Hace unos meses, Página/12 dio a conocer los avances de las tareas arqueológicas y de investigación histórica que llevan adelante investigadores de las Universidades de La Plata, Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, Tucumán y del Conicet en la necrópolis de Sheikh Abd el-Qurna, en la orilla oeste del Nilo, cerca de la ciudad egipcia de Luxor. Luego de tres campañas de trabajo (entre 2020 y comienzos de este año) en una tumba de 3500 años de antigüedad, el grupo de egiptólogas/os, arqueólogas/os, historiadoras/es del arte, arquitectas/os y especialistas en conservación proyectan iniciar una cuarta etapa con el propósito de avanzar en las tareas de conservación, limpieza y restauración. Pero más allá de esa noticia, la curiosa investigación conocida como Proyecto Amenmose (tal el nombre del noble tebano al que pertenece la tumba y que vivió entre los años 1450 y 1400 antes de Cristo) abre las puertas a la reflexión sobre algunos temas constitutivos tanto de las sociedades antiguas como de las modernas: la muerte, la identidad, el poder, el placer, la religión y el lugar de la mujer. Acaso esas resonancias entre el pasado y el presente permitan entender a lo que se refería aquella famosa pregunta que lanzara el anticuario Ezra Winston en la inolvidable historieta Mort Cinder de A. Breccia y G. H Oesterheld: “¿Está tan muerto el pasado como creemos?”. Para la egiptóloga y doctora en Historia Andrea Zingarelli --directora del proyecto Amenmose y titular de Historia General I (Antiguo Oriente) de la carrera del Profesorado y Licenciatura en Historia (FaHCE-UNLP)-- , “la indagación del pasado permite derribar mitos y preconceptos comunes y contribuye a restaurar la memoria colectiva”.

--Antes de repensar el valor de los hallazgos y de sus resonancias con el presente, ¿podría resumir el trabajo hecho en Luxor desde 2020 hasta hoy y qué tareas se están proyectando para el cuarto viaje?

--Las pinturas y relieves en la tumba de Amenmose nunca habían sido restaurados ni estudiados en profundidad hasta nuestro primer viaje en enero y febrero de 2020. Durante esa campaña se hizo una evaluación de las condiciones generales de la tumba y se registró descriptivamente, a través de fotografías, los diferentes niveles de daños en el monumento. Además, relevamos en detalle las escenas, pintadas y en relieve, que nos sirvieron para investigar sobre los temas representados en ellas como el trabajo agrícola que Amenmose controlaba, su propia imagen, la adoración, junto con su esposa, hacia las divinidades, y la representación de los banquetes. Incluso, a través de una inscripción, pudimos descubrir que Amenmose, artesano y cantero egipcio, tenía una hija. En la segunda campaña, de febrero de 2022, se continuaron los trabajos de preconsolidación y limpieza, y se llevó adelante la documentación de todo el monumento a través del dibujo epigráfico digital, se midió y registró la composición de la epigrafía, y se realizó un nuevo relevamiento fotográfico además de la identificación de frases y signos. En la tercera campaña (febrero-marzo de 2023) se encontró la entrada original de la tumba, que estaba cubierta por unos siete metros de sedimento. En las campañas anteriores entrábamos a la tumba a través de un túnel y un boquete de 50 por 37 cm desde una tumba vecina. En la excavación se encontraron cerca de mil piezas: copias de objetos faraónicos; una oreja de madera pintada para escuchar las plegarias; guirnaldas de flores; conos funerarios con inscripciones de los nombres de los propietarios de las tumbas. Y entre muchos otros, restos humanos momificados. Junto a esos objetos hallamos otros de los Qurnawi (habitantes hasta hace una década el área): un sello de una familia de 1927; monedas de distintas procedencias producto del contacto con extranjeros; botellas de vidrio; latas y un certificado de nacimiento de un hombre datado en 1957. Para este cuarto viaje que proyectamos para fin de año, esperamos avanzar principalmente con los trabajos de conservación de pinturas y relieves, y también con el procesamiento, catalogación, documentación, conservación y el estudio de los objetos.

--¿Qué grandes temas forman parte de un puente que se podía trazar entre las sociedades antiguas y las actuales?

--Varios. Un elemento fundamental es la muerte. Ese es el gran tema de la sociedad del Egipto antiguo y, claro, de nuestras sociedades. Los tebanos en particular vivían generando dispositivos materiales y litúrgicos para enfrentar la crisis de la transición a un mundo nuevo, la muerte, y creaban contraimágenes vitales de manera de habitarlo sin perder lo necesario, es decir: el agua, los alimentos, la potencia vital, el estatus social y los vínculos familiares. La conexión entre esos dos mundos (vida y muerte) se hace presente en las expresiones artísticas en las tumbas. En ellas es difícil distinguir entre los vivos y los muertos. En todo ello, se imprime la creación de una memoria individual y también una memoria de clase. De hecho, las tumbas serían especie de casas de memoria.

--La eterna lucha contra el olvido...

--Exacto. Por ejemplo, cuando por motivos políticos o religiosos se buscaba eliminar al otro se condenaba su memoria (damnatio memoriae): su nombre era borrado o su imagen era destruida. En la tumba de Amenmose, se borra su nombre por contener el del dios Amón, proscrito en el período de Amarna por los seguidores del Atón (el disco solar). Es decir, se condena al olvido a los enemigos divinos y humanos.

--¿Cuáles son los otros ejes?

--El control del caos, el establecimiento del orden político. Hay que pensar que hace 5000 años se representa al faraón, la máxima autoridad del Estado, masacrando al enemigo o a punto de hacerlo. Esa figura mayestática perdura (también se lo ve subyugándolo con el carro, bajo sus sandalias o aplastándolo en el zócalo de su estatua) en la medida que simboliza el poder y la capacidad del Estado de controlar a sus enemigos, internos y externos. En la sociedad egipcia antigua el origen de este poder y su legitimación se basa en la divinidad inherente al rey, dado que era considerado un dios y el hijo de un dios. En el período de mayor expansión territorial, cuando Egipto se vuelve uno de los grandes imperios de la época, se puede reconocer una escenificación violenta del control del enemigo, por ejemplo, las manos y los penes amputados de los vencidos, recibidos y computados por el faraón Ramsés III.

--¿Qué conceptos, elementos o ideales comparten esas sociedades antiguas egipcias con las modernas?

--En especial la idea de la belleza. Lo bello, que se conceptualiza en aquella sociedad como lo bueno, lo que genera felicidad, se expresa en términos estéticos en la juventud, en cuerpos moldeados, en la esbeltez y en rostros equilibrados. No se aceptaba antes, como no se acepta hoy como bello, a los vientres abultados, los senos caídos y los rostros desproporcionados. Las vestimentas, adornos y pelucas varían según la moda epocal y también expresan, como hoy, un estatus social. Probablemente como en las sociedades de este siglo la pertenencia a una clase social resultaba un principio clave para el uso de determinada vestimenta y el acceso a objetos y a joyas. Un ejemplo: en los banquetes representados en las tumbas tebanas se celebra a menudo que el propietario difunto dispusiera de alimento y bebida para el Más Allá. Participaban de esos rituales sus familiares, colegas y amistades. Se lo representa bebiendo en exceso, en el lugar donde se acicalan y consumen sustancias, de manera de diluir las barreras entre los vivos y los muertos. Las imágenes que nos llegan son de la mesa de comida, del líquido vertiéndose, de lotos en las manos y en las cabezas, pero se suprime el acto de comer y de beber. El decoro es similar al de nuestras sociedades: no es una práctica común que la gente se fotografíe o filme masticando o sorbiendo. Las celebraciones para los difuntos podían ocurrir en las salas y en los patios de las tumbas. Este encuentro es similar al que sucede en el llamado día de los muertos, por ejemplo en China o en México.

--¿Qué se puede aprender en relación al rol social de las mujeres de aquellas sociedades antiguas?

–Como postuló la historiadora Gerda Lerner, la subordinación femenina no es universal, tiene un origen histórico. En esas sociedades antiguas, las formas de organización del trabajo, pero principalmente las formas de propiedad y los primeros Estados, se configuran en base a la dominación familiar patriarcal. Las mujeres del Egipto faraónico, por ejemplo, desempeñaron roles más activos en la esfera legal y en el comercio, interactuando con otros actores sociales. Un aspecto muy destacable es que las mujeres egipcias podían heredar propiedades.

--¿Por ejemplo?

--Tenemos el caso de Naunakhte, que vivió hace 3162 años. Ella decide desheredar a algunos de sus hijos por no cuidar de ella durante la vejez. ¿Qué significa esto? Da cuenta de un sistema de propiedad no patrilineal y, asimismo, de cierta libertad legal, de decisión individual. Tenía unos 80 años y había tenido dos maridos. Los documentos legales muestran que las mujeres vinculadas a la realeza, a los altos funcionarios y a los sacerdotes podían heredar, poseer y disponer de propiedades, y además actuar como querellantes, testigos o defensores ante los tribunales en mayor medida que el resto. Las mujeres eran responsables de sus propias acciones y aparecen a menudo como acusadas. Es interesante subrayar que, por otra parte, las mujeres en la sociedad babilónica antigua no heredaban propiedades, dado el carácter patrilineal de la propiedad. Luego, las familias más poderosas permitieron que sus hijas se convirtieran en sacerdotisas naditum dedicando sus vidas a las deidades de los templos. Por lo tanto, podían heredar la propiedad de su padre. Dada esta situación, no se les permitió tener hijos.

--En relación a esto ¿cómo se representaba a esas mujeres en las tumbas?

--Las mujeres del antiguo Egipto iban al mercado y comerciaban como relata el historiador Heródoto: “las mujeres van al mercado y se dedican a comerciar, mientras que los varones se quedan en casa tejiendo”. Las representaciones en tumbas de diferentes períodos de la historia de Egipto las muestran en plena acción comprando y vendiendo. El papel de la mujer en la economía parece haber sido crucial, actuando en diversas actividades y negocios locales, aunque la faceta, que subraya Heródoto, de los hombres realizando actividades domésticas, puede entenderse como un recurso comparativo con la sociedad griega. Las mujeres influyeron en las decisiones políticas y fueron ideólogas del cambio, la transformación, incluso el desarrollo de conspiraciones. En particular, algunas reinas llegaron a tener títulos que las relacionaban con el rey, como una llamada Tiy que actuó como contraparte femenina del rey y llegó a tener el título de "Señora de las Dos Tierras", una feminización de "Señor de las Dos Tierras", un título del rey. Sin embargo, cabe señalar que la realeza era una institución masculina en su concepción mítica. El faraón fue identificado con el halcón, en el mito con Horus. Por lo tanto, la institución no se basa en el desempeño de roles femeninos. Aunque, en el plano mítico, no podría desenvolverse el mundo sin la magia y los poderes divinos femeninos. Si hacemos un recorrido por la historia egipcia unas pocas mujeres se convirtieron en faraones, prácticamente una cada cientos de años.

--¿Nefertiti?

--En realidad, la más conocida es Hatshepsut, por haber gobernado el Estado egipcio durante casi 20 años. En las representaciones se la muestra como rey, realizando ofrendas directas a los dioses, y tuvo prerrogativas reales como la de erigir obeliscos. Además adoptó las actitudes y las vestimentas de los reyes, con atributos masculinos e incluso con una barba. Para reforzar su legitimidad hizo redactar textos que establecían que había sido escogida por su padre como su sucesor y que la había presentado ante los dioses de Egipto. Después de su reinado, su nombre trató de ser borrado y sus monumentos destruidos. En cambio Nefertiti como reina alcanzó un gran poder de cogobierno con Akenatón, y formó con él, su esposo, y el Atón, una tríada divina en la ciudad de Amarna en el medio de Egipto. Más allá de este alto cargo político, el papel de las mujeres en relación al Estado se verificó por sus funciones culturales. Las mujeres pertenecientes a la élite tenían un título sacerdotal que les otorgaba prestigio religioso o social. Las cantantes y los grupos de intérpretes femeninas generalmente parecen haber pertenecido, cada una de ellas, a un dios en particular, especialmente a Amón. En general, estas mujeres son portadoras de vitalidad y propiciatorias de la regeneración en el mundo funerario. Gozan de un prestigio por ello. En síntesis, las mujeres de las elites egipcias del período faraónico gozaron de derecho de propiedad, de herencia, de producción e intercambio de mercancías en el ámbito local, una cierta libertad sexual, derecho de unión libre y de divorcio, sumado a un alto grado de presencia en el nivel representativo, iconográfico y simbólico. No obstante, ello no podría hacerse extensivo a otras mujeres de otras clases sociales.

--¿Qué secretos y mentiras advirtió al estar en el mismísimo terreno acerca de toda esa narrativa popular (ficciones, películas) que se crean sobre aquellos tiempos?

--El descubrimiento de la tumba de Tutankamón, la más famosa, quedó asociado a una serie de infortunios que les habrían sucedido a los involucrados en su apertura en 1922; en especial la muerte del aristócrata inglés lord Carnarvon --el mecenas que financió la misión arqueológica-- ocurrida cinco meses después del descubrimiento. La divulgación de la maldición puede encontrarse en diarios norteamericanos de la época, y en el artículo de Howard Carter, el arqueólogo a cargo de la famosa misión, donde comenta una serie de eventos extraños, casi sobrenaturales, inmediatamente después de la apertura. No obstante eso, los cuentos de momias pueden rastrearse desde inicios del siglo XIX, en los que no falta la vuelta a la vida de las mismas ya sea a través de la electricidad, el romance con ellas y en particular su maldición. Entre ellos está el influyente relato de Arthur Conan Doyle publicado en 1892 sobre la reanimación de una momia en manos de un estudiante de egiptología. Más allá de esa literatura, la creencia en una maldición deriva de la idea de que se trató de una profanación de un lugar sagrado y que los difuntos y su casa de eternidad habrían recibido una protección previa. Esa salvaguardia se estima que podía consistir en conjuros mágicos destinados a proteger al difunto o a la existencia de medidas ocultas como venenos o trampas. No hay que olvidar que en la antigüedad las tumbas fueron saqueadas, especialmente en tiempos de crisis, donde los ladrones excavaron túneles o pasadizos para poder robar oro y otros metales. Eso llevó a trasladar a las momias de los reyes a escondrijos para protegerlas de los expolios. La referencia a venenos o trampas puede haberse perdido y los conjuros mágicos no son del todo explícitos respecto a una maldición. De todos modos, por las dudas, nuestros objetivos fueron otros: restaurar las imágenes de la tumba de Amenmose y recuperar la memoria de su propietario, protegiendo su lugar sagrado. Supongo que Amenmose se alegraría al saber que su nombre será recordado para siempre.