El matrimonio de Glew en cuya casa fue estrangulada Ayelén Roldán, la joven de 19 años embarazada, quedó detenido y acusado de homicidio. Adrián Aníbal Torres de 31 años y Natalia Inés Cottone de 30 años fueron acusados de los delitos de “homicidio en concurso ideal con aborto”, ya que la joven, asesinada el 3 de julio, cursaba su sexto mes de embarazo. Para la fiscal de la causa, hay suficientes indicios que contradicen la versión que dio la pareja sobre esa noche.

La orden de detención la libró el juez de Garantías 3 de Lomas de Zamora Gustavo Gaig a pedido de la fiscal que interviene en la causa, María Laura Alfaro, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 3 de ese departamento judicial. 

En el inicio de la investigación y con hipótesis antagónicas, la fiscal imputó, además de al matrimonio, al esposo de Roldán, Hernán Vallet, quien sostuvo que dormía en su casa durante las horas de la noche y la madrugada en las que ocurrió el crimen. Ahora, Alfaro considera a Cottone y Torres como autores del homicidio.

Según fuentes judiciales, la fundamentación de la fiscal para apuntar contra el matrimonio es “un cúmulo de indicios” que, además, se sostiene en los estudios de ADN efectuados a la víctima y a los sospechosos.

De acuerdo con los peritajes, debajo de las uñas de la joven embarazada los peritos encontraron el perfil genético de la mujer del matrimonio. En tanto, su marido tenía debajo de sus uñas un perfil mezcla con ADN de la víctima y de su esposa.

Cuando Cottone y Torres declararon ante la fiscal, sostuvieron que el día en que se cometió el homicidio ellos mantuvieron relaciones sexuales con la joven, lo que sería compatible con las muestras encontradas por los peritos. Sin embargo, para los investigadores esos perfiles genéticos hallados debajo de las uñas pueden ser las huellas de una pelea durante la cual Roldán intentó defenderse.

Además, otra de las pruebas sobre las que se apoya la argumentación de la fiscal son las declaraciones de dos testigos que desbaratan la coartada de del matrimonio. Según esos testimonios, la pareja fue vista al salir de su casa entre la 1 y la 1.30 de la madrugada.

En su declaración, la pareja había sostenido que ellos pasaron a buscar a Roldán y tuvieron relaciones sexuales los tres en su casa, pero que después, alrededor de las 20 horas del mismo día, se fueron para buscar a un hombre con el que mantuvieron relaciones sexuales. Mientras tanto, Roldán se quedó cuidando a los cinco hijos del matrimonio, uno de los cuales era su ahijado. Regresaron recién a las 5 de la madrugada siguiente, luego de haber tenido relaciones sexuales con un gomero en otro sitio, momento en el que hallaron muerta a Roldán en el piso del living.

Otro punto de la argumentación de Alfaro para sostener la acusación, según fuentes de la investigación, es que “el cable homicida estaba oculto cuidadosa e intencionalmente en el cesto de basura”, algo que no se corresponde con la actitud de un ladrón o un homicida ocasional.

Además, para la fiscal, la hipótesis del homicidio tras un intento de robo se cae al no haber daños en puertas y ventanas, pese a lo cual se investigó a delincuentes conocidos del barrio y se hicieron allanamientos en ese sentido, sin ningún resultado. En cuanto al marido de Roldán, no se encontró ninguna evidencia, ni móvil, ni testimonio que lo incrimine en la causa.

La madrugada del martes de 3 julio, Cottone y Torres, llamaron al 911 para avisar que habían hallado muerta a Roldán al llegar a su casa, en la calle Fleming al 3550, cerca del cruce con Francisco Beiró. La joven estaba tirada y estrangulada en el comedor del matrimonio. Los dueños de casa dijeron a la policía que faltaba dinero en efectivo y dos bolsas de ropa del lugar.