Son 229 páginas sobre cómo debe enfrentar el sistema educativo las situaciones de violencia, pero todo se resume en una indicación: "Escuchar respetuosamente a la o el estudiante afectada/afectado: sostener una escucha activa, construir una relación de confianza, no emitir".

Ése es el espíritu de la “Actualización de la guía para abordar situaciones de conflicto en las escuelas bonaerenses”, un documento de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires (DGCYE) al que tuvo acceso este diario. 

“Toda vulneración de derechos hacia un niño, niña, adolescente y joven supone alguna forma de violencia, de modo directo o indirecto, explícito o subyacente”, dice la guia. Y resalta en otra de sus páginas:“El punto de partida y organizador central de toda estrategia debe ser el resguardo de la integridad de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes”.

El eje está puesto en el cuidado de los estudiantes y en la manera en que los adultos responsables tienen las mejores herramientas para afrontar las distintas situaciones de tensión y conflictos que se pueden presentar en una institución educativa.

"Se entiende que una situación de maltrato requiere de una intervención urgente que haga cesar el daño, cuando la vida de la o el niño, niña o adolescente corre peligro o su integridad física, psicológica y socioemocional se encuentra seriamente comprometida", establece el documento.

El maltrato puede ser físico, desde cachetadas o pellizcos a golpes con objetos o latigazos. Puede evidenciarse en abandono, que sería "el grado extremo del trato negligente". Puede ser emocional o psicológico, es decir hostigamiento verbal, insultos, descrédito, indiferencia, rechazo, aislamiento, ser testigo de la violencia entre personas adultas de la familia e incluso expulsión de la casa. El trato negligente está definido como "falta de protección y cuidado por parte de quienes tienen el deber". Y el maltrato también puede darse a través del abuso sexual, que va "desde la exhibición de genitales hasta la violación". 

La escucha es, también, un requisito legal de alcance internacional. "Minimizar, negar o relativizar la veracidad del relato de la o el NNAyJ no solo no respeta los principios de la Convención de los Derechos del niño sino que además generará" en ellos y ellas "la convicción de que la justicia es nula", o que la persona "está destinada por siempre a soportar situaciones de vulneración de derechos". La subjetividad también quedará afectada si la persona adulta no guarda la confidencialidad del relato y lo comporta "de manera innecesaria". Serían situaciones de revictimización. 

La violencia no responde solo a características "personales" de quienes la ejercen "sino que refleja formas típicas de dominación que luego son asumidas por personas singulares". Como el maltrato suele venir de gente adulta, el problema se complejiza porque aparecen conflictos de lealtades y tensiones entre el malestar y el afecto.

La necesidad de escuchar, y su obligatoriedad como criterio, puede adquirir formas distintas, no verbales, que surgen de la observación de lesiones, de ensimismamiento o de hiperactividad, de cambios de comportamiento, de ausencias reiteradas sin motivo, de temor exagerado ante las comunicaciones o de uso de mangas largas en épocas de temperatura elevada.

Cuanto menor sea la persona maltratada, menos será la posibilidad de defensa ante la agresión. 

Cuanto más larga sea la exposición al maltrato, más difícil será revertir sus efectos.

El sistema educativo, según las guías, debe tener formalizadas de antemano las articulaciones con el resto del Estado, para intervenir en conjunto si fuese necesario. Son claves en este aspecto el equipo de conducción institucional, el equipo de orientación escolar y las inspecciones de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social. 

Ante situaciones más graves, la articulación será con los servicios locales o zonales de protección de niñas y niños, y puede terminar en los juzgados de familia o en las comisarías de la mujer y la familia.

Aquel primer paso

La primera guía se diseñó hace 11 años. Se llamó “Guía de Orientación para la Intervención en situaciones conflictivas y de vulneración de derechos en el escenario escolar” . La medida fue vanguardista en el país y lo que buscaba era dar herramientas a docentes, y directivos para abordar conflictos que tenían como escenario el aula y sus adyacencias.

La dinámica de la última década ,con explosión de redes sociales, luchas feministas y ampliación de derechos mediante, obligó a pensar nuevas estrategias.

La Dirección de Psicología comunitaria y Pedagogía social dependiente de la DGCYE tomó la tarea de trabajar en la actualización de aquel documento a estos días. El trabajo contó con el respaldo de todos los niveles y modalidades (Inicial, Primaria, Secundaria, Técnico Profesional, Superior, Educación Física, Artística, Adultos y Educación Especial), sumado a todas las direcciones que integran el sistema pedagógico.

Pero no solo se contó con la participación de las direcciones educativas. Participaron también los ministerios de Salud, Mujeres y Justicia, hasta colectivos universitarios y entidades gremiales, a nivel nacional y provincial. 

El diálogo

El ministro Alberto Sileoni dijo a este diario que “renovar esta guía escolar, que en su momento fue pionera y ahora incluye cuestiones como cyberbullying, perspectiva de Educación Sexual integral y otras más que tiene que ver con un cambio de época, es parte de una política pública del gobernador, Axel Kicillof, en torno a la defensa de los y las educadores, las instituciones escolares, los niños, niñas, adolescentes y sus familias”.

“Las escuelas no son sitios de abuso, ni son sitios de clausura. Las escuelas no son sitios opacos. Las escuelas están abiertas al escrutinio de la sociedad, son sitios de abrazo, de la paz, del entendimiento humano”, afirmó.  Al tiempo que agregó: “Por eso creemos que la escuela tiene mucho que enseñar. La guía habla de debate, de diálogo. La palabra diálogo es una bella palabra, es el camino más cercano hacia la verdad y eso es lo que hace la escuela”.

La  subsecretaría de educación, Claudia Bracchi, explicó que "nuestra gestión sostiene que la enseñanza y el cuidado van de la mano, y entonces eso nos lleva a ir generando condiciones para el aprendizaje e ir generando políticas de resguardo con distintos instrumentos como éste".

“Si hay algo que no es escolar -sintetiza- es la violencia, porque en las escuelas lo que siempre se pone es palabra. Hay situaciones que tienen componentes de violencia, como en toda la sociedad, obviamente que la escuela no es una isla."

Según Eliana Vazquez, directora Provincial de Psicología comunitaria y pedagogía Social, “cada guía de orientación o documento de trabajo es siempre producto de un tiempo. Refleja un clima de época y expresan las preocupaciones sociales, culturales y educativas de un momento histórico”

Vazquez puntualizó los cuatro “ núcleos problematizadores”, que son determinados temas que se agregaron a la primera guía y son un poco los que caracterizan esta época: “Esi Género, las redes sociales, la judicialización de conflictos escolares y comunitarios y la patologización y la medicación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes."