"Todo esto tardó demasiado, es muy difícil revivir todo de vuelta y contar lo qué pasó", dijo María Eugenia Sánchez, madre de José Carlos "Kily" Rivero, el niño de 4 años que murió en 2012 intoxicado por agroquímicos utilizados en una plantación de tomates lindera a su casa en Paraje Puerto Viejo, Corrientes. Este jueves, en Goya, comenzó el juicio contra el productor hortícola Oscar Antonio Candussi, imputado por homicidio simple con dolo enventual. 

El Tribunal Oral Penal de Goya, encabezado por el juez Jorge Antonio Carbone, aceptó en la primera jornada cambiar la imputación contra Candussi, por lo que el productor podría ser condenado a una pena de 8 a 25 años de prisión, si se comprueba su responsabilidad a la intoxicación aguda que llevó a la muerte a "Kily" por las fumigaciones en la plantación de tomates.  

En el requerimiento de elevación a juicio se acusa al productor de fumigar con pesticidas organofosforados su plantación de tomates con las cortinas de los tendaleros levantadas y sin adoptar los recaudos mínimos exigidos para la utilización de ese producto.

El abogado de la querella, Hermindo González, destacó como positivo que el inicio del juicio haya sido con el rechazo a los pedidos de la defensa del productor y la nueva calificación. "Hay pruebas fundamentales y claras que determinan la existencia del hecho y la causa de su intoxicación, y está probado también que se realizaban fumigaciones sin las medidas de seguridad y de prevención", manifestó González a Télam, y sentenció: "Estas situaciones siguen ocurriendo sin ningún tipo de control".

En la primera jornada del juicio --que continuará el 6 y 8 junio, cuando se esperan los alegatos y la sentencia--  Candussi se abstuvo de declarar, pero se escucharon los testimonios de los padres de "Kily", María Eugenia Sánchez y José David Rivero, de dos tíos y un ingeniero agrónomo. 

En su testimonio ante el Tribunal, los padres de Kily relataron cómo empezaron sus animales domésticos en la semana previa a los primeros síntomas del niño, cómo empezó a descomponerse, los vómitos y su estado desmejorado y su peregrinar primero en la salita y luego en el hospital en Corrientes y el Hospital Garraham, donde "Kily" murió. Los informes médicos documentaron "un paro cardiorrespiratorio por falla hepática fulminante de origen tóxico"

El niño llegó con sus padres al Garraham luego de ser derivado del Hospital Juan Pablo II de la Corrientes, adonde arribó procedente de la ciudad de Goya, con un cuadro vómitos, dolor abdominal, fotofobia, decaimiento general y análisis compatibles con una insuficiencia hepática.

Durante su internación en el Hospital Juan Pablo II se envió una muestra de orina a la división química legal de la Policía en la que se confirmó que tenía en su organismo organofosforado, de la familia de agroquímicos que se utilizan para el control de plagas e insectos.

Los padres del niño tomaron la palabra y comenzaron por condenar la demora en el proceso judicial para el que debieron esperar 11 años. "Todo esto tardó demasiado, es muy difícil revivir todo de vuelta y contar lo qué pasó, pero no me voy a quedar con los brazos cruzados, voy a seguir hasta lograr justicia y para que no le pase a otros", expresó en declaraciones a Télam.

"Cuando se enfermó, pensamos que le había picado un bicho, no imaginamos que había sido envenenado. Nosotros tenemos un vivero, trabajamos con plantas ornamentales y lo hacemos orgánicamente. Se puede", apuntó la madre de "Kily" y aseguró que con los agrotóxicos se "están perjudicando el medioambiente y poniendo en riesgo la salud de la gente".

En ese contexto, la familia de "Kily" también debió llorar la muerte de una de sus hermanas, Antonella, quien murió de cáncer en 2021, a sus 15 años, y los médicos no descartaron que la enfermedad estuviera relacionada a los agrotóxicos.

Un año antes del fallecimiento de "Kily", otro niño había perdido la vida producto de una intoxicación con agroquímicos. Nicolás Arévalo, también de cuatro años y residente en la misma localidad de Lavalle, con preponderancia de producción hortícola.

Por esa muerte, fue condenado en diciembre de 2020, Ricardo Nicolás Prieto, dueño de una tomatera lindante a la casa familiar, a tres años de prisión condicional por el delito de homicidio culposo y por lesiones culposas contra Celeste Estévez, prima de Nicolás, quien logró sobrevivir.