Desde que el industrial textil Abraham Zapruder en la plaza Dealy de Dallas captara con su cámara Bell & Howell de ocho milímetros, el disparo mortal en la cabeza del presidente Kennedy, todas las fotos dejaron de ser inocentes. Una imagen por si sola no argumenta ni justifica nada. Por el contrario, puede someter nuestra percepción del mundo y nuestra convivencia a un estado de opinión inexistente. Antes de que todo proceso de verificación se ponga en marcha, ya desarrolló su efecto y su posible contagio. La lógica de toda cultura se caracteriza por una ordenación coherente y regulada de hechos e ideas, no de imágenes.

En la gala The Best de la FIFA Mauricio Macri posó en una instantánea junto a Leo Messi y el “Dibu” Martínez. El expresidente colgó enseguida la imagen en sus redes sociales. Existe una finísima sensibilidad para identificar reacciones turbias, recelosas, de capciosa causticidad. El problema no es la presencia de argumentos abusivos en favor de los poderosos, lo preocupante es con el sometimiento que algunos lo asumen. TyC Sports reproducía así el momento: “Una de las fotos más codiciadas, algo que no había podido obtener el Gobierno Nacional en la Casa Rosada, tras la consagración de la Selección Argentina en el Mundial de Qatar”. Lo dicho. La infocracia degenerando en infodemia. Así se cambia el clima de opinión en la dirección deseada. Los estudios demuestran que basta con un pequeño porcentaje de bots (programas predefinidos) para alterar los estados de opinión pública. No son los mejores argumentos los que prevalecen en la información, sino los algoritmos preestablecidos más inteligentes.

Muchos asumieron está foto como un guiño político hacia el expresidente. En ocasiones la realidad se deshilacha sola. Para entender al ser humano es indispensable buscar en su basura. Uno puede pactar con su fracaso, pero es en extremo difícil convivir con el ridículo. "Mis condolencias y cariño a la familia Blaquier por la muerte de Don Carlos Pedro. Tenía 95 años. Fue uno de los empresarios más importantes del país. Presidió por más de 43 años el primer ingenio azucarero de Argentina, y fue uno de los referentes de la agroindustria”, expresó Mauricio Macri. Se olvidó de agradecerle los servicios por su enorme eficacia en apoyo al terrorismo de Estado, a los secuestros y a la desaparición de personas. Un emotivo homenaje para quien ha despertado tanto miedo, tanta angustia, tanto pánico.

Por el contrario, a la “Pulga” lo recordamos refugiado en una pancarta en la que se podía leer: “Resolvé tu identidad ahora”, colaborando en la búsqueda de nietos desaparecidos junto a las Abuelas de Plaza de Mayo. A Messi lo quisieron “pegar” políticamente a Mauricio Macri. Hay un deseo febril que subyace en el intento. Como ya intuyó Eurípides en sus tragedias irreverentes, ciertos personajes carismáticos nos salen carisimos.

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En toda utopía gozosa anida el sueño sosegado de los humildes. Esos espacios apacibles donde recuperar la fe en el futuro, defendiendo nuestras libertades grandes y minúsculas, como la información. Macri lo sabe: cuesta más deshacer una mentira que producirla.

(*) Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón del Mundo 1979