Entre los más de cuarenta cameos que desfilan por Muppets Mayhem: Confusión Eléctrica (estreno este miércoles 10 de mayo por Disney +) no aparece Axl Rose. Una pena. No habría estado mal un gag entre el pelirrojo de Indiana y estos muñecotes de goma espuma sobre lo difícil que puede ser editar un disco. Eso sí, la tardanza de tres lustros de Guns N'Roses para editar Chinese Democracy es moco de pavo al lado del record que ostentan Dr. Teeth y Electric Mayhem. Leyendas vivientes del rock & roll, siempre listos para groovearla, llevan más de cincuenta años en la ruta sin tener registro de sus canciones.

Los diez episodios de la serie destilan algunas de las marcas más nobles y reconocidas de la factoría de Jim Henson. Ahí donde el desenfreno entra en combustión con la ternura, un buen hándicap de parodia, y –algo que suele pasarse por alto- la pasmosa vitalidad de esos seres de felpa a más de cincuenta años de su época de oro. La banda había hecho su primera aparición en “Sexo y Violencia” –el piloto de El show de los Muppets, de 1976-,  y desde entonces fue parte estable de la troupe, sus películas y especiales. Con excepción de Animal, el resto supo cómo adosarle alto voltaje al programa de varieté desde una más que honrosa segunda línea. Muppets Mayhem: Confusión eléctrica, entonces, vendría a ser su The Last Waltz. Aunque a diferencia de lo sucedido con The Band, esta comedia con toques de rockumental no repasa su despedida de una leyenda sino de su persistencia rockera y varias distracciones. Empezando por una fundamental: ¿cómo es que habiendo firmado un suculento contrato para grabar un LP omitieron hacerlo?

La serie empieza con un retrato de una agrupación cuyo estatus es equiparable a los Grateful Dead (sus fans se llaman “Mayheads”) o la Plastic Ono Band, embarcados en su propio “Never Ending Tour”, fieles al mandato de que “el plan es que no haya plan”. Dr. Teeth destila su magnetismo a la Dr. John, aunque se niegue férreamente a asumir su liderazgo entre los suyos. “Todos somos frontmen”, rezonga con su diente dorado siempre a la vista. Debajo de sus mostachos y confianza psicodélica, Floyd Pepper está pensando en lanzarse como solista. Janice mixtura las enseñanzas de la era de acuario con la distorsión de su Gibson Les Paul. El saxo y la estampa del Gato Barbieri son las señas del desmemoriado Zoot. A Lips solo se le entiende cuando hace hablar a su trompeta. Y Animal, bueno, le enseñó como rockearla a Tommy Lee.

En escena entrará la ejecutiva de una discográfica, Nora (Lilly Singh), entusiasmada con la idea de que el grupo salve a Wax Records. La dama, por otra parte, debe convencer a la fundadora de la compañía de que hacer ese disco es factible. Penny (posiblemente la mejor aparición Muppet en décadas) cree que es más sensato vender su catálogo oldie a una plataforma de streaming. En medio de ese jaleo se instalarán en una casona de Laurel Canyon –el refugio hippie y usina de la movida folk a mediados de los '70- para ponerse a tono con la escena actual. “Ahí Meat Loaf compró su primer pastel de carne y los Pink Floyd construyeron su pared”, se entusiasman los músicos. 

Además de los chistes para entendidos (las aperturas de cada episodio en la Volkswagen son una delicia), el tono se desmarca de lo esperado para esta familia vintage y artesanal. Que Kermit (ejem, la Rana René), Gonzo, Miss Piggy, brillen por su ausencia es una estrategia arriesgada pero perspicaz de los responsables de la serie. Es decir, están los viejos gruñones criticando un recital, pero Muppets Mayhem: Confusión eléctrica busca su identidad prescindiendo de la primera línea muppetera. Acá los protagonistas bromean con que sobrevivieron a los ’80, mueven sus cabezas al ritmo de Metallica y hacen comentarios punzantes sobre el declive de la industria musical. No es extraño que la banda con “electricidad en las venas” toque con el amplificador al máximo volumen de 11.5 (ajuste de cuentas con el Marshall de los Spinal Tap).

El concepto del programa es traer a esta banda de la vieja escuela a la modernidad. Ahí está el chiste. Son un grupo de personajes que no tienen objetivos ni ambiciones reales. Lo que sea que quieras hacer, ellos siguen adelante”, dijo Jeff Yorkes, uno de los productores ejecutivos junto a Adam F. Goldberg (Los Goldberg) y Bill Barretta (quien además se encarga de darle vida y voz a Dr. Teeth). ¿Es posible aggiornar al siglo XXI una banda hizo méritos para estar en el Rock & Roll Hall of Fame? Lil Nas X, Kesha, y estandartes de la electrónica como Deadmau5 o Zedd, intentarán ayudarlos, aunque los nombres de los capítulos (“Exile on Main Street”, “We Will Rock You”, “The Times They Are a-Changin'”, “Break on Through” y “Fortune Son”, entre otros) indican cómo viene la mano. Parafraseando a Pete Townshend, Dr. Teeth y los suyos no piden verdad, tampoco auxilio, sino un descarado y ruidoso “¡Mhana Mhana!”.