El precio mayorista de la carne sufrió un brusco aumento el viernes pasado en el Mercado de Liniers. Esa suba, cercana al 20 por ciento, se traslada al mostrador esta semana con los guarismos propios del comercio minorista: según barrios y niveles de ventas, aumentará por arriba o debajo de aquel porcentaje. Fuentes del sector afirman que se esperaba este aumento porque el valor de la hacienda había quedado retrasado respecto de la inflación minorista y que el lanzamiento del “dólar maíz” aceleró los planes. Además, tampoco debe descartarse un factor político dada la cercanía de las PASO.

El aumento era esperado porque el precio de la carne subió 60 por ciento entre junio de 2023 y junio de 2022 mientras el Indice de Precios al Consumidor trepó 115 por ciento en igual lapso. Debido a la sequía que provocó una escasez de pasturas para alimentar el ganado, los precios de la carne se estabilizaron entre abril y junio porque el productor elegía mandar a hacienda las vacas en lugar de dejarlas sin alimento en el campo. La oferta en buenos niveles fue garante de la estabilidad de precios, pero con la cercanía de la primavera y una mejora del clima al productor dejaría de resultarle conveniente liquidar los vientres y la oferta en Liniers volvería a retraerse. Hasta aquí el comportamiento de los precios se vincula con la dinámica natural del ciclo ganadero.

Por otro lado, no debe perderse de vista que el precio de la carne suele acompañar a la evolución del IPC. Por esta razón también se esperaba una “corrección” en los precios de la carne. En el bimestre febrero-marzo se había producido el último aumento del precio de la carne en un orden del 20 por ciento.

Pero otros dos factores incidieron sobre el salto reciente observado en el Mercado de Liniers, por un lado el “dólar maíz” y por otro la especulación propia de los tiempos electorales. El “dólar maíz” empezó a funcionar este miércoles pero desde el 24 de julio, cuando fue anunciado, si el productor quería comprar alimento debía pagar un precio más caro, indican fuentes del sector. Así, la tonelada de maíz en pesos subió un 42 por ciento, pasó de los 49.000 a 67.000 pesos, dado que el mercado interno se paga lo mismo que en el mercado de exportación con un tipo de cambio más alto. Esto sin dudas impactó sobre los costos de la ganadería pero también se sentirá en la avicultura, el ganado porcino y huevos, además de tambos y el feedlot, aunque todavía no registraron subas minoristas.

El primer impacto se vio en el precio de la carne vacuna que es altamente sensible para la canasta de consumo doméstico de los argentinos. Algunos especialistas vinculan la rapidez con la que ha subido la carne a un factor político, dada la cercanía de las PASO. De una u otra manera, estos dos factores acabaron anticipando un aumento en el precio de la carne que se esperaba para la primavera, luego de las PASO.

El alza del 20 por ciento en el precio mayorista se trasladará a las carnicerías y supermercados, las primeras dan cuenta del 80 por ciento del consumo doméstico mientras el resto se comercializa en supermercados. Los “matarifes” abastecen principalmente a los comercios chicos, y en menor medida los frigoríficos. Al estar tan descentralizado es un mercado difícil de regular. Entonces se ven guarismos entre los minoristas, algunos subirán por arriba del 20 por ciento mayorista, mientras en otros ubicados en barrios más populares donde el consumo se vea resentido ante la pérdida del poder de compra de los salarios, los aumentos serán inferiores y el dueño del local asumirá parte de los costos. Los supermercados, en tanto, se abastecen con frigoríficos propios o ajenos.

De acuerdo con un relevamiento de la consultora Focus Market en carnicerías del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se observaron los siguientes valores en mostrador: el asado pasó de 2.250 a 2.550 pesos el kilo, el vacío de 2.450 a los 2.890 por kilo, la nalga de 2.650 a 3.150 pesos, el peceto de 2.890 a 3.400 pesos el kilo, el Roast Beef de 1.890 a 2.250 y la picada de 1.750 a 2.000 pesos por kilo.