Si nos hubiésemos dejado guiar por algo de todo lo que se dijo en su momento, y ese momento existió hace no mucho más de un año, podríamos creer hoy que la encantadora Naomi Preizler -argentina, veinteañera, modelo top, cantautora y artista plástica- es dueña de una imaginación perversa. El asunto fue que Preizler había compuesto su más reciente canción como un ¿homenaje? ¿declaración romántica? a quien en aquel entonces era la actual novia de su ex, el actor Joaquín Furriel. Más aún: que para el rodaje del clip, convocó a esa misma actual de su ex, la actriz Eva de Dominici, porque la canción se llamó “Eva y Eva” y, podía leerse por doquier, era la coprotagonista perfecta por obvias razones. Prensa total.

En diálogo telefónico Preizler decreta la inexactitud de todas estas versiones. Por empezar, la canción habla de Eva, primera bíblica fémina, y de casi nadie más; del pecado original, del castigo; y también, finalmente, habla de Eva de Dominici porque, se ve, algo de cierto hubo en todo lo leído y murmurado: Preizler escogió a de Dominici como destinataria soñada de su composición después de una charla con Julián Aznar, su coproductor de cabecera, en la que disputaron los nombres de las mujeres locales más deseadas según sus gustos. “No es cierto que le haya ofrecido a Eva estar en el video... pero sí le mostré el tema y le gustó, lo entendió como una obra y lo apoyó sabiendo que le iba a poner su nombre”.

Acecha su disco debut, que se llamará Strass en referencia a la pedrería de imitación, falsas gemas, que viene usándose desde algún instante del siglo XVIII cuando fue desarrollada por el alquimista de apellido homónimo. “Me gusta la idea de simular algo caro con algo barato”, dice y cruza los dedos cuando (se) promete el álbum para los próximos meses. Reconoce alta influencia de Grimes, la cantautora y artista visual canadiense prodigia que todo lo hace, desde dirigir sus videos hasta presentarse en vivo sola, sin banda ni troupe alguna, apretando cada tecla de cada uno de sus trece sintetizadores.

Sobre su experiencia en los desfiles de algunas de las firmas más sofisticadas de la industria, Preizler capitalizó el coraje del que debió munirse para recorrerlas aunque, en última instancia, se agotó de ciertos objetivos y prefirió regresar a Buenos Aires para recalcular destinos. “Ser modelo me dio mucha seguridad para bancarme los prejuicios, pero desfilar en una pasarela no tiene nada que ver con subir a un escenario y ser el centro de las miradas mientras cantás tus canciones. Además, para hacer lo que hago hoy tuve que atravesar un proceso que me llevó tiempo. Quise conectarme con lo latino, llegar a otra gente. Mi intención era ver lo que necesita la nueva generación y entender qué se nos está vendiendo a través de la publicidad que consumimos. Hay mucha data que nos tiran que está mal, que hace mal”.

Naomi Preizler se presenta en Fiesta Jolie, Av. Juan B. Justo 1658, el miércoles 30, desde la medianoche.