“Si hay algo que Piazzolla no puede ser, es tibio”, dice Nico Sorin. Músico ecléctico y experimentado en eso de atravesar géneros y cruzar estilos, hace un tiempo que el tecladista y compositor traslada ese espíritu sobre la música de Astor Piazzolla. La del “Octeto de París”, más precisamente, que es la base de los shows que presentará el jueves a las 20 Niceto Club (Niceto Vega 5510) y repetirá el 24 de agosto a la misma hora en el mismo lugar.

Entre el rock de Octafonic –la banda que fundó en 2013–, experiencias sinfónicas y colaboraciones con cantantes como Shakira, Alejandro Sanz, Juanes, Jovanotti y el español Miguel Bosé, el universo de Sorin se puede desplegar hacia distintas direcciones. “Tardé en meterme en el mundo Piazzolla, porque de alguna forma me daba pudor”, confiesa el músico y continua: “Era por supuesto un tema de admiración y respeto. Yo no vengo del palo del tango, además lo considero un top tres entre los compositores argentinos. Aunque soy de no creer en los géneros, el tango me daba cierto respeto. Hasta que desde el Centro Cultural Kirchner me ofrecieron hacer lo del Octeto electrónico, tomar como referencia el show que hizo Astor en el ‘77 en el Olympia de París. Ahí sí vi que había espacios para intervenir, para decir algo, me animé y acá estamos, con muchos conciertos hechos con este repertorio. Estuvimos en México, Chile, Brasil, se proyecta España y en Niceto estaremos una vez por mes”, cuenta Sorin.

Aquel octeto con el que el bandoneonista hizo una gira por Francia e Italia en 1977 –del que queda un registro en vivo editado como Olympia 77– incluyó músicos de distintas generaciones y estilos, no necesariamente de naturaleza tanguera, como el guitarrista Tommy Gubistch, el baterista Luis Carávolo y Gustavo Beytelman en piano eléctrico. “Con esa banda Piazzolla logra una música muy atractiva, conducida por cierto aliento rockero. Eso me animó a intervenir sobre esos temas y sin ser irrespetuoso traté de ser lo más irreverente posible”, asegura Sorin. “Asumí el riesgo, pero con mucho sentido del juego, con la idea de mantener el espíritu de esa música pero llevándola a otro terreno. Así fue que armé una banda con gente que no venía del tango, con músicos con fuerte personalidad, pero que fueran muy distintos entre sí”, agrega el músico.

La de Piazzolla es una música compuesta con detalle, a partir de una escritura rigurosa, que como pocas también es muy performativa, termina de componerse en los fragores de la ejecución. Dentro de un esquema móvil, para estos shows de Niceto Sorin armó la banda con Franco Fontanarrosa en bajo, Rodrigo Gómez en batería, Aldana Arguen en guitarra, Federico Santisteban en bandoneón y Marcos Cabezas en marimba, además del pianista Nicolás Guerscheberg –perito en asuntos piazzollianos– como invitado.

–¿Con qué criterio elegiste a los músicos para este proyecto?

–Venía por el lado de no caer en músicos de tango, me atraía incluso la idea de que nunca hayan tocado tango. Por eso me fijé más por el lado del rock, de la música electrónica. También me atraía que fueran músicos muy distintos entre sí, para buscar un sonido ecléctico, como fue aquel octeto. En Astor estaba esa idea. El año pasado en México armé una banda con músicos mexicanos, con un ensayo salimos a tocar y lo que salió fue muy hermoso. Al final de cuentas la música de Astor es muy generosa.

–¿Qué espacios encontraste para intervenir la música de Piazzolla?

–El primer acercamiento fue a través de “Libertango”. Le pedí las partituras a Pipi Piazzolla y me sumergí en ese mundo, a observar el detalle de la escritura del compositor. Enseguida fueron surgiendo ideas que había que poner a prueba. Por ejemplo, para la introducción pensé un crescendo pronunciado, después me apareció una guitarra distorsionada, medio Pantera, y me dije: ‘si esto funciona, la cosa es por ahí, por volarla y estirar esa música hasta el límite del respeto y la admiración’. Y en ese camino seguí con los temas de aquel show que hizo Astor en el Olympia de París.

– ¿Después de todo este tiempo de trabajar sobre esa música no te dieron ganas de profundizar Piazzolla?

–Mirá, tocamos “Libertango”, “Meditango”, “Violentango”, “Zita” y “Adiós Nonino”, incluso en el orden que están en el disco, y nunca nos aburrimos. En cada concierto suceden cosas distintas, entre nosotros y en relación al público y eso no lleva a descubrir siempre cosas nuevas. De todas maneras ya estamos probando otros temas, como “Michelangelo 70” o Balada para un loco”, con los que cerramos los shows. Pero siento que con este repertorio tenemos para rato. La música de Piazzolla en este sentido es inagotable.