Acorralado por el peso de las protestas y la convocatoria de una huelga general por parte de los sindicatos, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, pospuso la polémica reforma judicial que impulsa su gobierno, aunque no la desechó por completo. Netanyahu anunció que la segunda y tercera lectura de la reforma se aplazaba a la próxima sesión parlamentaria que se abrirá tras las vacaciones de la Pascua judía, del 5 al 13 de abril, cediendo así en parte a las exigencias de los dirigentes opositores y la ciudadanía que copó las calles.

"Cuando es posible impedir una guerra civil mediante el diálogo, yo, como primer ministro, me tomo un tiempo para negociar", declaró Netanyahu en una esperada intervención televisada. El presidente Isaac Herzog, quien horas antes había pedido la suspensión "inmediata" de la reforma, celebró el anuncio para "apagar fuegos" e incluso se ofreció a mediar, aunque no conformó a los grupos convocantes de las protestas, las mayores en la historia de Israel.

"Amenaza con desmantelar la democracia"

Muchos de los manifestantes vieron la paralización de la reforma como "una victoria" para la movilización ciudadana, pero coinciden en que no pararán las protestas hasta que esta no esté enterrada. "Tenemos que seguir protestando porque el gobierno está yendo demasiado lejos", dijo Becca Sousa, una mujer de 59 años que como muchos otros movilizados ondeaba la bandera israelí y llamaba a mantener el pulso con el Ejecutivo para tumbar por completo el plan.

"El gobierno ha llevado a Israel al borde de la destrucción y todavía amenazan con desmantelar la democracia. Un congelamiento temporal no es suficiente y las protestas nacionales continuarán intensificándose hasta que la ley sea rechazada por completo en la Knesset", declaró el Movimiento Paraguas contra la Dictadura, que aglutina a varios grupos civiles. Sin embargo después del anuncio la Histadrut, la principal confederación sindical del país, proclamó el fin de la huelga general convocada unas horas antes.

Después de extensas reuniones con sus socios de gobierno, Netanyahu anunció que "por responsabilidad nacional y por el deseo de evitar una grieta en nuestro pueblo", suspendía la votación en segunda y tercera lectura de la ley de elección de jueces, uno de los aspectos más controvertidos de la reforma, que estaba previsto que se aprobara esta misma semana, antes del receso parlamentario de abril por la Pascua judía.

De esta forma el gobierno se puso como plazo hasta julio para entablar un diálogo con la oposición y consensuar algunos cambios en la reforma original, vista por amplios sectores sociales (incluido el económico y el militar) como una amenaza para la democracia, porque socava la independencia de la justicia al dar al Ejecutivo amplio control sobre la misma y reduce la capacidad fiscalizadora del Tribunal Supremo.

¿La hora de negociar?

Aunque no es la primera vez que el primer ministro ofrece un diálogo a la oposición, sí es la primera vez que lo hace poniendo el freno a la tramitación de la reforma en la Knesset, lo que puede sentar las bases para una negociación. "Si la legislación realmente se detiene, de manera genuina y total, estamos listos para iniciar un diálogo auténtico en la residencia del presidente", señaló el líder de la oposición, el centrista Yair Lapid, quien advirtió que la concesión de Netanyahu también podría ser un "engaño".

Luego de sus palabras el líder opositor del Partido Unidad Nacional de Israel, Benny Gantz, recibió con satisfacción la medida y planteó que "mejor tarde que nunca", agregando que iniciarán conversaciones con el gobierno al respecto. Estados Unidos, gran aliado de Israel, aplaudió la medida, que "da más tiempo para encontrar un compromiso", dijo la vocera de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre.

En su mensaje por cadena nacional, Netanyahu insistió en que es necesaria una reforma "que restablezca el equilibrio perdido entre los poderes del Estado", ya que a su juicio, en el sistema actual, el Supremo tiene muchas facultades para inmiscuirse en asuntos políticos. Este lunes, la comisión parlamentaria de leyes votó a favor de uno de los elementos clave de la reforma: el proyecto de ley por el que se modifica el proceso de nombramiento de los jueces

La reforma promovida por el gobierno de Netanyahu, uno de los más derechistas de la historia de Israel, busca incrementar el poder de los políticos sobre los jueces y disminuir el rol de la Corte Suprema. Netanyahu y sus aliados ultraortodoxos y de extrema derecha defienden el cambio con el argumento de que debe equilibrarse la correlación de fuerzas entre los cargos electos y la Corte Suprema, a la que consideran politizada. Sus detractores consideran que la reforma amenaza la separación de poderes y el carácter democrático del Estado de Israel. 

El despido de un ministro, el detonante

Netanyahu cesó el domingo a su ministro de Defensa, Yoav Gallant, después de que este se pronunciara públicamente a favor de frenar la reforma ante el amplio rechazo provocado en la población. La situación llevó incluso a miles de reservistas a negarse a servir en el Ejército, lo que suponía a su juicio un "peligro real e inminente para la seguridad de Israel".

Como respuesta, una cifra récord de más 650 mil israelíes salieron el domingo a la noche a las calles de todo el país, sobre todo en Tel Aviv, en protestas que se convocaron improvisadamente en redes sociales. Las protestas se mantuvieron el lunes con el llamado a la huelga general por parte de la Histadrut, que fue seguida por universidades, bancos, cadenas de comidas rápidas como McDonald's, alcaldías y hospitales, en una decisión que luego fue suspendida.

Además los trabajadores del aeropuerto internacional de Ben Gurion lograron que se suspendieran durante varias horas los despegues de vuelos, y se frenó el tráfico en el puerto de Ashod. Más de 100 mil manifestantes se congregaron el lunes de nuevo frente a la Knesset en Jerusalén, mientras que una contramanifestación progubernamental, organizada por grupos de extrema derecha, se convocó en la misma zona con miles de asistentes, entre ellos el ministro de Seguridad Nacional, Ben Gvir.

Los palestinos, grandes ausentes

En esta ola de protestas, los grandes ausentes son los palestinos. Los palestinos con ciudadanía israelí, un 20 por ciento de la población, no se sienten interpelados a protestar. En gran medida creen que no se reivindican realmente sus derechos como minoría y ven lo sucedido como un conflicto entre sectores de la sociedad judía israelí.

La cuestión palestina y la ocupación de los territorios palestinos no fueron asuntos prioritarios en las protestas, aunque como en otros días, este lunes hubo un pequeño grupo de activistas israelíes que lucieron banderas palestinas e instaron a terminar con la ocupación. "No hay tal cosa como democracia con ocupación", cantó este grupo de manifestantes, mientras lo que parecían ser policías encubiertos israelíes les requisaban las banderas y detenían a algunos de ellos.