Entrecerros                     6 Puntos

Argentina, 2022

Dirección: Leonardo Cauteruccio.

Guion: Leonardo Cauteruccio y Noelia Garín.

Duración: 68 minutos.

Estreno exclusivamente en Centro Cultural San Martín (funciones viernes 17 y sábado 18 a las 19; sábado 25 y domingo 26 a las 17; viernes 31 a las 19).

En la región habitada por la comunidad diaguita-calchaquí de Amaicha del Valle, Tucumán, un nuevo día comienza. El plano general que abre Entrecerros, tomado desde la altura del valle, con las calles del pueblo iluminadas ahí abajo, registra las últimas horas de la noche y la llegada del sol con un truco fotográfico y de edición impecable. El acabado técnico de esa breve secuencia de inicio se replica en el resto de la opera prima de Leonardo Cauteruccio, cuidado que también se derrama a la narración, a las formas de acercarse a los protagonistas, a la ética de lo que se filma y se transmite. Documental de observación puro y duro, pero no por ello menos cercano con las personas que retrata, la película –que tuvo su estreno el año pasado en la competencia del Festival Internacional de Cine de las Alturas, en Jujuy– pone en tensión la falta de oportunidades dentro de la comunidad y la posibilidad de iniciar una nueva vida en la ciudad, ya sea esta San Miguel de Tucumán, Buenos Aires o alguna otra.

¿Quedarse o irse? Es lo que se pregunta todo el tiempo Rubén, que está cursando los últimos meses de la carrera de maestro de escuela primaria y aún no ha decidido qué hacer. “No quiero ser mala, pero te quiero desalentar un poquito”, le dice la directora de la escuela donde estuvo un tiempo haciendo las prácticas, antes de confirmarle que no va a encontrar trabajo rápidamente en la zona. Más tarde, Rubén intercambia ideas con un colega mayor. Ambos parecen tener algo de razón: no es bueno que la comunidad se cierre por completo a la endogamia, pero tampoco es lógico que los profesores de afuera tengan la misma prioridad que los locales. Mirta, una mujer que se acerca al umbral de los sesenta años cuida a su madre anciana. Su vida no ha sido fácil y, lo dice en más de una ocasión, muchos dolores la aquejaron. Mientras libera una corriente de agua para regar el campito, piensa en su deseo de retirarse a un convento. Las monjas que la reciben en la entrevista son directas y francas: el afecto por los propios debe ser sublimado, la vida de clausura es dura y sacrificada.

A partir de esos dos relatos centrales, Cauteruccio logra dibujar una aldea y, así, una parte del mundo, que sin dejar de estar pintada con colores locales posee tonalidades universales. El documentalismo argentino ha ofrecido durante las últimas dos décadas una gran cantidad de películas centradas en comunidades de habitantes originarios, que van de la rigurosa observación antropológica a la reflexión de las violencias históricas, y de allí a la celebración un tanto acrítica de usos y costumbres. 

La mirada del realizador en Entrecerros es cabalmente humanista y, lejos de la condescendencia o la idealización, termina ofreciendo un retrato agridulce e incluso tristón, pero nunca derrotista. Como esa bandera bastante estropeada que, sin embargo, continúa flameando, enfrentada diariamente al duro clima, Rubén y Mirta siguen en camino, aunque no sepan muy bien qué les depara.