Llegaron las vacaciones, y la agenda cultural trajo diversas y atractivas propuestas. En este marco, como en cada nueva temporada, un clásico del receso invernal se renueva. El Cascanueces, el icónico ballet con música de Piotr Ilich Tchaikovsky, volvió al escenario de Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131), y puede verse viernes, sábados y domingos de julio, a las 11. Las entradas pueden adquirirse en el sitio de la Konex.

La reposición de este éxito infantil es una iniciativa de la Fundación Konex y la Asociación Arte y Cultura, y se desarrolla en el contexto de Vamos al Ballet, un ciclo que actualmente celebra su 33º edición y que tiene como objetivo promover y difundir en el público infantil el conocimiento y el gusto por los géneros clásicos. En esta ocasión, la reconocida historia navideña, creada en 1891, se presenta con una puesta innovadora que combina mapping con proyecciones y animaciones y un notable trabajo coreográfico que propone una fusión de ballet, danzas regionales y bailes diversos.

Con adaptación de Juan Lavanga, el proyecto está integrado por primeras figuras del Teatro Colón, el Teatro Argentino de La Plata y la compañía Buenos Aires Ballet, dirigida por Federico Fernández y codirigida por Nina Zaera. El equipo se completa con la coreografía de Emanuel Abruzzo y los arreglos musicales de Juan Andrenacci y Adolfo Schmidt.

“Este ballet es un clásico muy arraigado en la gente y fue generado en una época histórica en la cual el guionista trabajaba junto con el coreógrafo y con el músico, y el resultado eran obras casi perfectas. Por eso, el mayor desafío es no desvirtuar la propuesta original”, asegura Lavanga, gestor cultural y Presidente de la Asociación Arte y Cultura, quien adaptó el título con una perspectiva que interpela a las infancias.

En esa misma línea, Federico Fernández, director de la puesta y además Primer Bailarín del Teatro Colón, agrega: “Con este trabajo queremos generar una situación que invite a los más chicos a querer ser parte. Quizá, también, podamos despertarles la chispa para que quieran bailar en un futuro”.

-El Cascanueces es un clásico del ballet que suele ser muy convocante para las infancias. ¿Dónde creen que radica su vigencia?

Juan Lavanga: -La vigencia está, indudablemente, en el festejo navideño. Más allá de los credos, festejar la Navidad es algo que ocurre en todo el mundo. En todos los órdenes sociales, las familias se reúnen a comer y los chicos festejan la llegada de los regalos. Esto está siempre vigente y allí radica el atractivo. Saborear dulces, y hacer y recibir regalos, es algo que nunca cambia.

Federico Fernández: -Creo que es una obra vigente gracias a Tchaikovsky, quien pudo transmitir en su partitura toda esa mística de la Nochebuena y esa magia de la Navidad que está culturalmente explotada. En esta pieza se unen la maravillosa expresividad de la música con el marketing capitalista, pero nosotros convertimos eso en una expresión amable y amorosa.

-¿En qué consistió el trabajo de adaptación?

J. L.: - Tratamos de traer la historia a la época actual. En el ballet, la danza tiene un papel preponderante, entonces fue fundamental contar con un coreógrafo con una formación completa en baile, como es el caso de Emanuel Abruzzo, que domina clásico, tap, jazz y danza española. Y, por otro lado, también trabajamos con el objetivo de crear un diálogo y una narración simple que pudiera llegar a las infancias de una manera directa. En esta adaptación siempre tuvimos presente la idea de que el público infantil se divierta, entienda la obra y participe. Y esto último puede verse, por ejemplo, cuando los bailarines bajan del escenario y, cuando al finalizar la obra, se hace una firma de autógrafos, un sello distintivo del ciclo Vamos al Ballet.

-¿Cómo reciben las familias y las infancias esta propuesta?

F. F.: - Con un entusiasmo sorprendente. Yo fui parte de estos cascanueces hace algunos años, interpretando al príncipe, y era hermoso escuchar los cuchicheos y suspiros del público mientras bailaba. Hoy estoy en la platea, y es otra experiencia. Las chicas y los chicos bailan, quieren imitar lo que ven y, cuando termina la función, corren a abrazar a los personajes que más les gustaron.

J. L.: -Todas las funciones somos testigos de la familia disfrutando. La versión llega mucho. Las escenas con mapping permiten una fantasía total y la magia se produce. El objetivo está logrado. Por otra parte, este año hemos generado, entre la Asociación Arte y Cultura y la Fundación Konex, que en cada función haya un cupo determinado sin cargo para centros culturales como el Padre Mugica o fundaciones como la del Garrahan.

-¿Qué desarrollo tiene en la Argentina el vínculo del ballet y la música clásica con el público infantil?

J. L.: -Hay algo de desarrollo pero debería ser más importante. Hay un material tan rico, tanto de música clásica como de ballet, ya sea de repertorio o bien con temática nacional, que debería profundizarse en estas ideas. Creo que las infancias estarían agradecidas. En cierta medida, a través de este espectáculo, nos sentimos formadores de un público.

F. F.: -El desarrollo es más bien autogestivo, como pasa con este Cascanueces que de la mano de Juan Lavanga y el Konex perdura en el tiempo brindando un espacio para la danza y los jóvenes bailarines e incentivando nuevos públicos. Desde los ámbitos oficiales no se le da la real importancia a la danza como vínculo directo con las infancias generando un contenido cultural con proyección. Existen algunos proyectos pero se cuentan con una sola mano. Por eso, desde estos espacios intentamos no sólo el disfrute de cada bailarín y del público, sino también dar visibilidad y contenido. La cultura es trabajo, pero también es trabajo generar oportunidades. Para esto, se necesitan ayudas concretas que puedan contribuir a un mayor desarrollo del sector.