Y el enigma finalmente se develó. A las 20 horas de este martes, Fito Páez puso a circular en las plataformas digitales de música EADDA9223. Esas iniciales aluden a la reinvención de los temas de su obra maestra, El amor después del amor, 30 años más tarde. A comienzos de la tarde de ese día, en el centro cultural Artlab del barrio porteño de Chacarita, el artista compartió la primera escucha de su flamante álbum con el periodismo. 

“Escuchar los discos con mucha gente es algo que hago desde siempre, a partir de Del 63”, reveló el cantautor. “Una tarde, una noche, hacemos una, dos o tres sesiones donde se bebe y se escucha música. Cuando la escucha musical se torna colectiva, es alucinante. Es una ceremonia inolvidable”. No se equivocó. Sin embargo, previo al inicio de la ceremonia, el presidente de Sony Music Argentina, Damián Amato, introdujo al músico para que hiciera las veces de guía.

“Estoy muy feliz”, fue lo primero que espetó Páez al subir al escenario, mientras la pantalla del fondo se encontraba ilustrada por el arte de tapa (una foto en blanco y negro actual del artista, en contraste con esa imagen colorida de 1992). “Esta obra llevó hacerla, literalmente, un año. Me permitió colaborar con un montón de artistas en muchas partes del mundo. Si bien parece un dato menor, conectar a través de la música no lo es jamás. La música es hoy uno de los instrumentos que permite conectar los corazones. Nos ayuda a salir de la ‘realpolitik’ o de los movimientos ligados a la captación de votos. Pasó de todo en el medio. Y lo que más quiere alguien de una odisea es que pase de todo y termine arribando a un puerto maravilloso. Es una obra política porque es un proyecto colectivo. Cuando los colectivos funcionan con un buen orden, puede aparecer algo muy hermoso”.

A continuación, el músico que abrazó los 60 años en marzo pasado, para no darle más largas al asunto, avisó que tras la escucha ahondaría en su nuevo álbum. Y se apagaron las luces del salón. Antes de que sonara el primer tema, es justo y necesario advertir que nadie nunca se hubiera imaginado que esas canciones iban a decantar en ese ropaje. Aunque “Brillante sobre el mic” había sido lanzada como primer corte promocional el 14 de abril, el dueto con la cantante mexicana Angela Aguilar estaba lejos de dar indicios acerca del resto del repertorio. Ni siquiera esas reversiones que preparó para la gira conmemorativa El amor 30 años después del amor, que comenzó con esos shows emocionantes en cancha de Vélez el pasado 24 y 25 de abril, se acercan a esta relectura. Por más que la banda con la que encaró ambos proyectos es parecida.

Más que un viaje a una dimensión paralela, EADDA9223 es un viaje a las emociones, sensibilidades y percepciones de Páez en las puertas de su madurez. Antes que desafiar al tiempo, lo que el músico decidió estoicamente es poner a prueba el estado de salud de su sentido de la contemporaneidad. Y el resultado es muy afinado. Sintetiza esa sempiterna frase que versa que “el diablo sabe más por viejo que por diablo”. Ninguno de los temas deja de parecerse a lo que eran, sino que toman otro matiz. Para muestra está el que da título a ambos discos. En tanto “El amor después del amor” de 1992 irradia euforia, la versión ralentizada de 2023 contagia paz. Escondida hoy en ese colchón de texturas oníricas. Otra revisita tan buena como la original es la de “Detrás del muro de los lamentos”. Pese a que reemplaza a la marinera peruana por el flamenco, la profundidad del sentimiento sigue intacto.

La que es irremplazable es Mercedes Sosa, pero Antonio Carmona y Estrella Morente se plantan a la altura de la circunstancia. Si se contextualiza en esta época, El amor después del amor fue vanguardia en la tendencia del “featuring”. De eso puede dar fe Andrés Calamaro, el único invitado de aquel album que colaboró en éste, y además haciendo sus mismas partes en “La rueda mágica” (acá la sangre nueva la representa Conociendo Rusia). Notable fue la convocatoria a Wos y Ca7riel para que se hagan cargo del arrebato rabioso de “La balada de Donna Helena”, al igual que la de Elvis Costello en “Tráfico por Katmandú”. Ni hablar de lo que hizo Chico Buarque en “Pétalo de sal”: casi lo vuelve la parte dos de su himno “Construcción”. Quizá la perla de EADDA9223 es “Tumbas de la gloria”. Básicamente, porque Páez la desdramatiza y le da un aire queer. A un tris de Scissor Sisters y de ABBA.

Una vez que terminó de sonar “A rodar mi vida”, que cuenta con las participaciones de David Lebón y Leiva, Fito volvió al escenario para revelar, entre otras cosas, que el efecto que quería provocar con este disco es el de no darle al público lo que esperaba escuchar. “En qué tabla sagrada está escrito que no se puede tocar eso o aquello. Si la música, en definitiva, es un juego”, dijo. “Y éste fue un juego maravilloso y dificilísimo, donde hubo astucia y coraje”. Aparte de dejar por sentado que éste es un álbum de laboratorio donde se investigó mucho y en el que las primeras versiones que se tiraron no se parecen a éstas, el artista explicó que al momento de sacar adelante el proyecto lo que quedó siempre en claro es que nunca iban a tocar las letras ni las melodías. A contramano de lo que hizo U2 este año en su disco Songs of Surrender, lo que desató la furia entre sus fans.

El músico rosarino, que produjo el disco junto a Gustavo Borner y Diego Olivero, destacó el aporte de Sofía Gala para definir la versión 2023 de “El amor después del amor”. Sucedió tras darle a conocer a la banda inglesa Spiritualized. Un rasgo que atraviesa al álbum son los arreglos orquestales, encarnados por la Czech National Symphony Orchestra, experiencia que llevó adelante a partir de Futurología Arlt (2022). 

En cuanto a las colaboraciones, Páez reconoció que no hubo casting, pero a cada artista se le pidió algo concreto. “Todos ellos y todas ellas se comprometieron a full”, reveló. Sobre la exposición que atraviesa, el cantautor contó: “Estos son los momentos para estar cool. Que se hayan acordado de vos un ratito no cambia nada. Lo importante son mis hijos, el amor, mis amigos, mi familia y mi vínculo con la banda. Es uno de los vínculos más hermosos que me dio la vida”.