“Si algo nos une como grupo es haber esperado muchas horas el 160 en Almagro, ¡nos dio horas y horas de charla!”, tira Kalén Ortiz y el grupo estalla en carcajadas. Las esquinas de Medrano son una fija para quienes curten la noche porteña y tienen que volver al sur del primer cordón bonaerense. Y con Alejandro Forneiro y Lola Rosa, Ortiz compartió muchas de esas esquinas. La cantautora Marisa Vázquez, aunque de otra generación y ya instalada en Boedo, también le prendía velas al 160 para volver a Valentín Alsina. Después de muchos años de trabajo solista, la cantante y los tres guitarristas conformaron Marisa Vázquez y La Conurbana, que este sábado presentará su primer disco, Insomnio, en el Padilla Espacio Cultural -Av. Meeks 1058-, en el centro de Temperley.

El grupo, cuentan los guitarristas, es en parte hijo de la cuarentena. Kalén y Alejandro filmaban los típicos videos para matar el tiempo y la ansiedad del encierro y cuando se lo mandaron a Marisa, ella les propuso hacer un grupo, con la condición de sumar a una violera mujer. “La que más conocemos, la mejor y que nos vuela la cabeza, es Lola”, celebra Ortiz. “Con Lola ya nos conocíamos de guitarreadas y juntadas, de cruzarnos en la noche, eso hizo más orgánico todo el proceso”, recuerda Forneiro. Vázquez agrega que también fue clave la raíz conurbanense de los cuatro. “Todos de la misma zona, circular por los mismos lugares y curtir los mismos códigos”, enumera.

“La identidad la sentimos un poco como aguantar, como una cosa medio periférica pero que para nosotros es algo lindo. Además el tango en Capital está muy nutrido del conurbano, de gente que surgió de acá, aunque ahora vivan allá: somos una zona de transición que nos permite tener esas vivencias particulares”, reflexiona Ortiz. “Otra cosa importante para mí fue la EMPA (Escuela de Música Popular de Avellaneda), que también es una marca tremenda. Una misma formación no sólo en lo musical, sino en los valores, que es entender la música como compartir, denuncia, paisajismo”, agrega.

La guitarrista advierte que en la identidad de la agrupación también hay una marca en torno a la idea misma del género musical. “Siempre al tango se lo piensa como la música de la ciudad de Buenos Aires, pero históricamente está muy entremezclado con los alrededores, que seríamos nosotres. Creo que nos pasa como le pasa un poco a las identidades de las mujeres y disidencias, que de repente tienen quienes canten sus historias. A nosotres nos llega la misión de cantar las historias de las personas del conurbano, que están solapadas y nunca terminan de tener una identidad destacada, siempre está inmersa en la identidad porteña”.

-¿Qué le da lo “conurbanense” a lo musical?

Kalén Ortiz: -No quiero ponerme territorial, aunque un poco lo es. Pero creo que es algo que también pasa en la zona sur de la Ciudad. Uno a medida que va al norte los temas son otros. Hay una cuestión con la vehemencia en nuestra música, un marcato polenta que tiene que estar, lo mismo que cierta oscuridad y cierta ternura. El conurbano tiene esa contradicción que es hermosa. La conjunción de eso es nuestra pasión.

María Vázquez.: -También algo un poco mugriento. Y en mi caso, contaminado por una cuestión generacional. Yo no soy tan purista. Quizás él lo es más que yo. Porque ellos ya estaban cuando el tango ya volvió. Yo me morfé la etapa de los peluquines y los zapatos blancos de charol.

En el grupo, Ortiz oficia de arreglador y director musical. Marisa de compositora y cantora. Aunque los temas pasan por las manos de los cuatro hasta decidir qué llegaría al disco. Algunos de esos temas son clásicos de Vázquez, de los que se repiten en recaladas y suenan en festivales: “Zabaleta”, “El zarpazo”, “Gualicho de luna”. Otros aparecieron en el proceso conjunto: “Conurbano” (una suerte de paisajismo musical) o “No es raro”, que “busca contar una historia de amor entre dos mujeres”, cuenta Lola. “Eso antes en el tango era impensado –destaca Vázquez-, a mí las chicas de las colectivas de mujeres siempre me decían que hacía falta contar estas historias. Y está bueno. Ya no es raro verlas”.

También salieron del cajón algunos inéditos que llevaban tiempo esperando el arreglo indicado, como “Insomnio de besos”. “Ese era más tipo bolerón y nosotros le metimos tango”, recuerda Kalén. “Igual en general tuvo que ver mucho que a nosotros tres, conociendo su repertorio, nos fijamos qué nos gustaba de eso y ahí obviamente hay temas de ella muy potentes desde la denuncia social y ese tipo de poética para nosotros es muy importante porque retrata una situación”. Rosa interviene: “esos temas como ‘Zabaleta’ o ‘El zarpazo’ siguen muy vigentes desde la perspectiva conurbana, nos interpelan todo el tiempo”.

Lola: -Además esos temas son súper vigentes. Incluso desde una perspectiva conurbana más que nada. Nos interpela todo el tiempo. Ale y yo siempre terminamos llorando.

Ale: -Uno a veces en los ensayos no toca con tanta polenta porque deja eso para el vivo. Uno se cuida un poco más, y aún así nos terminamos emocionando, sea por cómo suena el arreglo o porque la escuchamos a ella cantar. Y es hermoso hacer música desde la emoción. Es impagable. No necesitás más nada.

María: -"Gualicho" es el único tema tierno que tengo, ¡y escrito en mayor! Todo lo demás es brutal.

Kalén: -También nos sucedió que con Ale la habíamos acompañado

María: -Me pasa eso que uno se empieza a enojar con el balance de su carrera hasta que de pronto te quedás en una recalada y alguien pide un tema tuyo. Y no lo podés creer. Es maravilloso, es un sueño, un premio. O que ellos me manden un video de un chico cantando un tema que sacamos hace dos semanas.

-¿Y el resto?

María: -“En este bar” ya estaba hecho hacía un montón también. Yo a él le pasé “Mirá, tengo todos estos temas que no grabé”. Ese a él le gustó y terminó siendo el tema ganchero del disco, lo anticipamos como simple. Después “Conurbano” surgió en mis viajes al conurbano a ensayar. Antes escribía en los colectivos, ahora en el auto.