Pasajes 8 puntos

Passages, Francia/Alemania, 2023

Dirección: Ira Sachs

Guión: Mauricio Zacharias, Arlette Langmann y Ira Sachs

Duración: 91 minutos

Intérpretes: Franz Rogowski, Adèle Exarchopoulos, Ben Whishaw, Erwan Kepoa Falé, Arcadi Radeff.

Estreno: Disponible en salas.

Como recién salido de una máquina del tiempo, el elenco de la nueva película de Ira SachsPasajes, recuerda a los de las producciones europeas de la década de 1970. Una receta internacional compuesta por un actor alemán (Franz Rogowski), otro británico (Ben Whishaw) y una actriz francesa (Adèle Exarchopoulos), todos reunidos bajo la dirección de un cineasta estadounidense. Solo que acá no hay doblajes que homogeinicen el relato, poniendo en escena una especie de Babel donde la superposición de los idiomas ayuda a generar un clima enrarecido. Una trama compleja de lenguas que opera como manifestación concreta de otra, mucho más difícil de aprehender y representar, que tiene lugar en el orden de lo emotivo.

El juego de representaciones indirectas suma, en el comienzo mismo de la película, un elemento adicional de gran fuerza simbólica. Se trata del recurso del cine dentro del cine, que en este caso funciona como nota al pie acerca de la representación de los sentimientos. Eso es lo que le pide con vehemencia Tomas, un director de cine, al protagonista de la película que está terminando de filmar: un compromiso genuino con las emociones que atraviesa el personaje, sin sobreactuaciones. Pero hay algo en el modo, en la actitud con la que Tomas expresa sus indicaciones, que produce incomodidad y que genera más empatía con los otros que con él.

Esa misma noche, durante la fiesta por el final del rodaje, Tomas tiene ganas de bailar, pero Martin, su pareja, está cansado y el cineasta termina bailando con Agathe, una chica que acaba de romper una relación con otro de los miembros del equipo. En contraste entre ambos vínculos es inmediato. Si Martin reacciona con impaciencia y desinterés ante el contacto que le propone Tomas, el encuentro con Agathe no tarda en revelar un erotismo que inevitable y rápidamente se vuelve físico, carnal. Los cruces que irán produciendo las evoluciones de esos vínculos acabarán dando lugar a un caldo emocional de alta densidad, que le permitirá a los tres actores volver a demostrar por qué se encuentran entre los más destacados de su generación.

Por un lado, Exarchopoulos confirma no solo el poder de su sensualidad, sino una capacidad sobrenatural para hacer que Agathe transmita al mismo tiempo fragilidad y firmeza. Por el otro, Whishaw le confiere a Martin una vulnerabilidad que convierte a su personaje en un vórtice capaz de concentrar sobre sí toda la empatía del público. En tanto Rogowski interpreta a Tomas como un vampiro emocional, entre cuyas víctimas se encuentra él mismo. Sachs aprovecha la extraordinaria conexión que surge entre los tres, para pasear a cada personaje por un intrincado laberinto sensible. De esa forma los lleva de las epifanías amorosas al infierno del desengaño con muy pocas escenas de transición, alimentando la certeza de estar frente a uno de los trabajos actorales colectivos más poderosos del cine reciente.

Pasajes es, además, una película que encuentra en el erotismo una de sus herramientas narrativas más elocuentes. Un complemento inevitable para representar y transmitir del modo más preciso posible los diferentes estados, muchas veces opuestos y contradictorios, que los tres personajes se ven obligados a transitar. Un erotismo no exento de tragedia, en tanto resulta imposible que el espontáneo trío logre coincidir en el éxtasis, a pesar incluso de sus propios deseos. Como si fueran incapaces de lograr que los una el amor, pero tampoco el espanto. Por el contrario, y sin proponérselo, quizás el denominador común sea la tristeza que provoca saber que en el amor, como en la geometría, a veces las paralelas solo se cruzan en el infinito.