A pocos meses de las elecciones, los discursos del oficialismo y la oposición sobre la importancia de la ciencia y la tecnología vuelven a servir de ejemplo para vislumbrar los modelos de país subyacentes que cada quien propone. Por un lado, las acciones del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación actual que, Ley de Financiamiento mediante (supone un incremento en la inversión plurianual), se orientan a convertir a la CyT en política de Estado; y, por otra parte, la postura de la oposición que vuelve a agitar los fantasmas de “achicar el Estado” y “barrer con una cartera accesoria”. En este diálogo, el ministro Daniel Filmus describe de qué manera el aporte del conocimiento científico es transversal a todas las problemáticas que afronta el país y destaca el rol del sector en el engranaje productivo de la nación.

--Teniendo en cuenta que la ciencia y la política son dos espacios con tiempos y ritmos muy diferentes, ¿cómo se planifican las políticas en ciencia y tecnología en un año electoral?

--Uno de los principales objetivos que nos planteamos cuando asumí como ministro era convertir a la ciencia y a la tecnología en política de Estado. Aun en un año electoral, el desafío principal es seguir trabajando para que los logros ya alcanzados se sigan implementando. Todos los días trabajamos para aplicar la Ley de Financiamiento del sector, así como también las vinculadas a Bio y Nanotecnología y las normas que fomentan los incentivos privados en la ciencia. Además apuntamos a sancionar otras dos leyes que contribuirán al proceso de reafirmar a la CyT como política de Estado. Proyectos que tienen media sanción, relacionados con el fomento a la innovación y el Plan 2030.

--La idea es que las normas sirvan para planificar el sector a futuro, más allá de los gobiernos de turno.

--El Plan 2030 está siendo elaborado hace más de dos años, a partir de convocatorias provincia por provincia. Lo interesante es que no solo participan los actores científicos y universitarios, sino también la CGT, la CTA y la UIA, así como otras grandes organizaciones de trabajadores y del sector empresarial. En síntesis, tenemos que trabajar como si no fuera un año de elecciones, sobre todo, porque al ser política de Estado, la ciencia y la tecnología no puede depender de los colores partidarios que gobiernan.

--Al ser política de Estado, al mismo tiempo, deja de depender de la voluntad de los gobiernos de turno y se refuerza su lógica transversal y su impacto en toda la sociedad.

--Precisamente en el Plan 2030 planteamos 10 grandes temas o líneas estratégicas. Solo para mencionar algunos, la transición energética con el litio a la cabeza, el hidrógeno y el plan nuclear son claves; también el sector espacial, a partir de satélites propios que ya desempeñan un rol fundamental no solo en la generación de imágenes sino también de comunicaciones. En este punto hay dos proyectos emblemáticos como el lanzamiento de Sabia-Mar (satélite que operará sobre el Mar Argentino) y el Tronador (lanzador). Tampoco podemos dejar de lado los ejes relacionados al Atlántico Sur: a partir de Pampa Azul recuperamos una política de Estado en este sentido. Lo social, asimismo, es un tema central: la educación, la pobreza y los derechos humanos tienen la misma urgencia de abordaje que el resto.

--Hay una impronta con la que busca identificar a su gestión: pensar al sistema científico y tecnológico de una manera integral. Son muchas las instituciones que componen el espacio y buscan trabajar de manera articulada…

-Cuando Cristina creó el ministerio en 2007, teníamos la idea de que la cartera pudiera agrupar a las grandes instituciones científico-tecnológicas. Como eso sucedió de manera parcial, nuestro esfuerzo del presente se relaciona con que las instituciones del sistema de CyT (compuesto por INTI, INTA, la Comisión Nacional de Energía Atómica, el Instituto Nacional del Agua, entre otros) aporten a una dirección común. Las universidades por su cuenta o el Conicet por la suya no pueden solos, si el objetivo es abordar las grandes preocupaciones del país y del sistema productivo.

--La reunión histórica en la Antártida fue con ese objetivo.

--Exacto, tuvimos la presencia de los 18 organismos que componen el sistema. La semana pasada me reuní con diez gobernadores del Norte Grande y, a diferencia de lo que sucedía años atrás, hoy existe una clara conciencia de que la incorporación del conocimiento genera valor agregado y puestos de trabajo, permite dejar de estar supeditados a las crisis cíclicas del mercado mundial y promueve la integración entre los intereses de las diversas provincias. En el presente, la ciencia y la tecnología ocupan un lugar central en las políticas de desarrollo del país.

--Sin embargo, desde la oposición resurge la idea de pensar al MinCyT como un ministerio accesorio.

--Ningún problema se puede resolver sin la mirada y el apoyo del conocimiento científico. Durante los últimos días asistimos a reiteradas declaraciones por parte de miembros opositores, que vaticinaban que el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación corre el riesgo de desaparecer. Otros apuntan que eliminarán 10 ministerios si llegan a ser gobierno, como si fuera garantía de algo. La pandemia ha contribuido a incrementar la legitimidad de la ciencia; pienso que tenemos una sociedad convencida de que sin ciencia no se resuelven los problemas. Sin el conocimiento autóctono, son los países centrales los que deciden sobre la vida y la muerte de toda la humanidad; los desarrollos en CyT sirven para resolver los problemas vinculados a nuestras necesidades. La misma encuesta que consultó Horacio Rodríguez Larreta para saber qué ministerios habría que cerrar, coloca al MinCyT como la sexta cartera más importante.

--¿Argentina tiene muchos científicos o debería tener más?

--Argentina necesita más científicos de los que tiene. De hecho, necesita muchos más, sobre todo, si se tiene en cuenta que existen áreas críticas en las que cuesta hallarlos. Hay que pensar que hoy la competencia es internacional, es decir, cualquier persona puede trabajar para cualquier empleador en cualquier lugar del mundo. Para citar un ejemplo, cuando uno lee los informes de Defensa de EEUU o de la Unión Europea, se advierte la misma preocupación por parte de sus gobiernos: muchos científicos y científicas se sienten atraídos y optan por ir trabajar a escenarios desafiantes como China.

--El país requiere generar vocaciones.

--Sí, necesita desarrollar vocaciones científicas de manera muy temprana en la escuela básica, y fortalecer la enseñanza científica y técnica en la escuela media. Lo estamos consiguiendo porque vemos que se incrementa la matrícula en disciplinas vacantes, pero la demanda es tanta que todavía falta. Muchos científicos se vuelcan al sector privado cuando el sector público no está en condiciones de generar las oportunidades. Bajo esta premisa, anunciamos sucesivas jerarquizaciones salariales que nos permiten recuperar al menos una parte de lo que el macrismo desestimó.

--Uno de los principales desafíos consiste en la federalización del sistema, fuertemente concentrado en Buenos Aires y otras grandes ciudades. ¿De qué manera es afrontado?

--Hay un criterio federal en absolutamente todas nuestras acciones. Desde la distribución en las convocatorias para la obtención de equipos de punta, hasta el lanzamiento de un programa como Raíces Federal, por intermedio del cual financiamos la radicación, el equipamiento y el instituto de destino para que los investigadores y las investigadoras de nuestro país trabajen en todos los rincones. Las provincias se encargan, como parte del plan, de aportar la vivienda, pero el resto corre por nuestra cuenta con el objetivo de que se creen grupos de excelencia por todos lados. Los edificios no sirven para nada si adentro no hay investigadores.