Jim Mahoney ha sido condenado a muerte. Se lo ahorca por “el peor crimen que se puede cometer: no tener dinero”. Mahagonny, crecida en las manos de un grupo de prófugos, leñadores enriquecidos en Alaska y prostitutas languidece. La diversión se acabó. Es imposible no asociar la historia de esa “ciudad de las redes” surgida en el medio del desierto, regida tan sólo por el placer inmediato y el dinero fácil, que cae por el peso de sus propios pecados, con la de una Alemania en que naufragaba la República de Weimar y donde la inflación carcomía la vida cotidiana mientras se incubaba el huevo de la serpiente.

Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny fue compuesta por  Kurt Weill y Bertolt Brecht en 1930, a partir del espectáculo Mahagonny Songspiel, que habían estrenado tres años antes en un Festival de Baden-Baden. Se plantea como una gran ópera de números cerrados y como una suerte de ensayo y reflexión sobre el género. Con su combinación entre la reivindicación -y cita- de músicas populares y el culto al contrapunto bachiano abre la serie de grandes colaboraciones entre Brecht y Weill que culminó en 1933 con Los siete pecados capitales. Entre ambas se encuentran varias obras maestras, entre ellas el Réquiem de Berlín, escrito para una transmisión radial y la famosímima Opera de tres centavos, cuyo “Mack The Knife” transitaron desde Frank Sinatra a Robbie Williams, pasando por Ella Fitzgerald. Mahagonny, eventualmente, también tiene su hit: “Alabama Song” es el penúltimo tema -justo antes de “Light my Fire”- del primer lado de The Doors, el extraordinario álbum que el grupo del mismo nombre publicó en 1967. Jim Morrison no fue, de todas maneras, el único artista de la tradición popular tentado por esa canción que en en el primer acto de la ópera canta el personaje de Jenny, junto a sus compañeras prostitutas: David Bowie, Boris Vian, Nina Simone (con el título “Moon over Aalabama”), Marianne Faithful y Sting.    

En 2002 el Colón abrió su temporada lírica -la primera de la era del corralito- con una puesta de Jérôme Savary en que no costaba identificar a la ciudad de marras (con una escenografía diseñada por Emilio Basaldúa en que primaban las montañas de desechos), con la Buenos Aires de ese momento, donde cada vez eran más los habitantes de las calles y en que la cantidad de hurgadores de basura crecía al mismo ritmo que las colas para comprar moneda extranjera. Antes, en 1986, Jaime Kogan había presentado una recordada versión que luego se repitió en el Luna Park. Y hoy subirá nuevamente en escena con dirección de Marcelo Lombardero. “Creo que es la obra obra donde aparece expuesta de manera más clara la idea de la obra en colaboración”, dice. “Es más, podría pensarse que es el fruto de una pelea. A Brecht no le gustaba la ópera y llego a decir, un poco como una provocación, que lo único que le interesaba de ella era su ‘aspecto culinario’. La idea del formato: el conjunto, el aria, la canción. Y utiliza la ópera para fundamentar su concepto del teatro épico. Y en Mahagonny es donde mejor se expresa. Weill, por otra parte, sí quería componer una ópera. Y de esa puja nace esta obra que es única.”

Con funciones, además de la de hoy a las 20,  el viernes 25, sábado 26, domingo 27 (única que será a las 17) y martes 29, esta versión es una coproducción con el Teatro Municipal de Santiago de Chile y el Teatro Mayor de Bogotá. El director musical es David Syrus -Jefe de Estudios Musicales, hasta este año, de The Royal Opera, Covent Garden- y cuenta con diseño de escenografía de Diego Siliano, diseño de vestuario de Luciana Gutman y de iluminación de José Luis Fiorruccio, La coreografía es de Ignacio González Cano y participan la Orquesta Estable del Teatro Colón y el Coro Estable de ese teatro, que conduce Miguel Martínez. “Hay quienes dicen que no se puede ser fiel a Brecht sin cuestionarlo”, afirma Lombardero. “Yo prefiero pensar en resignificarlo”, explica. “No se puede interpretar esta obra como lo hacía el Berliner Ensemble en los años 40. Ni como la hubieran hecho Brecht y Weill en 1930. Sí conservamos la ironía, la idea de la magia teatral, del aparato al servicio de contar una historia y, además, conservamos algo de la concepción del escenógrafo original, Kaspar Neher, que hace noventa años se planteaba utilizar proyecciones con carteles. En las puestas que se han hecho aquí, esos carteles eran reemplazados por un narrador. Nosotros volveremos a los carteles orque nos parece mucho más potente.”  

Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny se presentará con dos elencos notables. El de esta noche y las funciones del 25, 27 y 29 estará conformado por Iris Vermillion, Nicola Beller-Carbone, Nikolai Schukoff, Pedro Espinosa, Hernán Iturralde, Gonzalo Araya, Luciano Garay e Iván García. Y en la función del 26 participarán Alejandra Malvino, María Victoria Gaeta, Gustavo López Manzitti, Fernando Chalabe, Luis Gaeta, Duilio Smiriglia, Alejandro Spies y Román Modzelewski.