La espera           6 puntos

Argentina, 2022

Dirección y guion: Ingrid Valencic y Celeste Contratti.

Duración: 61 minutos.

Estreno exclusivamente en el cine Gaumont.

Como ocurre con tantos largometrajes nacionales valiosos, La espera es la clase de película que suele llamar la atención en el circuito festivalero pero luego debe luchar con uñas y dientes para aparecer en el radar, para encontrar a su público durante el estreno comercial. El segundo film de las realizadoras Ingrid Valencic y Celeste Contratti es breve y pequeño en escala, pero sus búsquedas no son escasas. La sinopsis oficial habla de un hombre de campo cuyo galpón está poblado por calaveras de ciervos con sus respectivas cornaduras, de cacerías y caminatas silenciosas a la espera de los movimientos y ruidos del animal. Valencic y Contratti echan raíces en el documental de observación, pero ya desde los primeros segundos utilizan una estrategia deformante, con un trabajo expresionista del sonido. Mientras los chispazos de una tormenta en el horizonte se cruzan con imágenes de cerdos salvajes caminando en medio de la noche, la pista de audio enrarece la pantalla y acerca su contenido al terreno de los sueños.

Entonces aparece Daniel Mansinelli, un hombre de poco más de sesenta años que vive en soledad en un paraje aislado del monte pampeano. Durante los primeros treinta minutos de La espera no se escuchará ninguna voz humana, con la excepción de un locutor en la televisión que describe el bramido del ciervo rojo, tal vez el único elemento extemporáneo de la narración. Daniel limpia su rifle, se acuesta a dormir y tal vez sueña; con los primeros rayos del sol sale al monte y aguarda con paciencia la aparición de un animal de caza. No ocurre nada, pero al día siguiente un disparo en off es seguido por una extensa secuencia en la cual el animal es carneado pacientemente, el cuero separado de la grasa, los trozos de carne cortados para su consumo posterior. Los restos inservibles serán devueltos a la naturaleza, ofrecidos a los animales carroñeros. Es un mundo atávico, alejado del circuito industrial moderno de preparación y consumo de carne animal. “Bon appétit”, dice Mansinelli, y su voz se escucha por primera vez.

Más tarde, ya con las palabras del protagonista en primer plano, el recuerdo de sus abuelos italianos y la caza de animales pequeños y aves para subsistir. El estofado con liebre, el caldo de carne, la polenta con pajaritos. También la descripción de aquellos animales que solían ser plaga y hoy están en peligro de extinción por la matanza desenfrenada. Según afirman las realizadoras en la gacetilla de prensa, el punto de partida estaba a mitad de camino entre la intriga y la crítica ante el sujeto del documental. “Se despliega así una pregunta sobre la forma en la que nos vinculamos con la naturaleza y, en especial, con el consumo de carne. Cuando los prejuicios por el otro caen, permanece la inquietud sobre nuestra propia relación con el entorno”, escriben, y definen bastante bien la propuesta de La espera.