No hay duda de que Héctor Alterio es una leyenda viviente de la cultura argentina. Pero cuando irrumpe en escena, y la platea se pone de pie y aplaude al unísono, esa certeza se confirma. Y es que el actor está de regreso para presentar A Buenos Aires y despedirse de los escenarios y de una profesión que lo acompañó siempre. Tiene 93 años, pero sobre las tablas retrocede en el tiempo y sonríe con la frescura de un chico frente a un juguete nuevo. Porque, después de todo, el teatro es precisamente eso que él define como un “juego de la verdad y la mentira”.

“Siempre se vuelve a Buenos Aires”, cantó Eladia Blázquez, y eso hace Alterio que vuelve para homenajear a su ciudad natal y para compartir los tangos y las poesías con las que fue “tallado” de niño. Con la inmejorable compañía del pianista Juan Esteban Cuacci, el actor le pone voz a una cuidada selección de autores como León Felipe, Cátulo Castillo, Astor Piazzolla, Horacio Ferrer, Hamlet Lima Quintana y la misma Blázquez.

La dramaturgia, a cargo de su esposa, la psicoanalista Ángela Bacaicoa, se remonta a 1974, año en el cual el actor viajó al Festival de San Sebastián a presentar la película La tregua, de Sergio Renán. Hasta allí llegó el eco de las amenazas de la Triple A, y el exilio se transformó en la única salida. La figura del destierro y la nostalgia serán, entonces, las que marquen el pulso de la ceremonia que el protagonista ofrece. Buenos Aires es para él un “paraíso perdido”, como decía Borges, y desde esa hipótesis se construye la propuesta.

Por eso no es casual que el artista elija rescatar la obra de León Felipe y darle centralidad en su puesta. El poeta republicano debió exiliarse de España en 1938 rumbo a México, y su historia se espeja en la del actor argentino, que también debió buscar otro destino escapando de la intolerancia política. Tal vez ese sea el motivo de que los versos de Felipe hayan cautivado a Alterio al punto de que desde antes de la pandemia comenzó a hacer gira por España recitando esos textos en un espectáculo poético-musical al que bautizó Como hace 3000 años, de la mano del guitarrista José Luis Merlín.

De esa impronta -y acompañado en esta ocasión por el virtuosismo de Cuacci- se sirve el reconocido intérprete para recitar “Escuela”, donde Felipe rememora sus días de exilio. “He vivido largos años, y he llegado a la vejez con un saco inmenso, lleno de recuerdos, de aventuras, de cicatrices (...)”, son algunas de las palabras que escribió el autor y que Alterio vuelve suyas.

Poesía, tango y profunda emoción se conjugan en una puesta sin cuarta pared. La obra también es un homenaje a la vida y a la libertad de hacer y ser sin ataduras ni censuras. Alterio alterna alguna anécdota con la interpretación de piezas como “Al mundo le falta un tornillo”, de Enrique Cadícamo, la “Teoría de los buenos deseos”, de Hamlet Lima Quintana y “Mi viejo Piazzolla”, de Ferrer. Y no vuelan moscas. Cuando el maestro habla, la platea se sumerge en un estado hipnótico.

Héctor Alterio se despide, y decide hacerlo de la mejor manera: en un escenario, el lugar donde dio sus primeros pasos en el oficio. Y revelando a la persona detrás del personaje, sin disfraces ni máscaras. Quien traspasó la pantalla grande en innumerables ocasiones, con personajes de lo más diversos, sale a escena sin otro ropaje más que su sensibilidad y su experiencia.

150 películas y 50 obras de teatro forman parte de su trayectoria. Y como reconocimiento a ese trabajo, el Ministerio de Cultura de la Nación lo reconocerá como Personalidad emérita de la cultura, este martes, en el Centro Cultural Kirchner. Alterio volvió. Y el público agradece. 

*Funciones: viernes, sábados y domingos a las 20.30, en el Teatro Astros (Corrientes 746).