Ganó River y no deja de ser una buena noticia. Mucho más si se tiene en cuenta lo mal que jugó en la derrota ante Newells de la semana pasada. Pero una cosa fue el 1-0 final y otra, muy diferente, el fútbol que lo generó. Anda de capa caída el equipo de Marcelo Gallardo. Sigue sin correrle la pelota como en otros tiempos más fecundos, le abundan los bochazos sin destino, hay varios jugadores en bajo nivel y la idea de juego aparece borroneada. Si ante Huracán terminó con los brazos en alto fue porque a los 19 minutos del segundo tiempo, Sebastián Driussi, de cabeza en el segundo palo, mandó al fondo de la red un corner cerrado de Rodrigo Mora que Lucas Alario había peinado en el primero. Y porque quince minutos después, un remate de Diego Mendoza se estrelló en el travesaño del arco de Batalla. Fuera de ese par de momentos claves, fueron mínimas las diferencias entre el ganador y el perdedor. Acaso como para decir que el empate le hubiera quedado pintado a un partido de tono demasiado menor.
River afronta el tramo decisivo de un semestre en el que rara vez hizo las cosas bien. Este jueves jugará en San Juan ante Gimnasia una de la semifinales de la Copa Argentina, el domingo visitará a Independiente en Avellaneda, el domingo 11 recibirá a Boca en el Monumental y antes del receso veraniego, podría estar jugando la final de la Copa ante Rosario Central o Belgrano de Córdoba. Y no hay fútbol como hacerle concesiones al optimismo. Tampoco parecen sobrarle a Gallardo variantes como seguir haciendo pruebas. Ayer, sólo algunas pinceladas aisladas de Ignacio Fernández iluminaron a un equipo oscuro y de juego espeso. Gonzalo Martínez (empecinado y chocador) y Driussi (menos gravitante que otras veces) no hicieron un aporte interesante. Y Alario continúa ofuscado y molesto por las pocas pelotas claras que le arriman. Apenas si le llegaron dos por arriba y las desaprovechó: una la cabeceó a las manos de Marcos Díaz y otra la mandó afuera en la mejor situación millonaria del primer tiempo.   
Huracán arrancó convencido de que el 0-0 era lo mejor que le podía suceder y jugó en consecuencia. Caruso Lombardi pidió algo más de audacia en la segunda etapa y el equipo le respondió. En los primeros 10 minutos, Batalla le tapó a Pussetto una briosa entrada por la izquierda y luego, un cabezazo de Mancinelli dio en el paraguayo Moreira y en el poste derecho. Cuando mas enredado estaba River con la pelota, Driussi puso el 1-0 y Caruso reconfiguró el 4-2-3-1 inicial para volver al empate. Ingresaron el ecuatoriano Angulo, Rolfi Montenegro y Diego Mendoza, salieron los juveniles Iritier, Sosa y Romero Gamarra y el Globo terminó atacando con tres de punta (Angulo, Barrales y Pussetto) y Mendoza viniendo detrás. 
Gallardo no se quedó atrás, puso a Ivan Rossi por Ignacio Fernández y armó con Ponzio un doble cinco para defender la escasa ventaja. También entraron Larrondo (por Driussi) y Andrade (por Martínez). Pero el fùtbol nunca apareció. River ganó con lo justo, sin ninguna evolución. Quizá por eso nadie celebró más de la cuenta cuando caía la tarde en el estadio Monumental.

Estadio: River. Arbitro: Fernando Rapallini.
Gol: 64m Driussi (R).
Cambios: 62m Angulo por Iritier (H), 67m Montenegro por Sosa (H), 69m Rossi por I. Fernández (R) y Larrondo por Driussi (R), 75m Mendoza por Romero Gamarra (H) y 77m Andrade por G. Martínez (R).
Incidencias: expulsado 90m Mancinelli (H). 



Claves

  • River ganó pero no mostró evolución alguna respecto de actuaciones anteriores. Encontró la victoria con un gol de cabeza de Driussi a la salida de un corner. Después, volvió a faltarle juego y relieve individual.
  • A Gallardo no le abundan las variantes para mejorar su equipo. Y se le vienen los partidos más trascendentes del semestre: la semifinal del jueves con Gimnasia por la Copa Argentina  y los clásicos con Independiente y Boca.      
  • Huracán se armó para el cero y recién se sacudió su cautela con los cambios que hizo Caruso Lombardi. Pudo haber empatado y no hubiera sido injusto.