Julio Coviello, bandoneonista y todoterreno del tango actual, recurrió a “Tierra invisible”, un capítulo clave de El hombre que está solo y espera de Raúl Scalabrini Ortiz para nombrar su nuevo proyecto: Orquesta Invisible. Trata tal de una Típica integrada por músicos que han tocado -o tocan- en agrupaciones tanguera de la era, Ciudad Baigón, Las Fulanas, El Afronte y La Rantifusa, entre otras. “Que cada integrante quede visible detrás de esta Orquesta Invisible, esa es la idea”, resume el fundador, a punto de estrenarla en público este domingo 25 de mayo a las 20 horas en su boliche de Del Barco Centenera 1099, llamado justamente La Tierra Invisible.
La velada estará precedida por el dúo Schiavinato-Burnengo con Mili Malgarini en voz, y supone lo que el apasionado Coviello imagina: una noche de otoño un tanto fría, con diez músicos en escena, un público atento, saboreando empanadas con vino tinto, y mucha emoción “porque es un proyecto que se hace por ganas, por la camiseta”, asegura. “Escucharemos tangos nuevos, y también al dúo con esos tangos tradicionales que tanto nos gustan”, informa el anfitrión.
La flamante orquesta saldrá a la cancha por primera vez con un repertorio exclusivamente poblado por piezas que Coviello arregló o compuso en distintos pasajes de los más de veinte años que lleva de trayecto. Entre ellas, “Lengua seca” el primer tema que Coviello compuso para la Orquesta Típica Fernández Fierro en 2006. Otra es “Y la quería”, coescrita con Agustín Guerrero y grabada por Cuarteto Coviello en 2013. Y una tercera composición que el músico resalta para la primera fecha es “El Cedrón y la Lechuza”, escrito junto a Nicolás Di Lorenzo.
-Para entender mejor ¿cómo anuda la orquesta con El hombre que está solo y espera?
-Scalabrini Ortiz describe en el capítulo “La tierra invisible” cómo es el paisaje de la llanura donde está construida la ciudad de Buenos Aires. Y luego se centra en cómo esa llanura influye en nuestra manera de ser y pensar. Ahora bien, esa llanura es un paisaje que no se ve pero te deja ver el cosmos, te deja ver cómo la luna va cambiando de fase, te deja ver las lluvias, y te pone en contexto con la dimensión del ser humano. Es invisible porque deja ver lo que está un poco más allá, y esto nos hace un poco existencialistas, impregna en nuestras personalidades. El vínculo está en que en la Orquesta Invisible la idea también es esa: armar un grupo con personas, con personalidades Y que ese grupo deje ver a cada uno y cada una de las integrantes, que por suerte vienen de muy diversos ambientes de este tango del siglo XXI.
La Orquesta es un paso más en la larga batalla que viene dando Coviello por el tango argentino. Docente, gestor cultural y compositor además de bandoneonista, fue uno de los fundadores de la Fernández Fierro, donde permaneció durante una década y media. Dos años después de dejarla, en 2018, tuvo un paso de cuatro años por el Cuarteto Cedrón, además de formar el dúo Tango Cañón junto a Nicolás Di Lorenzo, entre otros proyectos. “La del Cuarteto Cedrón fue una experiencia mágica porque me abrió toda una manera de sentir la música y de ensayar muy distinta. Una experiencia más abierta, intuitiva, centrada en la tradición y en las nuevas búsquedas a la vez que me quedó impregnada”, asegura asertivamente, de la misma manera que lo hace con su pasado fierrero. “Me queda de la Fierro la experiencia de haber construido un movimiento grande, haber inaugurado un club propio, haber hecho la primera gira internacional a Europa y todas las giras que hicimos en ese principio de siglo. Esa experiencia que está en mí, con toda la sabiduría que te vas cargando, es intransferible”.
-¿En qué puntos se tocan La Fierro y La Invisible y en cuáles no, además de su condición de Típicas?
-Lo conciso y lo rítmico de la Fierro está presente en la Invisible, como también esa Fierro original a la que no le asustaba hacer tango. Pero también está presente el vuelo de Tango Cañón y los años que toqué en el Cuarteto Cedrón.
La Orquesta Invisible surgió a partir de una convocatoria que Coviello lanzó redes mediante bajo la idea de armar un grupo de ensayo semanal, y presentaciones en vivo. “La intención no es armar un proyecto para un disco y después presentar esa música en una sola oportunidad sino armar un grupo”, aclara. “Esto es algo que viene madurando en mí hace unos cuantos años, incluso creo que el espacio de La Tierra Invisible lo abrí con la idea de armar una Orquesta. Tan solo tenía que juntar las voluntades y definir de qué manera convocar músicos y músicas que querían participar. Así que pasó un proceso largo entre la idea que nació y la concreción”.
-¿Por qué te decidiste por el formato de Típica, después de haber pasado por tantos?
-Porque es genial su sonoridad. Es el desarrollo artístico más grande, más lindo que tiene el tango. La formación también te lleva a aprender a congeniar con las personas y a construir cosas inimaginables para los individuos. Así que es muy necesario en este contexto recordar que las construcciones grupales son mucho más poderosas, valiosas y reconfortantes que las individuales. Por otra parte, la convocatoria también llamaba especialmente a la gente con inquietudes de escribir música nueva. ¿Para qué vamos a armar una orquesta sino es para armar un nuevo repertorio y escribir en coautoría?
-¿Cómo tenés planteada la convivencia humana y musical?
-Escuchando mucho, porque para dirigir hay que escuchar qué es lo que andan pensando, sintiendo y opinando la gente con la que estás trabajando. Y después de escuchar mucho, tomar decisiones y decir "vamos para acá, vamos para allá". Esas decisiones tienen que convencer, persuadir, generar voluntades… que sean decisiones que motiven a la gente a seguir en este proyecto, en esta orquesta. Y si uno toma malas decisiones lo que sucede es que te dejan de seguir, básicamente. En cambio, si tomás buenas decisiones, la cosa se potencia y se generan más ganas de trabajar. La idea de dirección es esa, tratar de escuchar, dar espacios a cada una de las personas y no pretender que la orquesta sea lo único que se ve del proyecto colectivo. La mejor manera de dirigir es laburar y escuchar.