En la apertura del bulevar Seguí, en el barrio Tablada, las topadoras avanzan y los días corren como amenaza para más de 60 familias que habitan desde hace décadas el solar por donde ahora pasará la traza. El Estado –la Municipalidad, en este caso– empuja la relocalización con una singular oferta a la que no pueden negarse: deben mudarse, buscarse una vivienda donde sea, sin superar 65 mil pesos de alquiler, y el municipio les pagará ese canon. Pero no por siempre, 2 o 3 años, les han dicho. La gente se niega a ser desarraigada en esos términos. Siente que la manosean, que el Estado no contempla sus historias, sus medios de vida, las particularidades de cada familia. Y temen quedar luego en el olvido, como un daño colateral y oculto de la obra vial que seguramente será inaugurada con fastos, corte de cintas y notas para los noticieros de la TV.

Es que mientras el Gobierno provincial encara la prolongación del bulevar, desde Ayacucho hasta avenida Grandoli, el Servicio Público de la Vivienda –repartición municipal– debe resolver el destino de las familias que habitan una franja de terreno entre Colón y el pasaje Korczak. Y la manera en que lo han planteado sumió en la angustia a quienes ven su vida cotidiana amenazada, con plazo perentorio. 

Son 65 familias que han censado, aunque los vecinos sostienen que hay varias que no están en ese relevamiento. Las operadoras territoriales del SPV les han dicho a cada familia que deben buscar por motu proprio otra vivienda en alquiler. Que el municipio se los pagará hasta que se concluya la construcción de un complejo de departamentos sobre la futura traza del bulevar y la avenida Grandoli.

En ese supuesto emplazamiento habitacional hoy existe las ruinas de la vieja fábrica de corchos Rallo SA. No hay ni vestigios de un complejo de apartamentos que debieran construirse y habitarse en 2 o 3 años. Solo una topadora, y una camioneta policial. Y enfrente, el jardín n° 55 "Gustavo Cochet", y la escuela n° 114 "Justo Deheza".

"Al principio nos dijeron que íbamos a dejar nuestra casa por otra igual, con patio. Después vinieron con esto del departamento que dicen que van a hacer, pero cómo creerles. Nos quieren sacar de nuestra casa primero, que nos busquemos nosotros un lugar para mudarnos, y después... arreglate!", resumió Analía, una de las vecinas que comparten la misma preocupación.

A diferencia de otras relocalizaciones, esta vez el SPV no dispone de las unidades habitacionales adonde proyecta la relocalización. La propuesta, esta vez, es desalojar y mandar a alquilar a la gente. El argumento jurídico, la letra fría de lo legal, repara en que estas familias habitan terrenos fiscales, sin título de propiedad. 

El argumento choca contra la historia del lugar: los vecinos más antiguos allí se radicaron cuando toda esa zona del barrio Tablada era campo. "Acá había una planchada y venían los camiones lecheros de la Upar y la Cotar, desde acá arrancaba la distribución", rememoró Luis, que se instaló en el '75, por consejo de su padre. A su lado, otra señora se identifica como la más antigua: 60 años lleva viviendo en la misma casa, humilde pero con patio generoso y buena sombra de árbol.

Un grupo de estos vecinos contó a Rosario/12 de la promesa que oyeron de Pablo Javkin y de Omar Perotti allá por 2021, cuando se licitó la ampliación del bulevar: serían reubicados en viviendas que se construían en Felipe Moré y Garibaldi. Nunca ocurrió.

En julio de ese año el intendente dijo: "La idea es poder relocalizarlos en el mismo barrio. Que en todo caso la elección de irse sea una decisión individual. Estamos viendo desde el municipio la posibilidad de aportar terrenos y que la provincia aporte la gestión de viviendas. Cuando tengamos novedades, podremos anunciarlas".

Eso, en la práctica se tradujo en una forma menos amable.

"Ahora nos vinieron a decir que nos tenemos que ir buscando otra casa, que la Municipalidad nos va a pagar el alquiler 2 o 3 años, hasta que hagan los departamentos acá, en lo que era la fábrica. Pero mirá: ni la licitación está hecha, no hay nada. Y además, yo soy herrero, trabajo acá afuera, tengo una piecita en la que guardo las herramientas, los fierros. ¿Qué hago si me encargan una reja para hacerla en un departamento de primer piso?", se preguntó Germán, en su taller y vivienda sobre Korczak.

Desconfían de la propuesta con la que ahora el SPV pretende relocalizar a la gente. "Hubieran hecho primero las viviendas, pero quién nos asegura después que dejen de pagar el alquiler y quedamos en la calle. Ya pasó, conocemos un caso", agregaron en una rueda de charla y mates. En este humilde pedazo de Tablada casi no se habla de otra cosa que la intimación del SPV. Rosario/12 se comunicó con autoridades de esta repartición, pero no obtuvo respuesta. 

"Vienen todos los martes (las operadoras municipales), me preguntan '¿Y... te conseguiste algo? Fijate por allá que hay un fonavi...' Que ellas vayan a vivir a un fonavi" comentó Lorena. Y agregó un dato clave: "Vamos a las inmobiliarias a preguntar por alquileres, y cuando explicamos la situación y que el alquiler lo pagará la Municipalidad, entonces nos rechazan. Nadie quiere alquilarnos así, porque dicen que la Municipalidad no paga".

La mayoría se gana la vida dentro del espectro de la economía informal, con empleos temporarios, la construcción, servicios de plomería y electricidad, limpieza. En resumen, sin recibos de sueldo ni posibilidad real de obtener garantías propietarias que posibiliten un alquiler formal. Pero el SPV insiste con que busquen alquilar.

"Además –acotó otra vecina– no tienen en cuenta que acá hace años que vivimos de una manera, tenemos nuestro patio, planta baja, hicimos nuestra casa, agregamos una pieza cuando hizo falta. Cómo nos van a apretar en un pañuelito de una o dos piezas".

Según contaron, el proyecto de apartamentos contempla unidades de 1, 2 y 3 dormitorios. Pero para estos últimos, el grupo familiar tiene que ser de 6 o más personas. 

"Yo tengo 3 hijos, mi casita con patio, el papá de mis chicos trabajó para levantar cada pieza. Pero en esto me dijeron que me tocará un departamento de 2 dormitorios nomás, en un 2° o 3° piso. No me voy a mover. Mis hijos van a la escuela acá. Están los trabajos. Así no se va a mover nadie de su casa", advirtió Lorena.

Hay un sector de 14 familias emplazadas a desalojarse con mayor urgencia. Está sobre el filo de la calle actual que será ensanchada hasta la doble mano, entre Chacabuco y Korckzak.

"Nos dijeron que van a venir cada día que sea necesario hasta que nos vayamos, como una amenaza. Yo me iría a otro lugar acorde a lo que tengo, no por menos. No hay derecho", se plantó Luis, viejo vecino del lugar que recuerda el páramo semi rural que era la zona cuando su familia se instaló. "Hace 50 años que dicen de abrir el bulevar. Pero esto es un atropello, hay viejos con sus nietos, las parejas, una piba embarazada. Y quieren meternos en un 2° o 3° piso. Que nos metan en una jaula y nos den comer también", ironizó Germán. 

El día de la licitación para la extensión del bulevar Seguí, las autoridades presentes eran Perotti, Javkin, el entonces senador departamental Marcelo Lewandowski. Entre las cosas que dijeron a la prensa, hablaron de que "uno de los grandes desafíos de la ciudad es la integración urbana", o que "la prioridad es la mejora de la vida de la gente", o "el objetivo de que el sur de Rosario siga desarrollándose y la calidad de vida de sus habitantes vaya mejorando".

En ese rincón de barrio Tablada intuyen que eso no ocurrirá con ellos.