Desde Santiago

Esta mañana en los patios del ex Congreso Nacional, en Santiago Centro, comenzó el nuevo proceso constituyente, que busca reemplazar la constitución de 1980, conocida como “la de Pinochet”, aunque tuvo importantes modificaciones en 2005 durante el gobierno de Ricardo Lagos. Esto, tras el contundente rechazo a la Carta Magna elaborado por la Convención Constituyente en septiembre del año pasado, donde un 61,89% se manifestó en contra de un texto que proponía conceptos como la plurinacionalidad, feminismo, medio ambiente, el fin del senado y un rol más protagónico del estado frente al accionar empresarial. 

Sin embargo, la promesa de tener una nueva constitución a 50 años del Golpe de Estado —que se conmemorarán el próximo 11 de septiembre— y tras las violentas jornadas de protestas de 2019 que obligó al entonces presidente Sebastián Piñera a lograr una salida política, hizo que el gobierno progresista de Gabriel Boric lograra negociar con la oposición un nuevo proceso que comenzó este miércoles.

Otro tono

Y el tono es totalmente distinto. Si la primera Convención Constitucional (CC), elegida democráticamente y que sesionó entre 2021 y 2022 era mayoritariamente de izquierda y donde destacaba la diversidad, el liderazgo de los pueblos originarios, cierto desorden que hizo que incluso se interrumpiera el himno nacional debido a roces con la policía en los alrededores del lugar en el proceso de instalación. La actual, que se llama Consejo Constitucional, su instalación duró unas tres horas, el tono fue tan formal como los trajes y vestidos de sus integrantes y —lo más relevante— es controlada por Partido Republicano (PR) que posee 22 escaños de 50, fundado por el excandidato presidencial José Antonio Kast, el mismo que llegó a la segunda vuelta con Boric. Aunque la prensa internacional lo llama un partido de “extrema derecha”, en Chile los propios políticos y analistas se resisten a llamarlo así, bajo el argumento que sus integrantes apoyan la democracia. Algo que resulta interesante que ya por un lado, tras tras la derrota de su principal referente en las elecciones de 2021 no hubo grandes acusaciones de fraude y el mismo Kast reconoció su derrota, a diferencia de sus grandes referentes como Donald Trump o Bolsonaro. Pero al mismo tiempo, sus integrantes reconocen el legado de Pinochet, como Luis Silva uno de los consejeros electos quien lo denominó como un “Estadista”.

Unas declaraciones que, aunque matizadas por su condena a las violaciones a los derechos humanos, obligó a Kast a evitar dar más entrevistas sin la aprobación de su equipo de prensa y que el propio presidente Boric le corrigiera a través de las redes sociales que “fue un dictador, esencialmente anti demócrata, cuyo gobierno mató, torturó, exilió e hizo desaparecer a quienes pensaban distinto. Fue también corrupto y ladrón. Cobarde hasta el final hizo todo lo que estuvo a su alcance x evadir la justicia.”.

"Piensen en las personas"

Los discursos fueron breves, aunque contundentes. Partiendo por el cineasta Miguel Litín (Partido Socialista), quien asumió la presidencia provisoria por ser el integrante con mayor edad (80 años). Litín, célebre por películas como “El chacal de Nahueltoro” (1969, sobre un campesino analfabeto, que asesinó a su familia, fue reeducado y aunque se arrepintió fue ejecutado de todas maneras) o Dawson Isla 10 (2009) señaló: “Hoy es nuestro momento, es nuestra hora de ser dignos del cargo que nos otorgó la ciudadanía. Luchemos por el acuerdo, por la nación (…) La historia no perdonará a quienes se dejen llevar por pasiones, por revanchismos del pasado”. También pidió que el trabajo llegue a la ciudadana de una forma clara y directa, en lo que podría interpretarse como una crítica al proceso anterior, caracterizado por el desorden y eternas negociaciones políticas.

Pero el punto alto fue la aparición de Gabriel Boric quien ha apoyado el proceso y solicitó ser invitado. Otra diferencia con la CC, donde el presidente Piñera no participó en su instalación (y tampoco insistió demasiado en ser invitado). El mandatario dijo que este sería “un proceso de colaboración, donde las distintas partes sean capaces de ceder cuando es necesario y de encontrar los puntos comunes en búsqueda de lo mejor para Chile”, insistiendo en la búsqueda de acuerdos amplios que unifiquen al país a partir de un texto que —¡otra diferencia!— ya tiene un borrador desarrollado durante meses por una comisión de expertos, seleccionados por el congreso y en su mayoría abogados. Para Boric ellos “han desempañado su tarea con un espíritu patriótico, que ha demostrado ser virtuoso y espero además que sea contagioso, no sólo para este espacio sino para el conjunto de la sociedad chilena. Nos han demostrado que quienes pensamos distinto podemos ponernos de acuerdo cuando se trata del bien de la patria”. Y agregó en su tono firme y levemente agudo cuando quiere destacar algo importante: “Piensen en esas personas que se han comprometido a representar, en sus necesidades, sueños, angustias y esperanzas, y que esta propuesta logre contenerlos e incluirlos”.

Un llamado al orden

Hay una frase del legendario antipoeta Nicanor Parra que circula desde al menos los años setenta y que ya es parte del imaginario nacional: “La izquierda y derecha unida jamás será vencida”. Algo que aplica perfectamente para esta nueva convención y es que a pesar del dominio de Republicanos, la mesa directiva es producto de una negociación que mantiene equilibrios y promete dejar a todos contentos. La presidenta será la republicana Beatriz Hevia y el vicepresidente Aldo Valle (Independiente-Partido Socialista).

Con su seriedad, voz calmada y vestimenta clásica, son lo más alejado posible a la académica mapuche Elisa Loncón y el siempre transpirado Jaime Bassa, que presidieron la primera etapa de la fracasada CC. Esta vez no hubo promesas de refundar Chile ni de acabar con el sistema neoliberal. Al contrario: fue un llamado al orden tras el caos del Estallido Social, la pandemia y problemas que acaparan las pautas como la inmigración, delincuencia y —en notable menor medida— el costo de la vida.

“Doy fe de la crisis profunda que vive nuestro país. Una crisis económica, política, pero sobre todo social”, señalo Hevia quien también hablo de la “disposición a trabajar, sin quedarnos pegados en las divisiones del pasado”, además de estar “convencida de que más allá de nuestras diferencias, si ponemos a las personas y a Chile por delante, y actuamos con seriedad, este proceso puede ser exitoso”.

En el mismo tono, la Comisión Experta entregó el anteproyecto, siendo felicitada tal como Boric por Hevia, destacando su “seriedad y “profesionalismo”. “Sabemos muy bien que el texto que nos han presentado los expertos es un borrador sobre el cual tendremos que trabajar, un insumo que deberá orientar nuestro trabajo y sorbe el cual son necesarias e indispensables largas jornadas de conversación, discusión y debate”.

Un poco antes, ya se habían presentado los consejeros, que incluye al único representante de los pueblos originarios, Aihuen Antileo. Los republicanos invocaron a Dios. Algunos mencionaron el sur de Chile, pero no desde el punto de vista mapuche, sino de los colonos o empresarios afectados por los enfrentamientos en el sur. Otros, de derecha e izquierda, sonrieron al recibir la investidura. Ellos serán los que escriban el segundo proceso que deberá ser votado el 17 de diciembre y donde según la última encuesta Cadem, el 46% de los chilenos rechazaría y sólo un 34% aprobaría.