Siempre canté, pero de chica quería ser bióloga, o algo así. Trabajar con insectos básicamente. De hecho tenía una valijita de esas de Juliana Mamá, que había transformado en un maletín del “Comando Antigarrapata” que formamos con mi hermano Germán. Cazábamos garrapatas que vivían en Dana, mi perra, y hacíamos experimentos con ellas, hasta que un día mi hermano Sebastián formó una banda de rock y los músicos vinieron a ensayar al fondo de mi casa.

Ahí conocí a M, el cantante, era una mezcla entre Iggy Pop, Morrison y Robert Smith. Bah, al menos yo lo veía así, que en ese entonces debía tener 13 o 14 años y me enamoré como una loca. 

¿Cómo podía llamar la atención de este pibe que me llevaba 8 años de edad y me ignoraba olímpicamente? Entonces empecé a estudiar canto.

La banda de mi hermano hacía un cover de Iggy Pop llamado “Candy”, que cantaba junto a Kate Pierson, y mi plan era hacer el papel de Kate. Practiqué como si ese tema fuese mi zanahoria, mi único objetivo, soñaba con la idea de ser la coreuta de la banda. Es que en ese momento no  me imaginaba a mi misma cantando, componiendo y menos liderando proyectos. Eso era del área de los hombres, “nosotras las chicas podemos aspirar a ser apenas sus coreutas”. Pensaba que el rock era cosa de hombres, se ve que veía muchas telenovelas de Andrea del Boca en la casa de mi abuela.

Sin embargo desde el primer día me fui apasionando con las clases de canto, nunca falté a ninguna, y empecé a cantar arias, tangos, pop, rock. Me dí cuenta que no quería ser Kate Pierson siquiera hacerle coros a M, solo quería hacer lo que él hacía. Cantar.

Varios años mas tarde, con una tristeza a cuestas por haber sido rechazada en mi declaración de amor volcada en una carta espantosamente mal escrita que le entregué a M. en el café Tortoni (no me pregunten por qué lo invité allí), nos reencontramos en el cumpleaños de un amigo en común. 

Mi amigo suele transformar el living de su casa en un escenario y tocar durante toda la noche: el ambiente era relajado pero no podía evitar sentir mariposas en la panza cada vez que veía a M. Comenzó la zapada y empezó a sonar “Candy”, mi amigo me cabecea dejando entrever que me estaba invitando a cantar el tema en el único micrófono que había en la habitación. 

Me acerqué lentamente al micrófono hasta que sentí una enorme y violenta masa corpórea que se me vino encima cual tsunami de pectorales aceitados y me arrojó hacia un rincón de la habitación. Su desesperación para ocupar el lugar frente al aparato que transforma las ondas sonoras en energía eléctrica era inhumano y allí comenzó un pelea descarnada por el micrófono, cantamos juntos forcejeando cuasiamablemente, intercalando sonrisas falsas y miradas filosas hasta que me aburrí y me rendí ante su triste papel.

Ahí me di cuenta. M. era un pelotudo.

Amo esa canción porque me inspiró a animarme a ser quien quiero ser, porque Iggy Pop es un referente, un artista que admiro, un performer maravilloso que nos recuerda con sus palabras por qué hacemos música cuando uno de pronto se pierde en la carrera armamentista de la popularidad. Cuando lo ves en vivo él está ahí atravesado por las canciones, cantando con todo el cuerpo. Y de Kate qué puedo decir... De chica la dibujé en un cartoncito, la recorté y jugaba a ponerle ropas de papel. La amo. Es una diosa, una B52 que se divierte, seduce y rockea mientras canta.

Ya no tengo perro con garrapatas, ya no juego a vestir muñeras de papel, ya no me enamoro de cantantes (si están a tiempo traten de evitarlo, no es aconsejable) pero tengo la suerte de poder seguir jugando en el escenario a ser una especie de hermafrodita con el punk, el rock, la pasión y la entrega de Iggy y el glamour, lo femenino, la sonrisa y la seducción de Kate.  

“Down on the street/ Those men are all the same/ I need a love/ Not games/ Not games” (“Abajo por la calle/ Esos hombres son todos iguales/ Necesito un amor/ No juegos/ No juegos”) .


Mariana Bianchini es cantante, fue líder del grupo de rock Panza desde 1999 a 2015 con el que recorrió gran parte de la Argentina y países vecinos, tocando además como soporte de Living Colour, John Spencer Blues Explosion y Stephen Malkmus. Panza editó siete discos y un DVD. Como solista editó los discos Post incubadora, Bú e Indisciplina. Actualmente se encuentra componiendo para su cuarto disco. Es además escritora e ilustradora. El viernes 1º de Septiembre Pájaro de Fuego con Mariana Bianchini presenta Universo invertido en el marco del Club del Disco 2017, en Club de Música, Paraguay 5519.