El boom de los modelos de inteligencia artificial sigue en aumento y genera un amplio debate entre economistas, ingenieros, filósofos, historiadores, políticos y referentes de distintas disciplinas. Hace algunas semanas se difundió un informe del Instituto para el Futuro de la Vida que proponía frenar los desarrollos de esta tecnología al menos por seis meses. El informe tuvo ruido mediático pero no generó ningún efecto práctico en la industria. Las inversiones se aceleran a ritmos vertiginosos, la carrera de las grandes tecnológicas es a todo o nada y la regulación y planificación brilla por ausencia en occidente.

El caso del empresario Elon Musk es uno de los ejemplos para observar el nivel de desorden que muestran países como Estados Unidos con la inteligencia artificial. El dueño de Tesla financia parte de los trabajos del Instituto para el Futuro de la Vida y fue uno de los que firmó el documento para concientizar de los riesgos de estas nuevas tecnologías y detener su desarrollo para tener tiempo de entender sus posibles impactos.

Sin embargo, pocos días después de firmar ese documento tuvo un cambio de parecer. La semana pasada anunció el lanzamiento de una nueva startup para competir contra los modelos de lenguaje natural de gigantes como Microsoft y Google. Se dedicará a hacer lo que pedía frenar.

En un artículo de opinión para Project Syndicate el economista inglés Roberto Skidelsky fue categórico para describir la situación. “El surgimiento de la inteligencia artificial generativa aparentemente ha causado pánico entre los evangelistas de la industria como Elon Musk, quien recientemente pidió una pausa de seis meses en el entrenamiento de nuevos sistemas de IA. Pero ¿nuestros Víctor Frankenstein contemporáneos son sinceros acerca de pisar los frenos, o simplemente están compitiendo por ganar el mercado?”.

Los proyectos de inteligencia artificial buscan alcanzar capacidades que hasta ahora parecían reservadas para los seres humanos. Dejar al mercado modelar en libertad estas tecnologías no parece buena idea. La revista de innovación de la universidad MIT publicó la semana pasada un texto punteando algunos de los principales problemas de no tener normas claras para el sector. “Si los reguladores no actúan ahora, el auge de la inteligencia artificial generativa concentrará aún más el poder de las grandes empresas tecnológicas. Para entender por qué, el auge de la IA depende de dos cosas: grandes cantidades de datos y suficiente potencia informática para procesarlos”.

A partir de esta descripción plantea que “ambos recursos sólo están realmente disponibles para las empresas tecnológicas más grandes”. Algunas de las aplicaciones más reconocidas, como ChatGPT de OpenAI y la IA de generación de imágenes Stable Diffusion, son creadas por startups, pero dependen de acuerdos con las grandes empresas tecnológicas que les brindan acceso a sus vastos recursos de datos y computación. Por este motivo el artículo del MIT alerta que “un par de grandes empresas tecnológicas monopolizarán el poder a través de la IA en lugar de democratizarlo".

Ante esta falta de regulaciones en Occidente, una de las economías que volvió a mostrar su capacidad de anticipación y planificación fue China. En la segunda semana de abril hizo público el primer borrador para establecer las normas y criterios de desarrollo para la inteligencia artificial. Se publicó a través del portal de la Administración del Ciberespacio de China.

El documento describe que “la inteligencia artificial generativa a la que se refieren las medidas son las tecnologías que generan texto, imágenes, sonidos, videos, códigos y contenidos basados en algoritmos, modelos y reglas”, al tiempo que plantea que “el Estado apoya la innovación independiente, la popularización y la aplicación, y la cooperación internacional de tecnologías básicas como algoritmos y marcos de inteligencia artificial”.

El borrador indica que “en el proceso de diseño de algoritmos, selección de datos de entrenamiento, generación y optimización de modelos y prestación de servicios, deben tomarse medidas para prevenir la discriminación basada en raza, etnia, creencia, país, región, género, edad, ocupación, entre otras”. A su vez, se aclara que “el contenido generado por la inteligencia artificial generativa debe reflejar los valores fundamentales del socialismo”.

En otras palabras, los grandes gigantes de tecnología de China como Alibaba o Baidu podrán lanzar al mercado sus productos de lenguaje natural y todo lo que venga detrás. Pero siguiendo la hoja de ruta que planifica el Estado.