Cuatro hombres fueron detenidos hoy acusados de integrar una organización criminal que entre febrero y este mes cometió siete robos violentos en casas de familia de los barrios más exclusivos del partido bonaerense de San Isidro, de donde se llevaron más de 120.000 dólares, 6.000 euros y casi un millón y medio de pesos en efectivo, y que tenía la particularidad de hacerle creer a las víctimas que trabajaban para un “comisario” de la zona, algo descartado por la investigación.

Fuentes judiciales informaron a Télam que las cuatro detenciones fueron concretadas en una serie de 10 allanamientos realizados esta madrugada por detectives de la Delegación Departamental de Investigación (DDI) de San Isidro, en el marco de una investigación que lleva casi cuatro meses y estuvo dirigida por uno de los fiscales generales adjuntos del mencionado departamento judicial, Patricio Ferrari.

“Comisario, la situación está controlada”, era la frase que estos delincuentes decían vía handy al apoyo externo y frente a las víctimas, a quienes además les recalcaban que trabajaban “para la policía”, algo desechado en la pesquisa.

"Hacían un 'acting' frente a las víctimas con el único propósito de generar más terror. No surge de la investigación ningún vínculo con algún miembro de una fuerza de seguridad", aclaró a Télam una fuente con acceso al expediente.

Fuentes de la investigación identificaron al detenido Gastón Adrián Refatti (47) como el presunto líder de la organización y a quien definen como un “as al volante” por ser quien solía comandar la camioneta Toyota SW4 negra -con distinta patente en cada hecho-, en la que la banda huía y que fue recuperada en los allanamientos.

Los otros tres detenidos son Juan Gabriel Antivero (41), Ramón Antonio Medina (40) y Ángel Javier Mundaray (43), de nacionalidad venezolana y dueño de un taller mecánico en Tigre que fue allanado. En total, el fiscal Ferrari les atribuye 11 hechos cometidos entre el 12 de febrero y el viernes pasado, de los cuales siete son robos agravados concretados, hay una tentativa en el que la banda escapó porque una víctima a los gritos los sorprendió en su jardín y los otros tres son hurtos de chapas patentes de camionetas sin impedimento que ellos usaban para “latear”-cambiar de chapa-, a los vehículos que usaban. 

Los robos eran “planificados” ya que estudiaban con varios días de anticipación propiedades en Las Lomas, La Horqueta, Acassuso y el bajo de Béccar, las zonas de mayor poder adquisitivo del partido de San Isidro.

Voceros judiciales explicaron que a diferencia de los “escruches” (robos con ausencia de moradores) o las “entraderas” (irrupción violenta desde la calle con un integrante de la casa), estos delincuentes solían sorprender a las familias en la franja horario de las 22 y 23 cuando estaban cenando en livings o salas de estar, ingresando por los jardines traseros de la propiedad y violentando a patadas o con una barreta algún ingreso.

“En segundos y con suma violencia dominaban a las víctimas, los maniataban con precintos que ya tenían preparados y solían darle culatazos en el rostro o la cabeza a algún integrante de la familia”, explicó a Télam un investigador judicial.

Según las fuentes, los ladrones siempre vestían de negro, cubriendo sus manos con guantes para no dejar huellas y sus rostros con pasamontañas.

Además, cuando salían a cometer los hechos, no llevaban celulares encima para no ser rastreados y solo se comunicaban con handies “punto a punto”. Más allá de algún elemento como trofeo, lo que pedían y se llevaban era dinero en efectivo y así se robaron, según la suma de las cifras que constan en la causa, un total de 123.500 dólares, 6.000 euros y 1.355.000 pesos, además joyas.