Con el Congreso Productivo Bonaerense que sesiona en Mar del Plata uno de los temas más fuertes de debate fue la inserción internacional de las pequeñas y medianas empresas. El Consejo Profesional de Ciencias Económicas planteó una vinculación con los mercados que pueda diseñarse en contraposición a la apertura “a lo Martínez de Hoz” que, dijeron, se propone desde la oposición. Y en la mesa abundaron las advertencias por el impacto de la concentración en la producción de insumos industriales. José Alfredo Martínez de Hoz fue el ministro de Economía de la última dictadura.

La afectación a la competitividad del sector industrial en los mercados externos como producto de la concentración en la producción de insumos básicos en gran parte de las cadenas de valor, de la matriz tributaria y por la falta de divisas para la importación de insumos y bienes de capital, fue el modo de abordaje en torno de “Fomento exportador pyme como política de desarrollo”, el título puesto por los organizadores.

José Bekinschtein, de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, planteó el desafío de pensar una apertura económica, pero bajo nuevas coordenadas, como una forma de superar los déficits para la inserción en el mercado mundial. “Es una palabra que seguro suena políticamente incorrecta, que es la famosa apertura. La apertura puede significar lo que significó con Martínez de Hoz y lo que hoy plantean algunos partidos de la oposición, pero también puede significar otra cosa”, se atajó.

“Lo que necesitamos es una apertura inteligente, para que la industria tenga acceso a tecnologías e insumos que le permitan ampliar su mercado interno y proyectarse al externo, que implique la posibilidad que las empresas de menor tamaño puedan acceder a distintas condiciones para la provisión de insumos y tecnología que tuvo en su momento la siderurgia. Es un tema de equilibrio que necesariamente tendremos que plantear en algún momento”, demandó. En su análisis, apeló al desarrollo industrial que la Argentina experimentó desde los años ´40 como una guía para lo que vendrá: “el país correctamente asumió el desafío de tener su propia industria de insumos difundidos, fue una gran decisión de política industrial”.

Por otro lado, el peso de la presión tributaria fue especialmente explorado por José Tamborenea, presidente de Cámara Argentina de Industrias Electrónicas Electromecánicas y Luminotécnicas (CADIEEL). Para el especialista, “la presión tributaria en la parte formal está en el 52 por ciento, es la numero 1 del mundo, y eso nos desacopla del resto de los países para poder competir porque tenemos una matriz distorsiva”.

Desde su óptica, dicha matriz “no nos permite ubicar productos en el mercado internacional, donde esa complejidad complica nuestra competitividad”. A modo propositivo, esbozó que “es muy importante rediscutir una matriz impositiva nacional, donde llegar a un consenso con todos los gobiernos provinciales para una política exportadora, de poder vender mucho más de lo que compramos. El ingreso de divisas va a empezar a resolverse con esta perspectiva”, planteó en referencia a la restricción externa, el otro gran elemento señalado como causa de la falta de competitividad.

Concentración versus pymes

Otro foco ofrecieron desde el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), donde pusieron el acento en la indefensión del sector pyme ante la concentración en las principales ramas industriales. “La pérdida de competitividad de las pymes se debe en gran parte a los niveles de concentración que hay en el sector industrial”, destacó Florencia Gutiérrez.

La economista brindó estadísticas para dar cuenta de dicha centralización en Argentina: “en lo que es hierro y acero, ocho locales productivos generan el 69% del total, en el aluminio también ocho producen el 96 por ciento y en sustancias plásticas, ocho tiene el 79 por ciento del total de la producción”. El último de los ejemplos lo compartió con otro de los panelistas invitados, el secretario general de la UOM, Abel Furlán: “en la lista podemos seguir con el sector de la siderurgia, donde una sola empresa produce el 99 por ciento de la chapa laminada en frío”, en referencia a Techint.

¿Cómo repercute en las pymes ese estado de situación? “A la hora de negociar contratos con las grandes empresas, si no hay un Estado que regule esta cadena de precios, hay claramente una desventaja ante un sector sumamente fuerte en comparación con una pyme”, reflexionó.

Para modificar el escenario, Gutiérrez pidió la implementación de “políticas hacia adelante, porque esto interviene en la formación de los precios”, donde se le debe asignar un rol gravitante al Estado como mediador. La principal propositiva se orientó hacia la creación de “un instituto de investigación”, que se aboque a establecer un mapa que resuelva la “falta muy grande de información sobre los márgenes de rentabilidad que tienen estas grandes empresas, necesitamos que se investigue y analice la cadena productiva para el diseño de un Estado activo en la formación de precios”.