El Congreso de España rindió este martes un homenaje a Ramón Valle Inclán. La primera jornada del debate de la moción de censura presentada por Vox para tumbar al Gobierno de Pedro Sánchez pareció inspirarse en alguna de las obras de genial dramaturgo gallego, que con el sainete y el esperpento reflejó con acabada ironía las miserias de la sociedad española de finales del XIX y principios del XX.

El sistema político español concede a los grupos representados en el Parlamento el instrumento de la moción de censura, un mecanismo que permite a las formaciones mayoritarias de la oposición plantear un programa y un candidato alternativo al del Gobierno y, si consigue la mayoría absoluta de la Cámara, tumbar al presidente y nombrar uno nuevo.

Aunque sólo en una ocasión en la historia de la democracia española esta herramienta dio lugar a un cambio de gobierno, cuando en 2018 Pedro Sánchez desplazó a Mariano Rajoy, este sistema suele utilizarse como mecanismo de desgaste del gobierno en ejercicio y la presentación ante la opinión pública de una alternativa. Así lo hizo Felipe González en 1980, cuando la moción de censura presentada contra el entonces presidente Adolfo Suárez, pese a no prosperar, sirvió de preludio a la arrolladora victoria que conseguiría en las urnas dos años después.

Desde entonces la historia de España registraba otras cinco mociones de censuras, y aunque sólo la de Sánchez contra Rajoy se coronó con el éxito, nunca hasta este martes se había vivido una situación tan esperpéntica como la protagonizada con la moción presentada por Vox.

A diferencia de los mecanismos de otros sistemas políticos, donde se puede destituir a un mandatario y convocar inmediatamente a elecciones, en España la presentación de una moción de censura requiere de una propuesta concreta. El objetivo es que si la moción prospera, el nuevo presidente pueda acabar la legislatura. Para ello debe ofrecer en el debate de la moción un programa de gobierno y demostrar que cuenta con mayoría parlamentaria para llevarlo adelante.

Nada de eso propuso Vox con la moción de censura cuyo debate se inició este martes. La formación de extrema derecha articuló su propuesta sobre el único eje de echar a Sánchez del palacio de La Moncloa y convocar cuanto antes nuevas elecciones. Desde que el presidente socialista se revalidó en el poder en las elecciones de 2019, Vox lo considera ilegítimo por haber conseguido la mayoría parlamentaria gracias a una amalgama de partidos de izquierda y separatistas que permitieron su investidura. Desde la pandemia ha articulado un discurso catastrofista con el que asegura que la supervivencia de España como nación está en peligro si el presidente socialista sigue en el poder.

Por eso reclama echarlo para convocar elecciones, y para demostrar que quitar a Sánchez es una prioridad que excede sus intereses como partido eligió como candidato a Ramón Tamames, un economista de prestigio de 89 años antiguo militante del Partido Comunista, preso político durante el franquismo, que a finales de los ochenta, cuando era concejal en Madrid, protagonizó un acto de transfuguismo al salirse de Izquierda Unida y dar sus votos a la derecha en una moción de censura que quitó del Ayuntamiento al entonces alcalde socialista Juan Barranco.

Tamames llevaba décadas alejado de los focos, y este martes consiguió el objetivo de que la atención se volviera a centrar en él. Quienes esperaban que ofreciera una actuación extravagante no defraudó. No aplaudió el discurso de Santiago Abascal, el líder de Vox que lo propuso como presidente del Gobierno, interrumpió uno de los discursos de Pedro Sánchez para protestar porque el presidente había acudido con “un tocho de 20 folios” escritos de antemano para responder a cosas que él no había dicho, se quejó de que los discursos eran demasiado largos, se negó a responder a las intervenciones de los grupos minoritarios y justificó la moción en que el gobierno de coalición no respeta la división de poderes. No obstante, para confirmar que su viaje ideológico desde la resistencia comunista al franquismo hasta la candidatura por la extrema derecha es completo arremetió contra la Ley de Memoria Histórica, vaticinó una catástrofe por el exceso de gasto y censuró el aumento del salario mínimo aprobado recientemente por el Gobierno de Sánchez.

Para el Ejecutivo de coalición del PSOE y Unidas Podemos, muy desgastado en las últimas semanas por la aprobación de leyes polémicas impulsadas por las ministras de Podemos y los continuos conflictos entre ambas fuerzas, la moción de censura ha supuesto un balón de oxígeno. En un gesto de reflejos políticos, Sánchez no sólo aprovechó las más de diez horas de debates para repasar los logros de su gobierno, sino que cedió parte de la defensa del gobierno a su vicepresidenta Yolanda Díaz, perteneciente al espacio político de Podemos aunque no forma parte de ese partido. Díaz aprovechó para adelantar el lanzamiento de Sumar, el proyecto con el que pretende unir a todo el espacio político a la izquierda del PSOE antes de las elecciones generales de este año. La vicepresidenta habló durante una hora y media y Tamames sólo utilizó un minuto y medio para responderle.

La moción de censura ha puesto en un lugar incómodo al Partido Popular, en pleno proceso de reconquista de los votos que se le fueron por su flanco derecho hacia Vox y que ahora ve cómo el partido ultra recupera un protagonismo que había perdido. Para disgusto del PP, la moción permite a Sánchez salir fortalecido cuando hace apenas unas semanas su gobierno atravesaba el peor momento de la legislatura.

Este miércoles concluirá el debate y después se celebrará la votación. El PP ya ha anunciado que se abstendrá, por lo que difícilmente Vox sumará algún voto adicional a los de sus 52 diputados. Muy lejos de los 176 que necesita para investir como presidente a su excéntrico candidato.