Como siguiendo las señales de un mapa de amor, Mara Favoretto va explicitando, entre páginas salteadas, ciertos mojones nodales de Spinetta, mito y mitología, su nuevo libro. A veces aparece en forma de pregunta (¿Qué sostiene, además de su personalidad, su ética y su estética, esta vigencia y el fanatismo que, a su pesar, a veces genera?). Otras, en cambio, lo hace mediante argumentos acerca del carácter de mito público, atractivo e innovador, y a la vez privado que genera Luis Alberto. O de sus proyecciones metafóricas que, al menos para sus seguidores, amagan ser eternas. “Escribí el libro con muchísimo respeto, recordando que el Flaco condenaba el fanatismo, cosa con la que estoy de acuerdo. Además, él quería que lo escucháramos de una manera especial, que nos abriéramos a lo que estaba intentando decirnos, que nos dejáramos tocar el alma. Por eso, quisiera pensar que si bien no le gustaba que se hablara de él, tal vez no le habría molestado. Seguramente se habría reído, habría hecho alguna broma, o lo habría ignorado por completo”, intuye esta licenciada en letras nacida en Venado Tuerto, Santa Fe, y aquerenciada en Melbourne, Australia.  

“Por otro lado, no nos olvidemos que, como decía Ricardo Piglia, uno es libre de leer lo que quiera en un texto, que es muy parecido a lo que Roland Barthes se refería con la muerte del autor”, continúa esta escritora y docente de la Universidad de Melbourne, que viene de escribir un sesudo libro sobre la lírica de Charly García: Charly en el país de las alegorías. En efecto, se permite trazar ciertas analogías entre ambos titanes de la música popular argentina. “Los dos son artistas muy comprometidos con su generación, y con su país, porque ninguno de los dos hizo oídos sordos a cuestiones políticas y de derechos humanos, aunque cada uno a su manera. Charly es rock anD roll, es más rebelde, busca el desafío y la trasgresión. Gran parte de sus alegorías son provocadoras. En cambio, Spinetta busca consensuar, como él dice ‘conciliar la dispersión’, y conectarse con lo místico, con lo espiritual”, compara.

Los casi doce mil seiscientos kilómetros que separan Venado Tuerto de la ciudad australiana no le impiden a Mara pensar en argentino. Además, suele viajar una o dos veces por año, más allá de mantener contactos permanentes vía web. “Igual, a medida que pasa el tiempo se notan mucho las distancias. Y en este sentido me resulta interesantísimo notar cambios en el habla cotidiana, en lo coloquial, cada vez que vengo, algo que probablemente viviendo aquí no notás”, admite la autora, mientras redirige sus palabras hacia una de las preguntas eje de su trabajo: la cuestión de la pervivencia de la ética y la estética spinetteanas a través del tiempo. “Al terminarlo, quedé totalmente convencida con la respuesta acerca de esas condiciones. Ahora falta que se haga un estudio de lo musical y de muchos otros aspectos importantísimos, que seguramente van a llegar, porque creo que recién estamos empezando a entender quién fue Spinetta para nuestra historia. Todavía estamos maravillados ante él, a medida que va pasando el tiempo y vamos tomando distancia y pensando, van surgiendo estudios sobre su contribución a nuestra cultura”, sostiene Favoretto, que menciona “Los libros de la buena memoria”, “Alma de diamante”, “Resumen porteño”, “Para ir” y “Quedándote o yéndote”, como sus canciones preferidas. 

–¿Por qué asegura que eso “del músico que sabe indagar al cosmos con amor” es una cita clave para el argumento del libro?

–Porque el libro habla de lo que causa el Flaco en nosotros como audiencia, del hueco espiritual que viene a cubrir. Viene a satisfacer una necesidad que tenemos, la de conectarnos con algo más grande, con el cosmos, y encontrar un sentido amplio a nuestra existencia. Es algo que muchos de nosotros no encontramos en  las religiones ni en las ideologías. Spinetta nos hablaba del amor y de la luz constantemente, el amor como la fuerza que guía nuestras vidas. Además, incluye la variedad y el eclecticismo en todo sentido, es abarcativo y conciliador. No conozco una religión o una ideología que opere de la misma manera, porque en general dividen, “otrorizan”.

–¿Qué importancia le da, usted que viene del mundo de las letras, al factor musical de Spinetta? Muchos consideran que es músico más (o antes) que poeta.

–Cada uno ve lo que más le llega, o lo que más entiende. Yo no soy musicóloga, no tengo elementos para analizar sus composiciones. Eso no significa que no le dé importancia, sino que no estoy capacitada para hacerlo. Necesitamos gente que lo haga. Por ejemplo, he charlado bastante con Elina Goldsack, que ha estudiado algunos aspectos musicales y me explicaba cosas fascinantes. Como dije antes, ojalá tengamos libros con ese análisis. Quiero que un musicólogo me explique por qué su poesía me llega mucho más si viene acompañada de música.

–Alguna vez Spinetta dijo que el movimiento de rock había desaparecido cuando empezó a “hablar de sí mismo”, algo que en sus comienzos no admitía, solo “era”. ¿Le sugiere alguna reflexión?

–Suena al proceso de cooptación del rock del que habla Simon Frith. Tiene que ver con el proceso que hizo el género desde sus comienzos y cómo fue cambiando con el correr del tiempo, algo que ocurre con todo. Hoy en día hay estrellas de rock, cosa que Charly entendió muy bien y contra lo que Spinetta renegaba. Esta es otra diferencia importante entre ellos.

–¿Es el Flaco su único héroe en este lío?

–Hay muchos músicos de rock que tienen letras fascinantes y me llegan mucho. Ahora, hablar de “heroísmo” es otra historia. Sin duda el trono de “héroe rockero” está bastante reservado a Charly y a Spinetta. Personalmente, me encantaría que hubiera una mujer compositora que hubiese tenido las mismas oportunidades.