La economía argentina ingresó en un régimen de alta inflación con subas de precios anuales de tres dígitos. Ese incremento tan veloz de los precios, cuyos aumentos mensuales rondan los seis puntos porcentuales, modifica la toma de decisiones económicas. Quienes reciben ingresos mensuales buscan adelantar gastos evitando la desvalorización de sus ingresos. Los empresarios se stockean de insumos para anticipar su encarecimiento y posibles desabastecimientos. También la negociación salarial en paritarias sufre modificaciones por la necesidad sindical de preservar el poder adquisitivo de sus afiliados, no sólo ante los niveles de inflación del presente, sino también ante la incertidumbre de su posible aceleración.

En contextos de alta e incierta inflación, es tan importante la suma de aumentos salariales acordados por el sindicato como la duración del acuerdo hasta la próxima revisión. Es que una aceleración de la suba de los precios como la que hubo el año pasado, que pasó de un orden del 50 por ciento a casi el 100 por ciento, puede dejar atrás aumentos salariales que a principio de año parecían sumamente beneficiosos para los trabajadores de cierto sector. Así, algunos sindicatos con fuerte poder de negociación que cerraron paritarias antes de la aceleración de la suba de precios, con cláusulas de revisión más prolongadas, tuvieron resultados magros en relación a otros que negociaron cuando la aceleración inflacionaria era evidente y acordaron cláusulas de revisión prácticamente mensuales.

En términos técnicos, la velocidad de ajuste del contrato se torna central para definir la suerte del poder adquisitivo del salario en contextos de alta inflación. Mucho más al tener en cuenta que las negociaciones posteriores, si bien pueden actualizar el salario respecto a la evolución de los precios, rara vez compensan totalmente las pérdidas de poder adquisitivo del salario que se produjeron durante la transición entre negociación y renegociación. Llevando las cosas al extremo, incluso algunos trabajadores por cuenta propia que no cuenta con sindicato, como por ejemplo un gasista, plomero o vendedor ambulante, pueden llegar a tener mayor capacidad de protección de sus ingresos en contextos de aceleración inflacionaria, ya que pueden actualizar sus ingresos en forma diaria (siempre que el contexto económico general no se deteriore afectando su cartera de clientes).

El acortamiento de los acuerdos salariales, como de los demás contratos de la economía, es una herramienta racional para reducir la incertidumbre de cada sector en contextos de elevada inflación. Pero en economía, a contramano de lo que sostiene la escuela ortodoxa dominante, lo que es bueno para cada sector por separado puede dar resultados colectivos que no son óptimos. En este caso, el acortamiento de los contratos amplifica la indexación de la economía y, con ello, la velocidad con que la inflación se acelera frente a algún shock. Ello explica el fuerte impacto que tuvo la suba de precios internacionales por la guerra de Ucrania en Argentina, en relación a otras economías que no venían atravesando un proceso inflacionario previo.

@AndresAsiain