En un escenario en el que varios aspirantes a la sucesión de Michel Temer ya están jugando sus piezas en el tablero electoral nacional, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, favorito en las encuestas, inicia hoy una caravana por la región nordeste, la más pobre de Brasil. Visitará ciudades de nueve estados e intentará ganar el respaldo de las mayorías más humildes.

La participación de Lula en las elecciones de octubre del 2018 está amenazada por una condena en primera instancia por corrupción, que, si llega a confirmarse en la cámara de apelaciones, le impedirá ser candidato.

Y, si eso ocurre, de acuerdo con una encuesta aparecida ayer, el segundo favorito es el diputado ultraderechista Jair Bolsonaro, un ex miembro de Ejército que reivindica la dictadura militar, el discurso del aumento de penas para la delincuencia juvenil y la tenencia de armas. 

El ex presidente iniciará en Salvador, capital del estado de Bahía, la caravana por nueve estados que terminará en Maranhao: el objetivo es repetir las caravanas históricas de las campañas del PT desde los años 80. “Lula deberá hacer un viaje popular pero deberá decirle al pueblo que si él regresa habrá crédito para consumir. Le aconsejaron que prometa que eliminará la enmienda constitucional del techo del gasto público aprobada en diciembre pasado, y así poder destinar más recursos a salud y educación. Lula, como en 1994, lo que no quiere es asustar a la clase media”, escribió ayer el diario económico Valor. 

Según dijo una fuente del Partido de los Trabajadores (PT), Lula buscará fuerza en el pueblo que más fiel se comportó frente a la agrupación durante su gestión y la de Dilma Rousseff, en el período del 2003 a 2016. Los índices más fuertes de apoyo al PT están en el nordeste, la región más pobre donde incluso nació Lula. Desde Garanhuns, interior de Pernambuco, viajó en camión con su madre y hermanos al estado de San Pablo en los años cincuenta, en busca de alguna oportunidad que la industrialización ofrecía a los hijos de la sequía. 

La intención de Lula es contrarrestar con su perfil popular el impacto de la condena por nueve años y medio de prisión que el juez Sérgio Moro le dictó en el ámbito de la Operación Lava Jato, al considerarlo dueño oculto de un departamento en la playa perteneciente a la empresa constructora OAS.

“Lula visitará nueve estados y será recibido por siete gobernadores que lo van a respaldar. No creemos que sea un número menor. No existe ningún dirigente hoy que tenga ese apoyo”, dijo un asistente de Lula. Relatado en forma de epopeya, el viaje servirá también para abastecer con imágenes a las redes sociales y la campaña, en caso de que no sea inhabilitado. 

Viajar por el país también forma parte de la agenda del alcalde de San Pablo, el magnate ultraliberal Joao Doria, conocido por sus jugadas de marketing político, que aparece con menos de diez por ciento en la intención de voto. Pertenece al oficialista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) pero recibió un guiño del presidente Temer para animarse al escenario nacional: en su contra tiene que apenas lleva menos de un año al frente de la alcaldía de la mayor ciudad del país. Doria visitó el estado norteño de Tocantins y en Bahía, durante una visita a su colega de Salvador, fue atacado a huevazos por militantes de izquierda en plena calle.