El presidente Mauricio Macri tendrá una fuerte presencia en las últimas dos semanas de campaña. Hará recorridas en las principales provincias gobernadas por el peronismo (excepto en aquellas como Salta, donde rige una suerte de pacto de no agresión con Cambiemos) y, sobre todo, caminará mucho el conurbano, el distrito en el que los macristas admiten que están en peor forma. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, también tendrán un rol para apuntalar candidatos provinciales y además podría sumarse la vicepresidenta Gabriela Michetti, aunque en el equipo de campaña dudan. La estrategia será nacionalizar la elección: en Balcarce 50 calculan que llegarán a un 35 por ciento nacional y que le sacarán 20 puntos al segundo, dado que no hay otra fuerza que tenga presencia en las 24 provincias en esta elección legislativa.

Previo a los cierres de listas, los macristas apostaron todo a la división del peronismo en la provincia de Buenos Aires. Ahora, con un escenario de fragmentación de opositores, esperan quedar arriba en las PASO bonaerenses, aunque nadie se anima a asegurarlo. “Es que tenemos encuestas que salen muy parciales: hay un militante kirchnerista religioso que contesta fervorosamente a todos los encuestadores. En cambio, los nuestros son más reacios a contestar una encuesta telefónica”, argumentaban en los pasillos de Casa Rosada. Por ahora, hablan de paridad con la principal adversaria, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

El macrismo pasó de la estrategia de polarización con la ex mandataria a combinar la crítica con el ninguneo. “CFK es una candidata provincial, casi municipal”, exageraba con una sonrisa un habitante de la Rosada. Está claro que el oficialismo aprovechará la dispersión de sellos opositores en el país para hacer una lectura favorable post PASO. “De todas formas, nosotros jugamos a octubre. Agosto es solo una encuesta muy costosa. Vamos a mejorar mucho de agosto a octubre”, sostenían en Balcarce 50, en donde desayunan focus group y meriendan encuestas. 

Pese a que el presidente tendrá una presencia mayor en estas últimas semanas, en el PRO juran que no se involucra en las mesas de campaña, que integran Peña, Frigerio, Jaime Durán Barba, la gobernadora María Eugenia Vidal, su mano derecha, Federico Salvai y el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta. En el menú de las últimas dos semanas, el presidente Macri tiene previsto visitar Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes para respaldar a sus candidatos. “La prioridad van a ser los distritos en los que estemos cabeza a cabeza, los que tienen más densidad poblacional y las provincias en las que se eligen senadores”, indicaban los estrategas del PRO. No hará escalas en Chaco ni en Salta, donde rige una suerte de pacto de “campaña de baja intensidad” con los gobernadores. “Tenemos que ser inteligentes y no ganarnos enemigos. No vayamos a todo o nada contra ellos”, es el consejo que escucha el mandatario de Frigerio y otros integrantes del ala política. De todas formas, no cayó nada bien en la Rosada que tanto el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, como el chaqueño Domingo Peppo subieran los decibeles con las declaraciones de la semana pasada. 

Macri también tendrá un fuerte paso por la provincia de Buenos Aires, el distrito en el que el PRO se juega todo. En el comité de campaña ven una mayor fortaleza en el interior de la provincia (tradicionalmente votante del radicalismo) y una performance más floja en el conurbano. “La intención es nacionalizar la elección”, indican. Allí, además de Macri, la figura clave es Vidal, quien continuará teniendo más protagonismo que los propios candidatos tanto en los actos como en los spots y los afiches.

Elisa Carrió, en tanto, regresó a la provincia a acompañarla después de que la vetaran como candidata. ¿Tendrá más apariciones en estos días? “Creemos que viajará a Chaco”, indicaron desde el Gobierno. Los que sí tendrán que sumar millas son Peña y Frigerio, los dos voceros del Gobierno en los que Macri confía. No estaba decidido si estará también más presente Michetti, a quien, casualmente, mantuvieron alejada de la campaña: estuvo reemplazando a Macri en compromisos internacionales por destinos distantes del planeta. La ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, también podría sumarse en un contexto muy controlado. En el comité de campaña, dejan en claro lo que no puede fallar: “No podemos tener a nadie que se mande ningún moco hablando en las últimas semanas”, es la consigna de hierro. 

El discurso continuará por los carriles ya transitados: el presente versus el pasado, el cambio versus la corrupción. ¿Habrá un efecto De Vido? En el Gobierno, estiman que es muy poco probable, aunque la votación les sirvió para dividir aguas y pegar a algunos opositores incómodos al kirchnerismo. “Siempre supimos que los votos no estaban. A lo sumo, nos sirve para calmar a los sectores que nos reclaman permanentemente tener a kirchneristas presos”, destacaban.