El femicidio de Romina Saavedra (32), en San Lorenzo, llega la semana que viene a juicio oral y público, con una teoría clara de la fiscal Cristina Herrera: "La mató porque (consideró que) era suya". El acusado es Miguel Angel Pastorutti, un hombre de más de 60 años que terminó con la vida de la madre de cuatro hijos cuando ésta se empoderó al conseguir la Asignación Universal de sus hijos, y pudo irse de la casa del imputado, luego de denunciarlo dos veces por amenazas. "No Miguel; basta Miguel", fueron las últimas palabras que se oyeron de Romina, la mañana del 9 de diciembre de 2013, desde la casa del acusado, en Neuquen 914. Su hermana y su hijo dormían en una casilla de atrás y pudieron oírla. La hermana intentó saltar el paredón hacia la casa del femicida, pero tuvo que pedir ayuda a los mecánicos que trabajaban en el taller de al lado, porque se le cayó un trozo de escombro en la cabeza. En ese momento, oyeron una explosión. Los mecánicos lograron abrir la puerta: Romina estaba tirada en el suelo, con las piernas hacia la puerta, quemada de la cintura para arriba. La tironearon de las piernas para sacarla, pero Pastorutti se le tiró encima y comenzó a apuñalarla, "sin piedad", relató uno de los testigos. Su hijo y su hermana también lo vieron todo. Casi cuatro año después, la fiscal espera poder encontrar a los hijos de la mujer, que ya no viven en el mismo lugar. El juicio comienza el 23 de agosto y Pastorutti será acusado por "homicidio calificado, amenazas (por dos denuncias anteriores) y femicidio". El pedido es de pena perpetua.

La vida de Romina estuvo signada por la violencia y la vulnerabilidad, según testimoniaron desde el Centro de Orientación a la Víctima de la vecina localidad. La mujer vivió situaciones complejas desde pequeña, por malos tratos y abusos, y se dedicaba al trabajo sexual cuando conoció a Pastorutti. Ella tenía cuatro hijos de relaciones anteriores. El acusado la manipuló durante un tiempo hasta logró llevársela a vivir con él. La relación se dio en un contexto de violencia, de hecho, ella lo denunció dos veces en 2012, por amenazas. Días antes del hecho, Romina había conseguido la AUH y decidió irse a vivir con sus hijos a la casa de su padre, un hombre mayor, a la vuelta de donde vivía Pastorutti.

La mañana del hecho, la mujer iba al Registro Civil para empezar a tramitar el DNI de sus hijos, que estaban retenidos en la casa de Pastorutti. El hombre la cruzó en la calle, la tomó de los pelos y la metió en su casa. Trabó puertas y ventanas con muebles y con la heladera, prendió el gas y la atacó. En un casilla, al fondo, vivía la hermana de Romina con su hijo, y aquella noche uno de los hijos de la víctima se había quedado a dormir con su tía. Todos escucharon los gritos: "No Miguel, basta Miguel". El hijo de la mujer salió corriendo, sintió un fuerte olor a gas y oyó la explosión. La hermana intentó trepar una pared, pero le cayó un trozo de techo en la cabeza así que pidió ayuda a los gritos dos mecánicos de un taller lindero, quienes lograron abrir la puerta. La imagen era de terror: Romina estaba tirada en el suelo, quemada de la cintura para arriba. Los dos hombres intentaron arrastrarla tironeándola de los pies, pero en ese momento Pastorutti amenazó con matar a quien quisiera entrar, se le tiró encima a la mujer y la empezó a apuñalar con un cuchillo de 20 centímetros. Todos fueron testigos: los dos mecánicos, la hermana y el hijo de Romina. Le asestó 25 puñaladas.

Los jueces Ismael Manfrín, Edgardo Fertitta y Julio Kesuani presidirán la audiencia; mientas que la fiscal Herrera estará a cargo de la acusación, con la figura de femicidio como delito principal, ya que "consideraba a la mujer como un objeto de su propiedad". Incluso, las pericias del acusado hablan de una "personalidad que tiende a menospreciar los derechos de los demás, los usa. Es competitivo y dominante. Justifica su conducta y no siente culpa".