La muestra 8M Manifiestos Visuales seguirá en pie hasta el 31 de marzo, como estaba previsto. Se trata de la exposición que fue vandalizada en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) por un grupo de fanáticos religiosos. Este martes las artistas se reunieron con las autoridades y empezaron a juntar los pedazos de sus trabajos para hacer de la destrucción una obra colectiva potente y nueva. El rectorado hizo una denuncia y la justicia federal comenzará a investigar el episodio. En conferencia de prensa, la rectora Esther Sánchez informó, además, que se inició un sumario administrativo para investigar la presunta participación de docentes y estudiantes en el ataque. La Iglesia mendocina, que antes de lo ocurrido había cuestionado la exposición, hizo un llamado a la "concordia" y la "paz", y repudió el acto de "violencia física".

Fue el lunes a eso de las 17. Un grupo de 50 personas destruyó siete de las 20 obras de 8M Manifiestos Visuales, inaugurada en el Mes de la Mujer en las instalaciones del rectorado de la UNCuyo, más precisamente en el anexo del Espacio de Arte Luis Quesada. Gritaban "viva Cristo Rey" y "viva la Virgen", como se puede apreciar en videos. La Pastoral Social de Mendoza había emitido un comunicado en el que cuestionaba la exposición por ejercer "una violencia simbólica sobre signos religiosos cristianos". Asimismo, días atrás, algunas obras habían recibido críticas en las redes sociales, con el pedido de que fuesen retiradas de la casa de estudios.

"Negro, puto, cuca, ya sabemos dónde vivís": todo esto le gritaban a Sergio Rosas, investigador, docente y curador de la muestra, cuando llegó al lugar y la destrucción había culminado. Los agresores lo reconocieron porque había dado notas a los medios presentando la exposición. "Doy clases de 15 a 18. A las 17 me llegó un posteo de Cristianos Católicos Autoconvocados que decía que iban a juntarse a repudiar y rezar por la virgen. Llamé a la gente de seguridad del espacio y pedí que la reforzaran. Cuando llegué me encontré con esta violencia exponencial. Una cosa es la violencia verbal, otra empujarte, decirte cosas surrealistas. Me pedían que no filmara porque había niños, y me amenazaban con que me iban a denunciar. El hombre de seguridad, con su ropa de guardia, estaba rezando con ellos", narró Rosas a Página/12. La universidad es laica; por ende los actos religiosos están prohibidos allí. No obstante "hicieron un exorcismo en latín e invocaron a San Miguel Arcángel para que bajara y con su espada destruyera las obras". Quien hizo el ritual fue un profesor de la Facultad de Derecho, de la cátedra de Retórica, Daniel Giaquinta. El Consejo Directivo, contó Rosas, pidió al Superior su despido, así como también que haya un llamado de atención a los estudiantes que participaron del atentado.

Cristina Pérez es una de las 36 artistas involucradas en la exposición (todas son estudiantes, docentes o egresadas de la casa de estudios, que respondieron a una convocatoria). Suele trabajar en relación a los sincretismos religiosos. Hace 20 años creó "El velorio de la cruz", escultura que antes de la destrucción costaba 480 mil pesos. Nació de los cruces entre las creencias populares religiosas, el folclore andino y elementos de la cosmovisión de los pueblos originarios. Recreaba los estilos decorativos de santuarios populares, cementerios, ermitas y altares en las fiestas campesinas de la cordillera. En concreto, era un sarcófago en cruz que contenía una forma femenina de brazos abiertos, desnuda, con el cráneo de una vaca como cabeza

Pérez recién salía de la reunión con la rectora y la decana de la Facultad de Artes, Laura Braconi, al momento de hablar con este medio. "La muestra no podía terminar. No podíamos renunciar a ganar la batalla. Estamos en shock y esto nos hace sentir vulnerables, pero a la vez nos fortalece. A nivel histórico las mujeres hemos sabido sortear tantos obstáculos y hemos podido resignificar cualquier acto de violencia o agresión. Lo que pasó ilumina a un sector agazapado y escondido que está esperando cualquier motivo para salir con violencia. Y muestra lo poderoso e imprescindible que es el arte y cómo se constituye a la par de los procesos sociales. ¿Cómo puede ser que una obra provoque a este punto?", expresa.

La Arquidiócesis local, a través de la Pastoral Social, que antes del ataque había denunciado "violencia simbólica" porque la muestra hería "gravemente" convicciones religiosas, terminó cuestionando a los fanáticos que rompieron las obras. “Repudiamos este acto de violencia física (...). Nos solidarizamos con las artistas que vieron afectado el fruto de su trabajo y esfuerzo”, expresó mediante un comunicado, y llamó a "la concordia y la paz". “Lamentamos el accionar de personas que viven su religiosidad como en tiempos oscuros, que tan dolorosos han sido para la humanidad", se lee en el documento. Por su parte, la Facultad de Artes y Diseño manifestó un repudio a estas prácticas "antidemocráticas" y su "mensaje de censura".  “El arte y las expresiones culturales no pueden ser rehenes ni sustento ideológico para movilizar a los fundamentalismos y a la intolerancia", sentenció, y postuló: "No es casual que esta muestra de violencia fundamentalista ocurra en la semana del 24 de marzo”.

Las artistas estuvieron en la tarde del martes organizando las piezas rotas para "un nuevo recorrido". Escribirán un texto que guíe y acompañe los trabajos post-destrucción. La muestra incluirá ahora imágenes de las obras cuando estaban sanas y los videos de este acto de "violencia, agresión y fachismo" que emergió en una sociedad "muy conservadora y tradicionalista", en palabras de Pérez.

La exposición, inaugurada el 7 de este mes, surgió con el objetivo de "contribuir al establecimiento de una mirada reflexiva desde el arte sobre la sociedad patriarcal", según se comunicó en la apertura. Contiene pinturas, esculturas y obras liminares. Su eje no está especialmente vinculado a un cuestionamiento sobre la Iglesia. Abarca otros tópicos como el aborto, el embarazo, la lactancia, la violencia de género. Las creaciones que fueron atacadas graficaban la genitalidad femenina o símbolos religiosos.

"La obra perdura. Habrán destruido su materialidad pero no el concepto. Soy una andina, nacida a las faldas del Aconcagua, comprometida desde la niñez con las fiestas religiosas, creyente", define Pérez, quien además es música --compositora y cantautora-- y reconoce a León Ferrari como uno de sus grandes maestros. No es la primera vez que le pasa algo así. Por eso está, en cierto modo, tranquila. Padeció antes otros episodios de destrucción y hasta atravesó un "juicio por censura". Hace 14 años unos encapuchados taparon un "mural por la memoria" de su autoría que ocupaba el exterior de un edificio municipal. Lo cubrieron de esmalte sintético negro. Escribieron: "viva Cristo rey" --la frase que también se escuchó ahora-- y "Malvinas, volveremos". "Aquí el Opus Dei está fuertísimo. La derecha de la Iglesia tiene una cueva en el Aconcagua, una sucursal. Pero todo acto de represión lo único que gana es una acción totalmente contraria hacia donde pretende llegar", concluye la artista.