A pocos meses de su formación, la cooperativa de trabajo Plan Verde está ofreciendo servicios para proyectos productivos y de investigación con cannabis. Fundada desde la Asociación de Usuarios y Profesionales para el Abordaje del Cannabis y otras drogas (Aupac), y en el marco de la reglamentación vigente, la cooperativa rosarina fue propuesta junto a otras organizaciones cannábicas del país por el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes) en articulación con el Instituto Nacional de Semillas (Inase) para conformar las primeras cooperativas semilleras, mientras esperan poder transformarse en una cooperativa multiobjeto que les permita abarcar toda la cadena de producción de la planta. "Plan Verde es una estrategia productiva de Aupac que apunta a poder sacar de las sombras los derechos productivos, no sólo de nuestros cultivadores si no también de esos profesionales que están muy mal valuados detrás de la función sin fin de lucro a la que un Estado ausente nos ha obligado", dijo Soledad Pedrana, presidenta de la cooperativa.

Plan Verde nace desde Aupac para poder seguir abonando a la necesidad de ser reconocidos en todos sus derechos. "En 20 años de ausencia del Estado todos nuestros derechos productivos deben estar contemplados, no sólo la producción de materia vegetal si no también la de conocimientos, la de espacios solidarios y sociales, la de espacios de formación", señaló Pedrana en diálogo con Rosario/12. "La cooperativa viene a poder prestar servicios de cultivo, de capacitación y demás, inscribiendo sus variedades y aplicando técnicas de fitomejoramientos", agregó. 

Aupac se funda en dispositivo básicamente clínico y allí siempre estuvo contenida la producción de fitopreparados, abasteciéndonos de cultivos solidarios e incluso de los integrantes de la comisión directiva tenía y destinaba a la asociación. "Conforme fuimos avanzando y acompañando la creación de  normativas que reflejen mejor nuestra realidad, fuimos tejiendo nuestro cultivo de una forma transformadora que se adaptara lo mejor posible a la ley", apuntó Pedrana.

La titular de la cooperativa subrayó: "El prohibicionismo ha vedado prácticamente todos los derechos del ser humano respecto de la planta, no solamente ejercer su agricultura si no también ha cercenado el derecho a la salud, ha ido en contra de la privación de la libertad. También tenemos que entender que ha generado un golpe muy fuerte sobre los derechos productivos y laborales de las personas que integran las organizaciones y vienen desde hace 20 años acompañando a muchísimos usuarios y usuarias de la planta de cannabis en este país".

Con el nuevo decreto reglamentario, que dio la posibilidad de ampliar el Consejo Asesor de la Ley 27.350, que establece el marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados, con tres organizaciones civiles del interior, entre ellas Aupac,  las resoluciones que se desprendieron de allí en más fueron más acordes a la realidad. "Con la llegada de la reglamentación del borrador propuesto por el entonces ministro de Producción, Matías Kulfas, y habitando nosotros espacios como la Red de Cannabis del Conicet, participando en distintas comisiones como clínicas sociales y producción, tejimos un insumo con gente de patrimonio cultural inmaterial junto a Aupac y Ciencia Sativa que apuntó a poder relevar cuál era el potencial productivo del país", dijo Pedrana.

Esta investigación arrojó en mayo del 2021 que existían 90 organizaciones y productores que desarrollaban esta labor. "Defendimos en el Senado nuestra posición de la incorporación de pequeños productores y el reconocimiento y la transformación de las Organizaciones para poder ganar sus verdaderos derechos productivo. En este marco trabajamos un año con el Inaes con quien acordamos una figura que saciaba la necesidad y la identidad que tenemos, las cooperativas multiobjeto ya que tenemos muchos requerimientos de distintas áreas. Podemos funcionar al mismo tiempo como una cooperativa de trabajo y de producción de semillas como una de servicios que brinda capacitación y que funciona al estilo de una mutual brindando espacios de salud", apuntó la titular de la cooperativa. 

Cuando se sanciona la ley, el directorio del Inaes decide que todavía no era el momento de avanzar con cooperativas específicamente de índole cannábicas porque no estaba creada la agencia regulatoria, que hace unas semanas fue puesta en marcha. Pero a raíz del convenio realizado entre el Ministerio de Salud con el Instituto Nacional de Semillas (Inase) deciden impulsar las primeras cooperativas de trabajo semilleras. 

"Fuimos una de las primeras que han salido, después se sumaron Ciencia Sativa, Acción Cannábica, Patagonia Verde, entre otras. Empezamos por la pata productiva de la planta de cannabis porque es lo que este nuevo marco de investigación, en consenso con Inase, nos permite avanzar. Todos sabemos que la normativa que más avanzó ha sido la de la semilla, pudiendo empezar a abastecer a los usuarios de esa político que generó con el Registro del Programa Cannabis (Reprocann)", sostuvo Pedrana.

"Nosotros ya veníamos trabajando en organizaciones sin fines de lucro, en algún punto la idea fue armar un brazo productivo que nos permita vivir de esto. El primer paso fue el de diferenciar el cultivo de Aupac de la gente que lo trabaja por lo que empezamos a desarrollarnos como un servicio hacia Aupac", explicó Lisandro Rosso, secretario de la cooperativa Plan Verde.

Los cannabicultores se propusieron desarrollar un método en exterior, como el que aprendió Rosso trabajando varios años en California, sumados a los conocimientos adquiridos de genética, para empezar a diagramar un cultivo con prácticas completamente orgánicas y con trazabilidad. "Esto es importante para el momento en que estamos, que vos puedas saber a través de un código QR de cada genética sus rendimientos, cómo fue cultivada, su rendimiento posterior en el laboratorio, la cromatografía. Eso a su vez nos linkea al Inase para poder registrar nuestra genética y que sean para el uso de la industria", describió.

En Santa Fe ya pudieron establecer el método de bancales -zonas dentro del espacio de cultivo que nunca se pisan y se delimitan para separarlas de los pasillos y zonas de paso- de dos cosechas, para maximizar el rendimiento del metro cuadrado. "El método lo ofrecemos en unidades que se puedan replicar, son unidades de 120 plantas, dos bancales. Si en la instancia de investigación estaba bien, en la de producción eso se puede replicar a la cantidad de plantas que puedas tener", explicó Rosso.

"Nosotros sentimos que ya pasamos por la etapa de investigación, y que contamos con un conocimiento y muchos años de experiencia que podemos ya pensarlo para la industria. Eso puede abarcar desde un organismo estatal, como el proyecto de registro que tenemos en Aupac con la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, hasta un privado. El abanico de servicios no está direccionado solamente a un laboratorio sino básicamente a unidades de producción".

"Tenemos consultas de empresarios que tienen clínicas de kinesiología y quieren hacer algún producto para tener en sus clínicas, y también de productores sojeros santafesinos que quieren saber si pueden reemplazarlo por el cáñamo. Por otro lado nos consultan sobre la maquinaria, hay gente que se dedica a la agroindustria y están comenzando a pensar en fabricar cabezales para cáñamo", concluyó Rosso.