Las Abuelas de Plaza de Mayo no conocíamos a Néstor Kirchner antes de 2003. Solo aparecía, desde la lejana Patagonia, ocasionalmente, ejerciendo el mandato popular desde sus diferentes cargos. No lo recordamos haciendo campaña con la bandera de los Derechos Humanos. Por eso fue una gratísima sorpresa todo lo que sucedió después de su asunción el 25 de mayo de 2003: fue el primer presidente en abrirnos las puertas de su lugar de trabajo para consultarnos, para escuchar nuestros históricos reclamos y construir respuestas inmediatas.

Nos maravilló también encontrarnos con un hombre sencillo, acogedor, afectivo y comprensivo. Abrió la Casa Rosada para el pueblo, abrazó a los humildes, protegió a los niños, convocó a los jóvenes. Abrió las puertas a la verdad histórica, la de los depredadores y sus víctimas. Luego de años de lucha de los organismos de Derechos Humanos, logró que se derogaran las leyes de impunidad y se reabrieran centenares de juicios de lesa humanidad que aún hoy siguen sucediendo, y que ya han condenado a más de 1000 genocidas. Cada lugar de encierro, de tortura y de muerte, desde que Néstor recuperó la Escuela de Mecánica de la Armada para el pueblo, es hoy un espacio de memoria y promoción de los derechos humanos.

Fue él quien recibió por primera vez a nuestros nietos y nietas para preguntarles qué necesitaban para sanar y para agilizar la búsqueda de sus hermanos y hermanas de historia. Solo durante su mandato se restituyó la identidad a trece nietos y nietas. Y, gracias a la consolidación de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia que él impulsó, los años posteriores las restituciones se incrementaron: sumaron treinta y dos más durante los mandatos de su compañera Cristina.

Durante el gobierno de Néstor se sancionaron el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia y el día Nacional por el Derecho a la Identidad, que permitieron introducir lentamente la pedagogía de la memoria y el respeto por los derechos humanos en todas las escuelas de la República Argentina. Ese fue el inicio de un camino que se consolidó en el programa educativo de Educación y Memoria, reservorio de memoria colectiva para las futuras generaciones.

Fue Néstor también quien llevó a cabo la renegociación de la deuda pública con una de las quitas de capital más grandes de la historia y luego canceló la deuda con el FMI, eliminando así los condicionamientos del organismo internacional que obstaculizaban el desarrollo de una política económica autónoma. Cuesta entender que veinte años después volvamos a estar condicionado por los acreedores internacionales, culpa del mal desempeño del presidente de un gobierno antipopular, liberal y anti Estado que generó el récord de endeudamiento externo del país, que hoy padecemos. Pero los cuatro años del gobierno de la alianza Cambiemos no pudieron destruir todo lo construido.

“Llegamos sin rencores, pero con memoria”, dijo Néstor es su discurso inaugural hace veinte años y su legado sigue intacto, porque las políticas de Estado en materia de derechos humanos están consolidadas, sellaron un contrato social que no tolera delitos aberrantes. El país se ha vuelto ejemplo ante el mundo en materia de Memoria, Verdad y Justicia. Por eso, recordar a Néstor Kirchner es continuar en ese camino.

Sabemos que falta mucho por hacer, sobre todo luego del paso del gobierno de Mauricio Macri que tanto nos hizo retroceder. Una vez más, la historia nos pone a prueba y es responsabilidad de todos y todas sostener las conquistas, denunciar las injusticias y trabajar colectivamente por la justicia social. En estos cuarenta años de democracia hemos asegurado que la historia no se repita y que la dignidad de vivir de cada argentino sea una realidad.

Por mi edad, sueño con que en cada hogar la mesa tendida nos congregue bajo un techo seguro, sin rejas en las ventanas, con las puertas abiertas a los vecinos y vecinas, con los niños jugando en la vereda, sin exclusión de edades. Por ello el rol de la juventud es necesario.

Las Abuelas liberamos a los niños que se apropió la dictadura, que hoy vemos florecer en nuestros nietos y nietas dispuestos a dar la lucha en paz por el proyecto de país de la generación de Néstor, de sus padres y madres. Néstor ya no está, pero la llama que encendió seguirá viva, como viven los sueños de los 30 mil.

Dicen que nadie es imprescindible en esta vida. No es cierto. Néstor Kirchner era un imprescindible. Queda demostrado que su proyecto nacional y popular estaba en su mente y en su corazón de manera tan clara que lo fue pensando y ejecutando sin olvidar ningún costado de la historia, sabiendo a ciencia cierta cuáles eran las necesidades de nuestro pueblo. Supo sembrar en el terreno más fértil para su cumplimiento: la juventud y los desposeídos.

Fue Néstor quien instaló en los jóvenes la esperanza, la participación, el compromiso, desterrando el “no se puede”, la desconfianza, el individualismo. En tiempos en los que algunos auguran una juventud despolitizada, egoísta o confundida, más que nunca traemos al presente el recuerdo y el legado de Néstor Kirchner. Porque hay cientos de jóvenes con buenas intenciones a quienes la historia no les pasa por el costado. En ellos y en ellas confiamos. Porque como nos enseñó nuestra historia, siempre es posible, juntos, organizados, con proyectos colectivos, pensando en el otro, con confianza y solidaridad para construir una patria para todos y todas.

Néstor, siempre en nuestro corazón, horizonte y recuerdo.

* Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.