Recientemente en la Universidad Nacional de Salta, la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, junto a UNICEF presentaron una guía para el tratamiento periodístico de cuestiones vinculadas a la niñez. Mostraron, además, los resultados del Monitoreo de noticias sobre infancia y adolescencia en medios de Argentina 2022.

Uno de los señalamientos que se realizaron desde el público fue que el estudio consideró solamente medios de la Ciudad de Buenos Aires (llamados a veces “medios nacionales” por su alcance). Sin embargo, el dato que consideramos relevante es que los resultados presentados no difieren significativamente de los obtenidos por la Agencia de Noticias sobre Infancias de Tucumán, ANITA...¡en 2012! En aquella oportunidad, cuando la agencia recién comenzaba sus actividades, realizamos un relevamiento de mil noticias publicadas en 8 medios tucumanos durante 3 meses. Los artículos analizados revelaron una mirada sobre las infancias que básicamente puede resumirse en algunas conclusiones: una muy baja consideración de temas sobre infancias en los medios; una preocupante concentración en la sección policiales; el uso casi exclusivo de fuentes policiales; la asociación de niños, niñas y adolescentes a problemáticas de inseguridad o violencia (donde los niños -sobre todo los varones- son considerados peligrosos o en peligro). Temáticas fundamentales que afectan a las infancias, como el trabajo infantil, estaban y están absolutamente ausentes en la agenda de los medios relevados. Las noticias vinculadas a educación, por su parte, explotaban las peleas entre adolescentes, incluyendo videos como recurso para captar lectores en el mundo digital.

Esa mirada, sumada a la ausencia de voces infantiles directas, así como la invisibilización de buenas experiencias de participación, se parece más al paradigma del patronato (Ley Agote) que al de la protección integral de derechos, consagrada por la Convención sobre los Derechos del Niño (1989) y la ley nacional 26061, vigente desde 2010.

Diez años después, los datos muestran que hay mucho trabajo pendiente para incidir en la agenda de los medios masivos de comunicación. De ahí el sentido de una agencia como ANITA, que distribuye a los comunicadores y comunicadoras, así como a técnicos de programas sociales, educadores y educadoras y referentes populares, contenidos vinculados con las infancias desde una perspectiva de derechos en formato de libre reproducción.

La vieja tendencia de ubicar a los niños y niñas como “pobres niños” cuando son niños pobres; o “niños genios” cuando se destacan en alguna proeza académica o deportiva, no permite apreciar a la sociedad la enorme diversidad de niñeces, las más vulnerables y también las más privilegiadas, y sobre todo no facilita que televidentes, lectores/as y oyentes comprendamos que más allá del “caso” del que se habla hay problemas sociales estructurales y sobre todo la necesidad de políticas públicas que garanticen derechos. En contexto electoral se suma, además, la sistemática vuelta del pedido de baja de edad de punibilidad a catorce años -como anunció recientemente Patricia Bullrich, candidata presidencial de Juntos por el Cambio- que contradice estándares de derechos humanos en pos de una demagogia punitiva que cansa por lo previsible e inútil.

Otra de las cuestiones que una agencia como ANITA pretende promover es abandonar el morbo como criterio de noticiabilidad. Ayudar a comprender la complejidad de las experiencias sociales, a entender que una sociedad que reconoce genuinamente a las infancias como presente y no solo como futuro, plantea bases elementales de la construcción de una comunicación democrática.

Finalmente destacamos la búsqueda de una participación protagónica de las voces de las infancias en los medios, no como pintorescas ni ilustrativas sino en su capacidad de elaboración de temas y asuntos que les atañen. Ni apáticos y apáticas, ni indiferentes es el verdadero ni-ni sobre las infancias y juventudes.

ANITA fue inicialmente creada para interpelar a los adultos y adultas que rodean a los niños y niñas. Tras decenas de talleres en los que niños y niñas demostraban conocer, aprender y querer ejercer sus derechos, advertimos que ese ejercicio era imposible sin el compromiso de comunicadores/as, profesionales y educadores/as que los rodeaban. Cuando un docente de escuela nos dijo que enseñaba la Convención de los Derechos de los Niños en el último trimestre, “porque si no los chicos empiezan a reclamar”, ahí nació este proyecto. El desafío es que el mundo adulto deje de sentirse amenazado y facilite una comunicación respetuosa.

* Agencia de Noticias sobre Infancias de Tucumán, ANITA