La propuesta es por pocos días -apenas cinco, a partir de este viernes- por lo cual conviene apurarse y darle prioridad. La plataforma Mubi acaba de subir un puñado de catorce films –entre largos y cortometrajes- que hacen a la mejor historia del Festival Internacional de Cine de la Universidad Autónoma de México (Ficunam), en coincidencia con su edición número 13, que se lleva a cabo durante estos mismos días en Ciudad México. Los nombres de los directores y directoras del ciclo hablan por sí solos, pero conviene destacar algunos: Lucrecia Martel (con su corto Camarera de piso, 2022), la francesa Marguerite Duras (con Baxter, Vera Baxter, 1977), el kazajo Darezhan Omirbayev (con Last Screening, 2022) y el estadounidense John Gianvito (con sus dos cortos más recientes, Fugue y The Grave´s Sky, ambos del 2023).

Pero quizás la perla de la corona sea la película que abrió el año pasado la Quincena de los Realizadores (a partir de este año llamada Quincena de los Cineastas), legendaria sección independiente del Festival de Cannes. Se trata de L’Envol (El vuelo), producción francesa dirigida por el napolitano Pietro Marcello, el director de Martin Eden, su inspirada versión de la novela de Jack London estrenada el año pasado en Argentina.

Suerte de fábula musical, adaptada libremente de un relato publicado por el escritor ruso Alexandre Grin en 1923, en pleno período revolucionario, L'Envol comienza en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, cuando un soldado regresa a su pueblo para reencontrarse con su oficio de carpintero y con su mujer, para descubrir que ella ha muerto y que le ha dejado una hija, hasta entonces al cuidado de una vecina. 

Entre los tres, conformarán, según pasan los años, una comunidad en sí misma, alejada del pueblo, que ve con envidia el talento manual de Raphaël (el inmenso, en todo sentido, Raphaël Thiéry, descubierto en Cannes 2016 en Rester vertical, de Alain Guiraudie), el don como cantante de Juliette (Juliette Jouan, ella misma compositora y cantante) y el carácter de hechicera Adeline (la extraordinaria Noémie Lvovsky).

Juntos los tres, enfrentarán a un pequeño mundo hecho de prejuicios de todo orden -de clase, de género- con Juliette como mascarón de proa de una película esencialmente lírica, que intenta volar todo lo que puede, y no siempre lo consigue, pero que aún en sus caídas confirma que el cine de Pietro Marcello está hecho de buena, de noble madera, como la que Raphaël, un trabajador obsesivo, no puede dejar de dar forma con sus manos, un poco como el director moldea con las suyas a sus personajes, siempre dispuestos a dar lo mejor de sí mismos para los demás.