María Laura Guisen pertenece, al igual que sus lectoras y lectores, a una modernidad tardía que considera al amor como una "catástrofe natural". De las catástrofes hay que protegerse, ineludible responsabilidad individual que involucra una serie de prácticas que hacen al cuidado de sí. Defensa personal, su primer poemario publicado en Cáceres (España) por Ediciones Liliputienses y en Buenos Aires por Ediciones en Danza, narra en versos cortos y rítmicos, con un resignado humor suave como garúa otoñal, el recorrido de la enamorada por aquellos confesionarios seculares o rituales para la recuperación: la sesión de análisis, el manual de autoayuda o el remedio de "liberación prolongada". 

Y también su contrario: el merodeo del afecto que insiste. Como si de preservar un viejo paganismo se tratase, el amor contrariado -combatido pero imposible de arrancar del corazón- pasa a ser el espacio donde sobrevive algo así como un sentimiento religioso: "Guardo / tu nombre"; "No puedo evitar / pensar en vos", y ya en tercera: "Soñé con él". 

Este tiempo es el de los narcisismos, funcionales a la hiper productividad conectada. El amor, ese mal paso en la vida, es presentado como una herida que sanar. Sin embargo, ni el yo poético ni el yo autobiográfico de los poemas terminan de creerse esto y ceden, por suerte, a una canción escuchada por ahí o a un ramalazo de nostalgia romántica. El libro fue trabajado en clínica de obra con Osvaldo Bossi, un poeta cuya figura de autor y cuya obra se identifican fuertemente con el rescate del género amatorio en poesía y en letras de canciones (véase el video de su reciente performance en el festival Poesía Ya!).

La tensión que expresan los poemas implica, como subtexto, una puesta en cuestión de los diversos mandatos contradictorios que pesan sobre el género femenino: el de amar y cuidar, y (simultáneamente, superpuesto desde épocas más recientes) el de no caer en esa emboscada sociocultural que es la idea del amor como destino. La imagen de la hija aparece en muy bellos poemas como figura que representa el buen amor, el buen vivir, el bien: "Mi hija / y sus amigas / sueltan sus risas / al aire, / carcajadas / como pájaros".  

La madre, cercana a su final, completa la alegoría de las tres edades de la vida en tres generaciones de mujeres. En el medio está la poeta con este libro que por momentos parece la confesión escrita al director espiritual, la primera escritura literaria hecha por mujeres en América. Pero está destinado al público; se lee como verdad y a la vez como ficción. María Laura Guisen nació en Rosario en 1973. Es psicóloga egresada de la UNR y ejerce como psicoanalista en su ciudad. En el libro, se observa impiadosamente a veces, hace el balance de lo que falla y de lo que por ahí sale bien; anota sus recaídas como si cada poema fuese una entrada del diario sobre cómo superó su adicción a la catástrofe del amor. Por suerte, la intención es saboteada y el corazón por momentos triunfa ("El triunfo de un corazón, que sigue latiendo, que sigue latiendo", cantaba Bjork de joven).

Guisen se formó en narrativa en el taller literario que coordina Marcelo Scalona. Su saber hacer como narradora se nota en sus poemas. Sobre todo en el primero, "Parece", que se da a leer como si fuese un cuento y a través del recurso de la repetición abre amablemente la obra a quien lee. Una obra bella, eficaz y que habilita la identificación: nos apropiamos de su experiencia. Y de su autoconciencia naciente sobre la propia escritura, que se expresa con aquel mismo humor suave. "Quisiera escribir / un poema / sobre las pecas / en la nariz de mi hija / y no decir / constelaciones", apunta mientras se pregunta cómo innovar respecto de las metáforas trilladas. Con prólogo de Osvaldo Bossi, este primer libro de poemas puede ser también una puerta de entrada para quienes no se animan a leer poesía y no saben lo que se pierden. Ambos mentores hablaron en la presentación, el viernes pasado en Homo Sapiens, Rosario. Habrá que  perdonarle ciertos errores de puntuación (comas que sobran). Igual es recomendable.