Después de haber “revolucionado las artes culinarias”, como él mismo afirmó, a partir de su participación en MasterChef Celebrity, este año Joaquín Levinton espera soliviantar el dial y el streaming con su debut en la radio. Tremendrovich se llama su programa, y, como muestra de su intención sediciosa, a fines de abril preparó un especial con sus imitadores. Si bien parece inverosímil, esa emisión está subida completa en YouTube. Y de manera abreviada en el perfil de Instagram del músico. “Vinieron a hinchar las bolas con la idea de repetir el video icónico de los Jagger”, dice el cantante de Turf en una oficina ubicada en el barrio de la Chacarita, ante la mirada del guitarrista Leandro Lopatin, su compañero de banda desde 1995. “En todos los programas trato de romper un poco las bolas”.

-Realmente, ¿existen imitadores de Joaquín Levinton?

Joaquín Levinton: -No lo puedo comprobar.

Leandro Lopatin: -Conozco uno que se tatuó su nombre y además le puso al hijo Joaquín Levinton, más el apellido. Hubo otro en Uruguay que se cambió el apellido por él, pero lo escribió mal. Lo registraron como “Levington”, con la “G”. Juro que todo esto es verdad. El mundo es así.

-¿Les parece bizarro o sienten que es una forma de demostrar cariño?

L.L.: -Es cariño, aunque un poco exagerado.

Tras actuar en el Teatro Opera en 2016, en lo que fue su vuelta a los escenarios (reunión que quedó registrada en un disco en vivo lanzado en 2020), este sábado 13 a las 20, la banda cruzará la calle Corrientes hasta la vereda de enfrente para actuar por primera vez en el Teatro Gran Rex. “Se dio así”, dice Lopatín, al momento de justificar por qué no actuaron anteriormente en uno de los espacios de legitimación de la música argentina. “Es un emblema nacional y uno de los teatros más bonitos de Latinoamérica. En lo personal, me parece una obra monumental. Va a ser un lujo tocar ahí, porque yo vi un montón de recitales de que me marcaron para siempre”. Se trata de contexto idóneo para presentar formalmente su más reciente álbum de estudio, Renacimiento, lanzado el pasado 10 de marzo.

Así como sucedió con sus otros álbumes, el título del disco nuevamente apela a la alusión, toda una marca registrada en la obra de Turf. Aunque en esta ocasión, su sexto trabajo de estudio sintetiza la vuelta de la banda a la producción discográfica (a seis años de la aparición de su álbum Odisea), el movimiento cultural europeo de los siglos XV y XVI, y la supervivencia a una pandemia. “Es un chiste también porque la palabra ‘renacimient’ está escrachada con un Turf arriba”, ilustra el violero sobre el arte de tapa. “Cada disco que hacemos para nosotros es un renacer. Nos lo tomamos muy en serio. Son nuevos capítulos y cada capítulo es importante. Un nuevo renacimiento: uno más”. A lo que Levinton añade: “Nos gusta bromear con los títulos de los discos”.

-¿Qué tan serio es su humor?

L.L.: -Desde el principio, Turf coqueteó con el humor. El primer disco se llamó Una pila de vida, porque lo tomamos de un eslogan de unas pilas que había en la Argentina. También estábamos re manijas en esa época, por lo que quedaba muy bien. Al álbum siguiente lo titulamos Siempre libres, porque nos quedamos sin compañía de discos y en esa época tomábamos ácidos. Además, era el nombre de una toalla femenina. Sin embargo, eso convive con nuestro lado recontra musical. Somos una re banda, en ese sentido. Más allá de que Joaquín tuvo cosas periféricas a la música, seguimos tocando, grabando disco y buscando nuevos caminos.

J.L.: -Aparte, lógicamente, no vas a comparar 27 años de carrera de un grupo con seis meses de televisión. Hay que entender que yo soy bastante multifacético y me divierte hacer otro tipo de cosas, por eso hice todo lo que hice, pero eso no cambió nuestro espíritu. Seguimos sin hablar de política, por ejemplo, y a estas alturas no creo que lo hagamos. Diagramamos y trazamos felicidad. Somos un grupo que tenemos que ver más con Monty Python.

-Esa analogía deja de manifiesto que su humor es sofisticado.

L.L.: -La gente sabe cómo es nuestro humor. Sabe que somos disparatados.

J.L.: -Hay humor en la música cuando las canciones son totalmente disímiles entre sí.

-Si “Loco un poco” fue una suerte de himno post estallido de 2001, al tema “Alto trip” (de Renacimiento) podría pasarle lo mismo en la post pandemia.

J.L.: -“Alto trip” no habla de la pandemia en sí misma, lLo que habla es de la restricción de la música. De todas formas, algún retrato de la época tenía que quedar.

-En el disco, llama la atención el existencialismo que envuelve a algunas letras.

L.L.: -Turf tiene muchos compositores, por lo que todo es bastante variado. Puede ser que las canciones que compuse yo sean introspectivas. Estoy por cumplir 50 años, época de cambios. Ahí puede ser que se refleje.

J.L.: -Tampoco es que son demasiado complejas. Estamos hablando de un idioma bastante cotidiano.

-Pero no sos el mismo Joaquín de hace 10 años…

J.L.: -Alguien me dijo que la vida siempre es igual, pero cambia la óptica. Somos cincos pibes bastante parecidos. Tenemos los mismos problemas y las mismas virtudes que cuando comenzamos. Uno crece, y, en teoría, mejora.

Pese a que se trata de lo nuevo del quinteto, algunas de las 11 canciones que conforman el álbum estaban listas antes de la pandemia, pero el encierro los obligó a trabajar sobre la base de las posibilidades que brindaba la época. Sin embargo, eso no limitó su rapto creativo. “Más que largo, es un disco ancho”, rotula Levinton a un trabajo que tiene entre sus invitados a Los Auténticos Decadentes (“Sentimiento encontrados”) y a Ca7riel (“Alto trip”), mientras que Cachorro López y Juanchi Bailerón destacan en la troupe de productores. “Más allá de que la experimentación musical se nota en canciones como la ópera rock ‘Voy dejando atrás’, en el vaudeville ‘Gatitos y ratones’ en o en “Todo por nada’ (contiene un guiño a Diego Maradona), el abanico es enorme. Pero, aun así, sigue manteniendo el estilo Turf””.

-¿Existe un estilo Turf?

L.L.: -Mientras la propuesta esté más lejos de nuestra onda, más nos gusta el desafío. Hay momentos en que cuesta llevar temas a la banda porque la vara es alta. “Sentimientos encontrados” comenzó siendo muy británico y terminó argentinizándose, a tal punto que invitamos a Los Auténticos Decadentes. Somos porteños de espíritu.

-¿Cómo es eso?

L.L.: -De chicos íbamos al hipódromo y el personaje de Isidoro nos representaba mucho. Era un poco la vida de la farra y de la noche. Durante 15 años, sólo vivíamos de noche. Hasta que nos quedamos sin bar, luego de que cerrara.

-Pero mira lo que te deparó la vida, Joaquín: ahora sos mediático.

J.L.: -Que haya salido en un programa de televisión no significa que sea mediático. Me volví más popular. Ahora las señoras se divierten conmigo.

-¿Esa popularidad condicionó tu manera de exponerte?

J.L.: -Yo sigo siendo yo. A mí me pareció que hacer MasterChef estuvo bueno porque conocí a gente espectacular.

-¿Por qué te llamaron para participar en ese reality?

J.L.: -Antes fui a PH. Me parece que conté unos cuentos muy graciosos y el país por completo río. Y eso llamó la atención. A partir de eso me llamaron.

-¿Hoy cómo les funciona Turf? 

J.L.: -Funciona como un lugar de contención. Mientras a todos nos pasan cosas, el grupo sigue adelante. Si no estuviera, probablemente el rigor sería difícil de llevar.