar color de león” (nombre que el navegante portugués Fernando de Magallanes le había dado en el año 1520) más navegable que el mar mismo, que permitía entrarse en el continente a través de dos afluentes nada pequeños llamados “Paraná” y “Uruguay”, que a su vez dejaban subir el caudal a contracorriente hacia otro afluente llamado “Bermejo”.

El presidente Chester le dio una chupada a su puro, sonrió, recordó a Garfield con admiración y supo que Estados Unidos de América estaba en condiciones de adueñarse del mundo.

Llamó al estafeta y le entrego tres cartas lacradas que debían ser entregadas con urgencia. Las tres contenían el mismo único mensaje y eran para Herndon, Page y Pentland: Buen trabajo, tiene usted 20 meses para completar con detalles de relojero los mapas definitivos. Firma: Arthur A. Chester. U.S.A. President.”

El cálculo de los 20 meses tampoco era caprichoso, Chester pretendía entregarle públicamente al próximo presidente, los mapas completos de “el mundo por conquistar”. Cosa que consiguió hacer gracias a los desvelos de su buen amigo, el cartógrafo e imprentero J.H. Colton, que acabó de imprimir los mapas y sus copias el 2 de marzo de 1885, dos días antes de entregarle la presidencia a Stephen Grover Cleveland, que obviamente, siguió con la tarea.

Ahora bien, hace unos días, La Jefa del Comando Sur estadounidense, Laura Richardson, declaró muy suelta de cuerpo y con una calma absoluta, que "¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, está el triángulo de litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El sesenta por ciento del litio del mundo se encuentra en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile y están los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre, oro", continuó la generala, destacando además la importancia del Amazonas como "los pulmones del mundo". Agregó también que " tenemos el 31 por ciento del agua dulce del mundo en esta región". Y cerró sin espectacularidad ninguna, avisando (una vez más) que a EE.UU. le queda "mucho por hacer" y que "esta región importa" ya que "tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar nuestro juego".

Perdón por la pregunta, pero ¿de verdad nos estamos asombrando y escandalizando de que la gringa nos “anuncie su juego” que en realidad es un Plan que vienen ejecutando hace casi ciento cincuenta años?